Opinión
J.J.Jinks: "Se le ve muy cómodo al Presidente en su rol de influencer, bastante menos en las tareas que implican trabajo silencioso y minucioso"
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He desarrollado el placer culpable de seguir con fruición en Instagram la vida en pareja de Walde, ex arquero argentino de equipos de segundo nivel en Chile, y María Gracia, fotógrafa y socialité.
A diario nos muestran a los voyeristas su vida inmensamente feliz, la cual la van matizando con productos que pagan por aparecer en medio de tanto amor. María Gracia es una influencer espectacular, con gran naturalidad y alegría nos cuenta los beneficios de cremas, joyas, pasteles y un cuanto hay.
No se queda en chicas con los objetos, también gozamos a la distancia de las delicias de viajes por el sudeste asiático y terrenos en Chiloé. Todo le gusta mucho a María Gracia y Walde la acompaña siempre con genuina “sonrisa pep”. ¿Tanto entusiasmo tendrá que ver con la remuneración detrás de cada uno de estos product placement? Sólo un amargo descreído podría pensar así.
Quien está en una carrera similar es nuestro Presidente de la República. No promociona productos, pero promociona “pescás”. La pulsión por los clicks lo ha llevado a querer extender el veranito de San Juan que le significaron los Panamericanos iniciando una tardía carrera deportiva.
Cual influencer nos agasaja con selfies de sus paseos en bicicleta al San Cristóbal y los trotes matutinos por la ribera del Calle-Calle. Nadie cuestiona los beneficios del deporte, especialmente en situaciones de alto estrés, pero la desconexión que transmite a la ciudadanía es preocupante. Mientras la inseguridad campea con asaltos, asesinatos y secuestros, el Presidente se nos muestra transpirado y contento luego de alcanzar una nueva hazaña deportiva. Algo no calza bien en la comunicación.
El influencer de la nación no se queda ahí. Finalmente preocupado por el ya extendido estancamiento de la economía del país, ha decidido formar un comité pro crecimiento. Uno podrá tener una opinión más bien escéptica de la utilidad de las comisiones gubernamentales, pero al menos es una buena señal de que se haya pegado el alcachofazo de que estamos pasando por un muy mal momento económico con repercusiones serias en empleo y salarios reales.
La mayoría sabíamos desde hace un rato que el crecimiento no era sólo una cifra macro sino que detrás de ella estaba el acceso a la prosperidad y al desarrollo para las grandes mayorías, el Presidente parece haberlo entendido al estar próxima a llegar a la mitad de su mandato. Tardecito, pero ya saben cómo sigue el dicho.
Con lo que no contábamos era que el mismo equipo económico que no ha mostrado ni un mínimo interés en proponer medidas que alienten la inversión sean los exclusivos miembros del mentado comité. Nadie del sector privado. Nadie de la oposición. Nadie externo al Gobierno.
En el fondo, crearon un grupo de WhatsApp con un nuevo nombre. Naturalmente, se hizo gran conferencia de prensa para anunciar esta no noticia, así es la vida en redes sociales: hay que comunicar permanentemente para que los seguidores no se vayan a otras cuentas.
Se le ve muy cómodo al Presidente en su rol de influencer, bastante menos en las tareas que implican trabajo silencioso y minucioso donde la grandilocuencia y adjetivar no suma nada. El país necesita con urgencia que la gestión se transforme en su placer culpable, porque a punta de likes no vamos a llegar a ninguna parte.