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Opinión

Jorge Selume: "Mientras la Convención siga sesionando, será difícil que se restituya el vínculo entre la ciudadanía y la nueva Constitución"

Jorge Selume: "Mientras la Convención siga sesionando, será difícil que se restituya el vínculo entre la ciudadanía y la nueva Constitución"

El director de Artool dice que "la gran opción que tiene el Apruebo para dar vuelta la tortilla es desde el 4 de julio en adelante, fecha en que la Convención habrá cumplido con su mandato y se disuelva”.

Por: Jorge Selume | Publicado: Sábado 23 de abril de 2022 a las 21:00
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La Convención y el impacto de los derechos sociales

Era por todos bien sabido que la convención había dejado la votación de un amplio catálogo de derechos fundamentales -a la vivienda, salud, trabajo, educación, alimentación, deporte y agua, entre otros- para la etapa final del trabajo que realiza en el Palacio Pereira. El diseño era simple y efectista: guardar lo mejor para el postre, para terminar con el espíritu y el apoyo popular en alto.

Como era previsible, la votación resultó favorable y dichos derechos fueron todos consagrados (cómo serán financiados y por quien, en la práctica, garantizados, es una pregunta sin respuesta). Lo que no era previsible -al menos para los ⅔ que dominan la convención- era que el efecto mediático de dichas votaciones sería nimio, sin lograr cambiar el frente de mal tiempo que acecha como un fantasma al nuevo texto.

Los motivos detrás de este fenómeno son variados, pero al menos tres se hacen presentes:

  1. La ciudadanía se forma una opinión a partir de lo que ocurre en el proceso (evalúa a los constituyentes, no a la Constitución).
  2. El gobierno es un pasivo que le trae costos a la convención (contaminación cruzada).
  3. El quinto retiro eclipsó el esperado anuncio del catálogo de derechos sociales (como una tinta negra que tiñe un balde de agua

1- La ciudadanía se forma una opinión a partir de lo que ocurre en el proceso

La gente evalúa a los constituyentes, no a la Constitución. Es decir, vota por el proceso, por las formas, antes que por el contenido. Haber dejado las buenas noticias para el final implicó una riesgosa apuesta: dar por sentado que a estas alturas los convencionales aún contarían con la irrestricta confianza de la ciudadanía. Pero ese supuesto no se ha cumplido, al contrario, todas las encuestas demuestran que la desconfianza y la desesperanza han ido en aumento semana a semana. ¿Si no le crees a quienes la escriben, entonces por qué tendrías que confiar en lo que el texto dice? Como bien lo han experimentado los últimos dos mandatarios, Bachelet y Piñera, una vez que se pierde la confianza por parte de la ciudadanía esta se escurre con gran rapidez. En política, como en todo orden de cosas, la confianza se gana de a poco y se pierde velozmente.

Siendo este el caso, resulta difícil que la Convención sea capaz de recuperar la confianza de la ciudadanía a través de nuevas normas. Para restablecer el lazo se requiere humanidad, no técnica. Y la funa que vimos esta semana por parte de los eco-constituyentes hacia sus pares del colectivo socialista, por el simple hecho de permitirse pensar distinto, va en la dirección contraria. Resulta shockeante que los convencionales aún no caigan en cuenta del triste y macabro espectáculo que están dando. Listar uno a uno los nombres de las personas que, haciendo uso de su autonomía, votaron con libertad de conciencia (¿no se trata acaso de esto la democracia?) genera no solo mayor desconfianza en la ciudadanía, sino que una razonable dosis de temor.

Mientras la Convención siga sesionando, será difícil que se restituya el vínculo entre la ciudadanía y la nueva Constitución. La gran opción que tiene el Apruebo para dar vuelta la tortilla es desde el 4 de julio en adelante, fecha en que la Convención habrá cumplido con su mandato y se disuelva, permitiendo que el foco de desconfianza se disperse y sea más difícil de identificar por parte de la ciudadanía. Ese campo de abstracción puede resultar más propicio para que el Apruebo pueda promover sus románticas ensoñaciones y logre recuperar una cuota de la esperanza y optimismo que alguna vez lo caracterizó.

2- El gobierno es un pasivo que le trae costos a la Convención

El éxito del gobierno depende de la aprobación del nuevo texto constitucional. Es una condición necesaria para implementar su plan de gobierno y permanecer en el poder. Esto llevará a que el gobierno, a través de su maquinaria territorial, haga un velado pero intensivo trabajo en favor del Apruebo. La pregunta clave es si el apoyo del gobierno es un impulso o un grillete para las opciones del Apruebo.

De acuerdo a las recientes encuestas, todo parece indicar que los errores del gobierno se traspasan en forma de costos para la Convención. De continuar esta tendencia, el apoyo público por parte de las autoridades gubernamentales podría convertirse en un boomerang para el Apruebo y, por tanto, no resultaría extraño que en la última milla de la campaña veamos a un presidente totalmente ausente, alejado de la primera línea, para no perjudicar las opciones de un plebiscito que determinará su destino.  

3- El quinto retiro eclipsó el esperado anuncio del catálogo de derechos sociales

La gran mayoría de los ciudadanos que se indignaron ante la negativa del gobierno de apoyar un quinto retiro son personas a las que no les queda un centavo en sus cuentas de ahorro previsionales. Ya las secaron con los retiros anteriores. Pero eso -la realidad- tiene poco pito que tocar en este debate. La discusión que se ha tejido en torno al debate previsional nunca tuvo una base racional, sino que fue netamente emocional. “No te metas con mi plata”, “Son mis ahorros, puedo hacer lo que quiera con ellos”.

Todos los discursos que circularon, desde la calle, pasando por los matinales y llegando hasta el hemiciclo, estaban teñidos de un alto componente individualista. A pesar de esto, de ir en contra de sus declarados principios, los retiros fueron especialmente impulsados por los colectivos de izquierda. Sí, por los mismos que dicen velar por la comunidad y la solidaridad.

La verdad es que los fondos de pensiones están secos como las colinas de Petorca y que, gracias a nuestros honorables parlamentarios, que se vendieron a costa del aplauso fácil, ahora será imposible que exista un sólido pilar de solidaridad para ir en ayuda de los que más lo necesitan: los adultos mayores vulnerables, quienes hoy se enfrentan al último y frío capítulo de sus vidas. Y a los que próximamente, a paso raudo, vienen detrás de ellos.

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