Opinión
Tomás Leighton: "Con una jornada laboral de 40 horas la ciudadanía tendrá más y mejor tiempo para participar en los asuntos públicos"
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2023: Después de la normalidad
Los balances sobre el primer año de los gobiernos suelen darse de la siguiente manera: mientras los opositores le achacan al oficialismo los peores males habidos y por haber, los oficialistas se niegan a escuchar las críticas de la oposición. aunque es cierto que esta administración no tuvo luna de miel por una serie de errores no forzados, es innegable que, en un año, la economía está mucho mejor: desde 2012 no teníamos superávit fiscal, la inversión extranjera superó los US$ 17 mil millones y en 2022 Chile creció muy por sobre lo esperado.
Por otro lado, aunque los problemas de seguridad siguen aquejando a la población, la recuperación de espacios públicos y la propuesta de ley contra el crimen organizado son esfuerzos valorables (léase como consistencia o aprendizaje).
Ahora bien, si el balance dei 2022 es que muchas cosas han vuelto a la normalidad, en 2023, el país espera ver materializados los anhelos de cambio que llevaron al presidente Boric al poder y aún animan el proceso constituyente en curso. Juan Pablo Luna esbozó oportunamente una paradoja que tiende a desoír el establishment: “si los sectores medios y populares estuvieran más polítcamente incorporados, el temido líder populista tendría menos espacio para crecer”.
En ese sentido, es atendible la duda respecto a las posibilidades reales de un restringido Consejo Constitucional para, efectivamente, legitimar el sistema político entre los de abajo. Sin embargo, el pesimismo de Luna desatiende otros procesos institucionales en curso, a estas alturas tan relevantes como el primero, para construir un orden legitimado por el pueblo.
Por lo pronto, el impacto que el programa de reformas del presidente Boric pueda generar en la vida cotidiana de los chilenos será decisivo para transitar de la normalidad a un nuevo orden.
40 horas:Más participación ciudadana
En línea con lo anterior, la noticia más importante de la semana fue el avance en el trámite legislativo del emblemático proyecto de reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales para todos los trabajadores afectos al código de trabajo. Cuando la entonces diputada y hoy ministra, Camila Vallejo, lo presentó en 2017 era impensado que 5 años después el proyecto fuese aprobado por unanimidad en el Senado.
Los analistas resaltaron la generosidad de la oposición o la capacidad negociadora de quienes patrocinan la ley. Pero en este caso lo más relevante es la consistente sintonía del oficialismo con los anhelos de quienes trabajan, al punto de que negarse a la ley hubiese sido un pésimo negocio incluso para aquellos políticos acostumbrados a bloquear cualquier cambio.
Ahora bien, uno de los aspectos que se suelen inadvertir entre los positivos efectos del proyecto es que, además de conseguir que las familias chilenas trabajen menos para aumentar su calidad de vida, sin ver afectados los sueldos, con una jornada laboral de 40 horas la ciudadanía tendrá más y mejor tiempo para participar en los asuntos públicos. Sin duda, se trata de medidas que no tienen la rimbombancia de las reformas políticas pero son fundamentales para el fortalecimiento de la democracia en Chile.