Personaje
Tabilo y el día que venció a Djokovic en Roma: "Lo único que podía hacer era reír"
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“Qué alguien saque a bailar a la morocha que se muere de gaaaanas”. Eso suena en los oídos de Alejandro Tabilo (26). Es la canción del momento y él es el chileno del momento. Es domingo 12 de mayo y él se prepara para jugar el partido más importante de su carrera, frente a Novak Djokovic, el número uno del mundo. Las apuestas y estadísticas están en su contra.
Pasa poco más de una hora y el resultado del partido es increíble: 6-2 6-3 para el chileno nacido en Canadá. “Lo único que podía hacer era reír, no me la creía, literal, no sabía que estaba pasando, era un sueño, no mucha gente lo esperaba, ni siquiera mi familia”, dice Tabilo a DF MAS desde su hotel en Roma, horas después de ganarle a Karen Khachanov, el rival que tuvo que enfrentar luego del batatazo contra el número 1 del mundo.
Y al igual que su triunfo, esta entrevista tampoco era esperada. “Tenemos que hacer algo con Tabilo”, fue la conclusión en la pauta de este suplemento realizada el lunes en la mañana, al día siguiente que el chileno se impusiera al serbio. Nos pusimos manos a la obra y llegamos a Rodrigo Budnik, uno de sus mejores amigos. “Voy volando a Roma, hablemos cuando llegue y esté con Ale”, contestó.
El martes, a las 11:40 de Chile y 17:40 de Roma, suena el teléfono. “Cuéntame un poco de Ale, ¿qué le dijo a los amigos después del partido?”, le planteo. Y Budnik contesta: “Estamos aquí en altavoz con Ale, que mejor te conteste él”. Ambos se ríen.
Unagi
Tras el triunfo, Tabilo se llevó los dedos a la sien. Es algo que realiza hace tiempo, dice, y el origen de la celebración está en la serie Friends. Hay que remontarse al capítulo 17 de la sexta temporada: ahí, Ross (interpretado por David Schwimmer) se lleva los dedos índice y corazón a la cabeza, gira la mano en 45º y enseña por primera vez el término “unagi”, que significa un estado de alerta para la cultura japonesa.
A los pocos minutos de ganar, Tabilo firmó una de las cámaras de la cancha con la misma palabra. Desde que vio la serie con su novia, adoptó este gesto.
Sobre la victoria a Djokovic, relata: “Fue un partido muy mental, entré muy conectado con no irme del partido y estar concentrado con lo que tenía que hacer; sabía el tipo de jugador que tenía en frente. Nunca me imaginé que iba a empezar tan bien y poder seguir con ese ritmo, fue todo increíble, fue muy lindo, un día inolvidable, no tengo palabras”.
En el set dice haber “estado vuelto loco tratando de controlar mis emociones, de seguir sólido. Cuando gané el primero, traté de jugar cada punto como si el partido hubiera estado empezando, no quería pensar en el futuro, estaba muy enfocado en el punto que venía”.
En todo caso, afirma que “todos los partidos he intentado tomarlos con calma. Quiero hacerlo lo mejor posible, seguir avanzando, no mirar el futuro, sólo ir punto por punto”.
Budnik aterrizó en Roma a las 10 de la mañana del martes y se fue directo al estadio. Llegó tarde, no se cambió de ropa. Su amigo iba cinco iguales con el ruso Khachanov.
Ahora están con Tabilo en la pieza del hotel riéndose, mientras el kinesiólogo Ignacio Guajardo le hace masajes al tenista nacional. Lo acompaña también Néstor Vera, amigo y entrenador.
El restaurante cábala
La rutina en la capital de Italia ya es cábala, comenta “Jano”. Se despiertan, bajan a tomar desayuno, trabajo físico, kinesiología, media hora de calentamiento y luego a descansar para el partido.
Tras el triunfo en octavos de final, el equipo almorzó en el club donde se juega el torneo. Tabilo pidió pollo con papas asadas y en la tarde hubo trabajo de recuperación.
Después de cada victoria y luego de las palabras con la prensa y la firma de autógrafos, Alejandro se mete diez minutos a una tina de hielo y luego ducha en el camarín. Fue ahí donde sus colegas tenistas lo felicitaron tras el triunfo frente a Nole.
Uno de ellos fue su ex compañero en Canadá, Felix Auger-Aliassime, y otro fue el semifinalista Hubert Hurzacz. Además, la segunda raqueta nacional confiesa que constantemente habla con Nicolás Massú y de vez en cuando le escriben González y el Chino Ríos. “Crecí viéndolos jugar, es un privilegio”, dice.
En las noches, el restaurante ha sido el mismo, y no quieren cambiarlo por cábala. Se llama Il Corallo y queda a pocas cuadras de la Piazza Navona, donde está la fuente de Neptuno.
“Los entrenadores en Canadá siempre dijeron que tenía algo”
La carrera del chileno no ha sido meteórica. Está pronto a cumplir los 27 años y cuando vivía en Estados Unidos pensó en el retiro en más de una ocasión. Recuerda que empezó a jugar tenis a los tres años y medio, porque su hermano Sebastián también lo hacía y tenían un club al frente de su casa en Toronto.
Cuando creció, pasó a ser una rutina de al menos una hora diaria después del colegio. Con el tiempo, esto fue aumentando; “nunca más solté la raqueta”, dice. “Los entrenadores en Canadá siempre dijeron que yo tenía algo, obviamente mi familia al principio no les creyó, pero empecé a demostrar que podía jugar bien tenis”. En su generación, competía con el canadiense Denis Shapovalov, quién llegó a ser número diez del mundo.
Dedicarse al tenis no estaba en los planes. “Se fue dando de a poco, y creo que el momento en que tomé la decisión y dije ‘voy a tratar de ser profesional’, fue cuando a los 13 años me fui a vivir solo a Estados Unidos”, reflexiona Tabilo.
Cambio radical a Chile
En la cuna de jugadores como Agassi y Sampras, Tabilo empezó en una academia chica y poco conocida, pero ganó un importante torneo en Florida y recibió una beca para entrenar en la academia de Nick Bollettieri, por donde pasaron Agassi, Boris Becker, Björn Borg, Tommy Haas, y las hermanas Williams, entre otros.
Pero esa época estuvo lejos de ser alegre: “En Estados Unidos fue uno de los momentos más duros, cuando estuve con el mismo ranking por mucho tiempo, y fue una de las razones por las que me fui a vivir a Chile. La idea era hacer un cambio drástico y ver si funcionaba algo, y desde ahí ha sido mucho sacrificio”, comenta.
A nuestro país llegó entonces, en 2014, a cumplir un sueño: “Siempre quise jugar por Chile, en mi casa era todo relacionado al país, hablábamos en español, sólo nací en Canadá. Cuando se dio la oportunidad salí con todo, y lo que más me ha ayudado de vivir allá es que empecé a entrenar mucho en arcilla, y ahora me siento muy cómodo en asfalto y arcilla”.
En 2016 tomó la decisión de representar al equipo comandado por Massú. Tenía un trato con su padre, que cuando se metiera en el top 400 podía jugar por la selección nacional, porque si no lo podían criticar mucho. Pero esa idea no cuajó, y en septiembre de ese mismo año le tocó enfrentar a Nicolás Jarry. Fue ahí que su padre le dijo: “Si le ganas, hacemos los trámites”. El resto ha sido historia.
Sus padres adoptivos
Aterrizó en el Club Providencia, donde conoció a ex entranador, Guillermo Gómez, quien también entrena a Tomás Barrios. Otra persona clave en su carrera ha sido Julio Rueda.
“Lo conocí en un torneo Futuro en Chile y me empezó a seguir. Fuimos conversando y con el tiempo nos hicimos muy amigos. Entonces, cuando me fui a vivir a Chile, como no tenía familia en Santiago, hablé con él y me recibió con su mujer; desde ahí, han sido como un papá y una mamá que me han cuidado”. Actualmente, Rueda lo acompaña en Roma.
Desde que llegó a Chile, Tabilo ha tenido un cambio físico drástico. Llegó a pesar 100 kilos y esto le trajo muchas molestias físicas. Luego se le pasó la mano con la baja de peso y llegó a los 65 kilos. Hoy, el zurdo de 1,88 mts pesa más de 80. “Ha sido duro -señala-, pero desde que cambié el físico me ayudó a no lesionarme y a aguantar mucho mas en los partidos. Ha sido un camino muy largo en Chile y con mucha ayuda de mi equipo”.
Netflix, Fifa y Call of Duty
Dice que hay bastante tiempo libre en la temporada, donde no se puede hacer mucha actividad. Por eso, su pasatiempo es en Netflix -la última serie que vió es Suits- y jugando Fifa o Call of Duty. En Chile le gusta salir a comer y los asados, donde suele compartir con el grupo de amigos donde también está la otra raqueta nacional Tomás Barrios.
Budnik y sus amigos intentan acompañarlo lo más que puede. Su rol es de soporte, lo ayuda a tomar decisiones. Aunque cuando Alejandro Tabilo entra a la cancha, solo queda él y miles de espectadores. Y vaya que lo ha hecho bien.