Personaje
Nancy Mannix, la filántropa canadiense que busca generar impacto en infancias vulnerables a través de la ciencia
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Nancy Mannix, presidenta y patrocinadora de Palix Foundation Canada, recuerda con claridad el momento en el que los estragos de la pobreza se le hicieron evidentes: fue en 1992 cuando acompañó a su madre, Joyce, a un centro comunitario en Calgary, y vio llegar a una joven madre con un hijo de 4 años en coche. El niño no caminaba pero no porque tuviera algún problema motor, simplemente su madre, superada por la pobreza y deambulando de asilo en asilo, no había logrado estimular su desarrollo de manera apropiada. El caso puso en evidencia el efecto que puede tener el trauma intergeneracional.
32 años después, de visita en Chile, invitada por la Fundación Soymás junto a la Universidad Católica al seminario internacional Cerebro, pobreza y trauma temprano: desde la neurociencia a la intervención social, Mannix, abogada y filántropa, compartió su experiencia y conocimiento. Desde 2007 la benefactora ha estado a cargo de convocar a expertos, entre ellos a premios Nobel de Economía como James Heckman y un equipo multidisciplinario del Centro para el Desarrollo Infantil de la Universidad de Harvard, para crear un sistema de herramientas que incida en el desarrollo cerebral de la primera infancia, especialmente en niños y niñas vulnerables que suelen estar más expuestos a adicciones y/o abandono.
- ¿Cómo definiría el trauma intergeneracional?
- Es la idea de que las experiencias de los padres o los adultos se transmiten a sus menores a cargo. El ejemplo más común es con las drogas; si un adulto es adicto, posiblemente en sus primeros años sufrió abuso, negligencia o algún otro tipo de trauma. En un ambiente muy vulnerable a una madre puede costarle más sintonizar con el llanto de su recién nacido y gestionar lo que éste necesita, lo que genera más llanto y por ende mayor estrés. El bebé experimentará el abandono y eso luego se repite.
- ¿Es posible reparar ese daño?
- El cerebro de un bebé o niño se está formando, es precisamente el momento. No reparas, construyes. Interacciones tan sencillas como jugar al ‘peek a boo’ generan que las neuronas del bebé hagan sinapsis. Por eso los programas para niños vulnerables necesitan mayor exposición a estas dinámicas. Una forma de ayudar a los niños a tener experiencias más enriquecedoras es que el personal que trabaja con ellos comprenda lo fundamental que es el papel que desempeñan. Lo que descubrimos en la provincia de Alberta es que muchas personas que trabajan a cargo de infantes a menudo sienten que no se les valora. Se piensa que sólo están a cargo de que los niños no corran peligro, pero tienen un papel extraordinariamente importante en su desarrollo.
- ¿Por eso es tan importante educar sobre la ciencia del cerebro?
- Así es. Y lo que sorprende a tanta gente, es que aunque la ciencia del cerebro es compleja, se puede aplicar de manera muy sencilla. Dejar de mirar nuestros teléfonos mientras comemos porque tenemos que conectar con nuestros hijos. Si estás en el supermercado con un bebé, apuntar las cosas y nombrarlas. No es “rocket science”. Son cosas de sentido común. Se trata básicamente de interactuar con ellos.
“Lo que sorprende a tanta gente, es que, aunque la ciencia del cerebro es compleja, se puede aplicar de manera muy sencilla. Dejar de mirar nuestros teléfonos mientras comemos porque tenemos que conectar con nuestros hijos. Si estás en el supermercado con un bebé, apuntar las cosas y nombrarlas”.
Eficiencia generativa
Tras más de una década recopilando datos, armaron el Brain Story Toolkit, un manual de herramientas disponible en albertafamilywellness.org, donde además hay un curso de 20 horas gratuito y en línea. Un buen ejemplo de cómo el conocimiento puede democratizarse. La data generada en los simposios que tuvieron lugar entre 2010 y 2014 en Alberta, y donde participaron expertos de Harvard, fue fundamental y se tradujo en medidas concretas, como la Escala de Resiliencia que convierte conceptos científicos complejos en imágenes comprensibles.
“Lo que más resonó entre el público, la mayoría de ellos tomadores de decisiones, fue: ‘Todo el mundo necesita saber esto’. Algunos de estos conocimientos eran incluso intuitivos, pero ahora respaldados por estudios”, comenta Mannix.
El impacto se traduce también en mayor eficiencia al momento de manejar los recursos existentes. “La prevención y la intervención temprana traen soluciones de menor costo y con efectos más profundos, de manera que los más de US$ 90 millones que gastamos sean más eficaces. Es importante hablar un lenguaje común y no cambiar de estrategia según el gurú del mes”, agrega la experta.
Menciona lo complejo que suele ser comprometer políticas públicas. “Hay medidas que van a requerir hasta 20 años antes de notar resultados, y las vidas políticas se basan en periodos de cuatro o cinco años”, apunta. Pero en términos económicos, agrega, puede considerarse una inversión en la fuerza laboral del futuro.
“Gastamos mucho dinero en programas que no funcionan. Y lo que estamos viendo desde la ciencia es que hay otra solución. Las claves de nuestro sistema son: conocimiento común, lenguaje común, herramientas comunes y persistencia”, sostiene la benefactora.
Sobre el rol de la filantropía para generar cambios sociales, señala que ésta tiene la capacidad de ser una fuerza catalizadora. “Desde una perspectiva filantrópica, tenemos una capacidad única para pensar en el alcance y la escala de manera diferente. Puedes ser persistente y paciente al momento de esperar resultados. No me gusta usar la palabra “innovador” porque todo el mundo cuando dice eso, probablemente no lo sea, pero me gusta pensar que somos generativos, proponemos una manera distinta de pensar”, dice. También cuentan con mayor independencia y libertad: “No seguimos un calendario político. Las ideologías van y vienen, nosotros seguimos a lo nuestro. No estamos aquí para darte magia e irnos. Es un trabajo duro que requiere disciplina e implicar cada vez a más personas”.