Política
El terremoto en la UDI antes, durante y después de la caída de Macaya
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Javier Macaya estaba tranquilo en los días previos a que se diera a conocer el fallo del caso judicial de su padre Eduardo Macaya Zentilli (72), acusado entonces de cuatro delitos de abuso sexual infantil reiterado. “Nos va a ir súper bien”, le transmitió a sus cercanos a inicios de julio.
Pero todo cambió cuando el miércoles 10 el Tribunal Oral en lo Penal de San Fernando condenó a Macaya Zentilli por dos de las cuatro acusaciones. El entonces presidente de la UDI, cuentan en el partido, quedó atónito; “no entendía”, comentan. Fue demoledor.
Para varios en el partido, ese debió ser el momento en que Javier Macaya diera un paso al costado como líder de la UDI. Sin embargo, afirman las mismas fuentes, había buenas razones para creer que el senador podía enfrentar este duro momento personal sin perjudicar sus labores políticas: durante un año se había mantenido al margen del caso, al menos públicamente.
Un senador del partido recuerda que el tema se analizó en almuerzos de comité; que se habló de los eventuales “efectos colaterales” para el partido, sin embargo, reconoce, “todo quedaba radicado en la decisión de él”.
Un diputado UDI, en tanto, recalca que, en general, Macaya había sido un líder de partido que pocas veces se equivocaba públicamente, que siempre respondía y encaraba las situaciones difíciles. Nadie advertía -hasta el domingo pasado- demasiados riesgos.
El caso -o la “pesadilla” como varios dicen- comenzó el año pasado. El 7 de junio de 2023, el padre del senador fue formalizado. Y el mismo día, Javier Macaya emitió una declaración pública, en la que decía, entre otras cosas, que su familia y él confiaban en su inocencia. Al menos en los partidos no hubo mayor revuelo. Al contrario: desde ahí, durante poco más de un año, el mundo político -y sus pares- mantuvieron distancia. Hasta “ánimo” le entregaban a veces en el pasillo de la Cámara Alta, porque se entendía que los delitos de los padres no son heredables a los hijos.
Desde el 7 de junio al 15 de julio pasados, Macaya Zentilli estuvo cumpliendo prisión preventiva. Y su medida cautelar fue modificada a arresto domiciliario luego de pagar una fianza de $ 150 millones, lo que fue criticado ampliamente en redes sociales, aunque el mundo político seguía marcando distancia. Por esos días, comentan, el senador transmitía en privado que era una fianza inusual, muy alta.
Todo comenzó a crecer el viernes 19 de julio cuando se leyó la sentencia para Macaya Zentilli: seis años de cárcel. Pasadas las 17:00 horas, el padre del senador llegó al recinto penitenciario de Rancagua. Esto, mientras su hijo se alistaba para presidir el consejo general de su partido, una instancia usual previo a la inscripción de candidaturas para la elección municipal, plazo que expira este lunes.
Durante la semana, el senador y abogado se había referido al fallo judicial y había sostenido que se trataba de una situación familiar dolorosa, pero, subrayó entonces, que eso no debía afectar su trabajo. Por cierto, agregó que su padre y él eran personas individuales, distintas.
Y fue el viernes por la noche que Macaya decidió hablar públicamente con la condena de su padre ya clarificada. Lo consultó con su familia, dicen cercanos. Él, añaden, estaba convencido de que debía dar “cara” sobre el asunto -en su estilo, subrayan-. Y entonces pactó una entrevista con el programa Mesa Central de Canal 13. Lo ayudaron sus principales asesoras: la exministra Isabel Plá y su jefa de gabinete, Karelyn Lüttecke. ¿El consejo principal?: No debía ser en ningún caso el “vocero de padre”. Sin embargo, la entrevista no salió, en parte, como la habían planeado.
Las dudas de una renuncia
El lunes 22 por la mañana, en la UDI reconocen que no midieron el impacto que iba a causar la entrevista de Macaya el día anterior en Mesa Central. Es más, defendieron al senador. “Él va a seguir siendo presidente de la UDI”, dijo el secretario general Juan Antonio Coloma. El tema aún no escalaba al punto máximo.
En redes sociales, el domingo por la tarde, ya lo criticaban por señalar en Canal 13 que uno de los videos que se usaron como prueba en el juicio fue grabado “sin consentimiento” y que éste había sido “editado”. Al otro día, en todo caso, aunque no repitió esas ideas, mantuvo el tono en una entrevista en radio Pauta y descartó que las víctimas fuesen nietas de su padre.
Los hechos posteriores siguieron presionando a Macaya. El mismo lunes, la Corte de Apelaciones de Rancagua dejó a su padre con arresto domiciliario, lo que causó una manifestación de más de 100 personas -en su mayoría mujeres- fuera de la sede de la UDI, en Providencia. Todo ocurría en momentos en que a Daniel Jadue le negaban el arresto domiciliario y la salida de Capitán Yáber.
“Es imposible explicar las decisiones de la Corte de Apelaciones en el sentido común de un ciudadano”, comenzaban a analizar en la derecha, en privado. El viernes, en todo caso, se acogió la prisión preventiva para Macaya padre .
El martes, temprano, la primera en poner la pelota en el piso fue Marcela Cubillos. “No existe desdoblamiento”, dijo y añadió que “si tú quieres acompañar a tu padre en lo humano, esa es una elección”. Pasaron un par de horas y vino lo inevitable: Evelyn Matthei emitió una declaración en la que sostuvo que la defensa a la niñez es “intransable”, aunque evitó referirse al tema político de fondo, lo que fue criticado internamente en la derecha por “tibia”. Mientras, los periodistas se agolpaban en la puerta de la comisión de Salud del Senado para esperar las reacciones de Macaya, quien estaba en una sesión.
Sus cercanos relatan que, hasta ese momento, el senador no pensaba dar un paso al costado, aunque ya estaba consciente de sus errores en la entrevista de Mesa Central. El domingo, en todo caso, Macaya había salido tranquilo de Canal 13.
A la salida de la comisión de Salud del Senado, ya dio una luz de una eventual salida: reconoció su error sobre “el video editado y sin consentimiento” y sostuvo que fue poco empático con las víctimas. Y, así, dio otra señal de lo que vendría en horas: dijo que volvería a hablar con los periodistas luego de tener unas “conversaciones políticas”. Y así fue.
Se dirigió hasta su oficina en el piso 11 y sostuvo algunas llamadas telefónicas, como con Andrés Chadwick y Evelyn Matthei. También diálogos con parlamentarios que estaban en Valparaíso, como el senador Juan Antonio Coloma, Guillermo Ramírez y el secretario general Juan Antonio Coloma Álamos. Comenzaron a redactar una declaración pública con su renuncia, surgió la idea de enviarla a La Segunda y previamente el propio Macaya informó a las bancadas de su decisión, para que no se enteraran por la prensa. Luego, el texto fue liberado.
Según cercanos, Macaya estaba convencido de que su salida iba a descomprimir el ambiente político, que a estas alturas tenía una cuenta de al menos cinco ministros que se habían referido al caso e incluso el propio Presidente Gabriel Boric. Además de constantes manifestaciones de mujeres y niñas fuera de la sede de la UDI. Pero el ambiente no se descomprimió.
Una tesis “errada”
La pregunta que ronda por estos días es por qué nadie advirtió a Javier Macaya de los eventuales escenarios que podrían darse. “Se echa de menos la construcción de escenarios en política”, dice un dirigente de la UDI. No son pocos los que recuerdan la crisis que se vivió en 2003 con el caso de Jovino Novoa, acusado falsamente de estar involucrado en el caso Spiniak.
En ese tiempo, recuerdan, se construyó un comité de crisis, en el que se estudiaba incluso judicialmente el caso. Pero otros dicen que era una situación opuesta, pues Javier Macaya no está imputado. No obstante, remarcan otras fuentes gremialistas, es una muestra más de la debilidad política en la que se encuentra el partido. Varias fuentes admiten que no se ha conversado en detalle con el propio Macaya sobre los antecedentes judiciales del caso de su padre.
Hubo un poco de pudor, tal vez, comentan, o quizás exceso de empatía con la situación familiar del senador. “Ernesto Silva renunció por menos y se demoró menos; Javier Macaya renunció por más y se demoró mucho más”, dice un dirigente al recordar esa crisis de 2015 cuando el tío de Silva, Carlos Alberto Délano, uno de los controladores de Penta, estuvo en prisión preventiva por el caso de financiamiento irregular de la política.
Mientras los hechos sucedían y sin prever los riesgos de su estado personal, dicen, Macaya se fue convenciendo cada vez más de que lo que le estaba ocurriendo a su padre era por su calidad de senador y presidente de la UDI. El propio empresario lo dijo en su formalización: “Si no fuese por el cargo de mi hijo, esta causa no existiría”.
La alta fianza, el deterioro físico que vieron en la familia luego de que Macaya Zentilli saliera de prisión preventiva en julio de 2023, la exposición mediática, en fin, fueron elementos que, dicen, no sólo fueron convenciendo al senador aún más de que se trataba de un caso injusto sino que también lo fueron afectando emocionalmente. Javier Macaya, subrayan, no ha dudado de la inocencia de su padre. Pero en la UDI reconocen que la tesis a estas alturas es “errada”, porque el fallo es taxativo.
En los últimos días, además, ha circulado parte del fallo de la sentencia en la que se da cuenta de que el senador fue el único testigo de la defensa de su padre. Este jueves, de hecho, causó revuelo la calificación que esgrimieron él junto a dos de sus hermanos a una de las víctimas: “Niña agrandada”. “Es un antecedente terrible”, dijo la vocera de Gobierno, Camila Vallejo.
Todo esto mientras se investiga si en los tres días en los que estuvo en la cárcel Macaya Zentilli el fin de semana pasado recibió un trato privilegiado -habitación privada en una enfermería- y cuando el cuadro político enfrenta un gran desafío: la inscripción de listas municipales de cara a la elección de octubre.
De hecho, ese es un factor clave a la hora de analizar la caótica semana de la UDI. Es una responsabilidad que Macaya tenía sobre sus hombros, enfatizan, pues ya se le habían cuestionado los resultados de las primarias -perdieron con sus candidatos en zonas icónicas como Lo Barnechea y La Florida-.
No sólo eso: Macaya era alzado como el hombre de la renovación en la UDI, con redes amplias, como un interlocutor incluso con el Presidente Boric, finalmente, una figura transversalmente valorada. Fue un hombre clave en el triunfo del Rechazo (62%) en septiembre con la propuesta de la Convención Constitucional y también en alcanzar ciertos acuerdos.
Aunque sus detractores en la derecha le cuestionaban su estilo dialogante, igualmente era sindicado como una de las figuras con más futuro en el sector. Y eso, en parte, estaba en sus cálculos para no renunciar previo a octubre, por sentido de responsabilidad a los desafíos que tenía hasta el fin de su mandato, también en octubre. En la mesa negociadora de Chile Vamos admiten, de hecho, que su figura era “unificadora”. Además su secretaria general, María José Hoffmann, había dejado temporalmente su cargo el pasado 16 de junio para ser candidata a gobernadora en Valparaíso.
Matthei y el impacto en el voto femenino
Ante el impacto social del caso se han analizado los efectos electorales que se puedan provocar en octubre. Una elección clave para la figura mejor evaluada del país: Evelyn Matthei (UDI). “Esto es un bocato di cardinale para la izquierda y las elecciones”, comenta un dirigente del partido.
Varios analizan que el Gobierno estaba viviendo su peor crisis con la seguridad, tras las matanzas en Lampa y Quilicura, lo que quedó en segundo plano luego de ese caso. Otros en la UDI, en tanto, verbalizan el temor que tienen de que su más probable candidata presidencial comience a tomar cada vez más distancia de la colectividad ante eventuales efectos electorales.
Esa preocupación se materializó, en parte, este viernes, cuando Matthei salió nuevamente a abordar el caso, ahora criticando directamente a Javier Macaya tras conocerse en Meganoticias sobre la calificación a la víctima y que fue consignada en la sentencia:
“Señalaron que es una niña ‘agrandada’, pues desde pequeña usaba teléfono celular, tenía Instagram, hacía TikTok bailando y publicó en una red social una fotografía en la que aparecía con un pañuelo verde apoyando la causa proaborto”. A aquello Matthei respondió directamente: “Proteger la infancia es un mandato moral que no distingue ideologías políticas. Y reitero que nada, ni la forma de vestir, de hablar, nada, absolutamente nada, justifica un abuso sexual”. Al tiempo que cuestionó los “privilegios” de Macaya Zentilli.
Una jugada hábil, para varios, si se tiene a la vista que en las últimas presidenciales el voto femenino ha sido clave para inclinar la balanza. Así se instaló en la segunda vuelta Boric-Kast cuando el líder republicano tuvo que pedir perdón por haber propuesto la eliminación del Ministerio de la Mujer y Equidad de Género.
Los resultados de octubre, en todo caso, vienen hace un buen rato rondando en los análisis, pues los números indican que incluso la UDI corre el riesgo de quedar como la tercera fuerza política al menos en concejales. El Partido Republicano, de hecho, es pronosticado por ahora como la colectividad que se convertirá en la primera colectividad opositora.
El incierto futuro UDI
Ahora, el diputado Guillermo Ramírez -quien asumió el martes por la noche la presidencia de la UDI- tomó la posta en los últimos días de la negociación. Conocido por su transversalidad dentro del partido y su experiencia en este tipo de tratativas por su anterior experiencia como secretario general, deberá mostrar buenos números para octubre.
Sin embargo, en el sector se analiza el estado de la UDI tras la caída de su líder. Algunos históricos dirigentes del partido han comentado por estos días una columna titulada “Una nueva etapa para la UDI”, de Luis Larraín, presidente del consejo de Libertad y Desarrollo.
“Es imposible ignorar el deterioro que ha sufrido el que alguna vez fuera el partido político más importante de Chile. Los errores de Macaya, que contribuyeron a este deterioro, fueron posibles por un entorno que no los impidió”, puntualizó en El Líbero.
“Vamos a salir adelante”, ha dicho, en tanto, el diputado Ramírez, quien fue rápidamente instalado en la presidencia para dar una señal de unión ante la dura crisis. Si bien se buscaba que todos los estamentos del partido lo apoyaran unánimemente, eso no fue posible en la comisión política, pues la exjefa de gabinete de Macaya, Camila González, votó en contra.
La razón, dicen, no fue personal por Ramírez, sino porque ese círculo buscaba que renunciara toda la mesa y no sólo Macaya. Pero a contrarreloj de la negociación municipal, eso no era posible. Había que evitar a toda costa un eventual efecto en la mesa negociadora y en las propias campañas de los candidatos.
Si habrá o no más efectos políticos es insospechado aún, dicen. Lo cierto es que el desafío de la UDI, por lo pronto, es intentar estar a la “par” de la figura mejor evaluada de Chile, Evelyn Matthei.