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Guillermo Harding llegará a Farmacias Ahumada acompañado de su círculo de hierro
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El próximo 26 de octubre, el empresario Guillermo Harding Alvarado estará de cumpleaños. Y coincidentemente sólo unos días después, el 2 de noviembre, el creador de Cruz Verde tendrá un rol protagónico en un deal que lo hará volver a la primera línea de la industria de las farmacias.
Claro que esta vez lo hará en Farmacias Ahumada (FASA), cuando se concrete el traspaso de esta cadena a un grupo de inversionistas, entre los que está el empresario, que comprará esta compañía que desde el 5 de octubre de 2010 dejó de estar en manos chilenas. Ese día, su forjador, José Codner, la traspasó al grupo mexicano Casa Saba; luego en 2014 éstos vendieron a los europeos de Alliance Boots y más tarde, éstos fueron adquiridos por Walgreens, que quedaron, entonces, como los dueños de FASA.
Pero concentrados en sus operaciones en Estados Unidos y Reino Unido, los resultados en Chile y México no acompañaron a Walgreens y optaron por salir de la región.
Esa fue la oportunidad que vieron los socios de LarrainVial, Felipe Porzio y José Tomás Brahm. En julio del año pasado tomaron contacto con el banco asesor de la venta, Goldman Sachs, plantearon que sólo les interesaba la operación chilena, y asesorados por Salvador Valdés del estudio Carey -y cuya contraparte fue Matías Zegers, de DLA Piper, en el plano legal, por Walgreens-, se pusieron manos a la obra a negociar un acuerdo que sólo se radicó en Chile y por Teams.
Este acuerdo llegó a su punto cúlmine esta semana, luego de que la Fiscalía Nacional Económica (FNE) diera su venia a la compraventa de FASA, con una condición de resguardo respecto de 25 locales arrendados por una sociedad de Harding a Cruz Verde.
Así, los nuevos accionistas de FASA tomarán una compañía entre cuyos activos principales están 300 locales arrendados y un centro de distribución ubicado en la Ruta 68, en la salida de Santiago hacia Viña del Mar. FASA vuelve a manos chilenas.
Hammer
Durante al menos seis meses, LarrainVial negoció directamente el acuerdo y fue en la última parte del deal en que tomaron contacto con su pool habitual de clientes para levantar los recursos, en particular un grupo ya formado y muy ad hoc: varios aportantes del Fondo de Inversión Privado Hammer, también creado al alero de LarrainVial, que en 2018 había comprado la cadena Construmart a Álvaro Saieh.
En ese fondo participan Gabriel Ruiz Tagle y Guillermo Harding, entre otros, y de ahí el nexo y la oportunidad que tomó este último empresario, forjador de Cruz Verde, de regresar a una industria que conoce como la palma de su mano y en la que estuvo por más de 40 años.
Claro que ahora compitiendo con la propia cadena que él fundó, Cruz Verde, luego de haberse asociado con la gigante mexicana Femsa, en un matrimonio comercial hecho en 2015 -en participaciones 60% para los aztecas y 40% para el empresario-, pero que terminó de la peor forma posible, con múltiples arbitrajes y acusaciones cruzadas que todavía se ventilan en la justicia y que lo llevaron a ejercer su opción de salida total de Cruz Verde en 2019.
Ahora, en FASA, Harding no estará solo, pues en este barco están también entre los inversionistas su círculo de hierro de históricos ejecutivos de confianza de la antigua Cruz Verde o también conocido como grupo Socofar. Por ejemplo, Jorge Brenner, quien lo acompañó en el grupo como socio desde 1982 y además tuvo diversos cargos ejecutivos, pues fue gerente general de Socofar, de Cruz Verde, de Solventa (la compañía que manejaba el negocio de crédito del grupo) y en el laboratorio Mintlab, del que llegó a ser también presidente.
También, Cristián Steffens, otro exsocio histórico del grupo Socofar y estrecho colaborador de Harding, hasta hace una década; Joel Lobo, el CFO de ICC Inversiones (la sociedad de Harding), también director de Construmart y antes el hombre de las finanzas del grupo Socofar, hasta 2016. Y Felipe Muñoz, hombre de confianza en el plano legal de Harding.
A diferencia del caso tras Construmart, en esta ocasión no se constituyeron en un fondo de inversión como aportantes, sino que en una Sociedad por Acciones, Inversiones Da Vinci SpA, en la que hay unos 20 accionistas. Junto a Harding, y a los ya nombrados ejecutivos cercanos, y a Gabriel Ruiz Tagle, participa también Aníbal Larraín, el mismo socio de Watt’s, y su familia.
Del grupo de 20 socios, unos seis tienen el 90% de la propiedad y aunque la FNE tildó a la sociedad de Harding, ICC Inversiones, como la controladora -de acuerdo con las normas legales de la CMF, que indican que el que tiene más del 25% tiene influencia decisiva-, varias fuentes confirman que Harding tiene menos del 50%, y que si bien es el accionista principal, no controla y no hay pacto controlador o acuerdo de actuación conjunta.
Los porcentajes, grafica un entendido, hacen que si todo el resto de los accionistas se pusieran de acuerdo en un pacto, podrían “pasarle por encima” a Harding, aunque no es la intención de los socios, habida cuenta de que quien tiene la trayectoria y la expertise en el rubro es el ex dueño de Cruz Verde, en un negocio al que los socios entran con una apuesta de largo plazo, asegura un partícipe.
Y es que al margen de consideraciones legales –la nueva ley de fondos estableció restricciones-, el hecho de que la estructura adoptada para el deal sea de accionistas de una sociedad y no aportantes de un fondo con un plazo estipulado de liquidación y salida, refleja que los nuevos socios de FASA buscan permanecer y no construir para luego vender.
¿Qué viene ahora? A fines de octubre probablemente se renovará el directorio de siete integrantes, hoy presidido provisoriamente por el socio de LarrainVial Felipe Porzio, y el 2 de noviembre ocurrirá la materialización de la compraventa. ¿Quién presidirá? Todavía no hay definición, dice otro cercano, pues una alternativa es que sea el propio Harding quien tome el timón de FASA, mientras otros conocedores no descartan que decida poner a algún profesional de confianza en la presidencia, pero no ser él mismo quien asuma.
Lo que sí está claro es que la intención de los nuevos socios es de continuidad de la administración de FASA que hoy encabeza Juan Pablo Corvalán, un ingeniero civil industrial y MBA de la PUC quien lleva años en FASA y que asumió la gerencia en Chile desde su cargo de CCO, en diciembre de 2022, cuando Michele Ingravallo fue promovido a tomar un cargo regional en la estructura comandada por Walgreens. Antes de trabajar en FASA, Corvalán trabajó en GMO, en una sociedad ligada a Sparta (Equity Brands & Retail) y antes en Monsanto.
¿Qué incentivó a Harding a sus 71 años a volver a emprender en el rubro farmacias y ahora desde FASA? Es la misma firma que fue su archirrival por exactas tres décadas, desde que en 1992 Cruz Verde llegó a Santiago y FASA a la Quinta Región, y con la que se enfrentó en un episodio amargo en 2008, el de la colusión de medicamentos.
Algunos elucubran con el hecho de competirle en particular a Femsa, pero un actor cercano dice que “eso no juega ningún rol”. Una persona familiarizada con el negocio expone que Harding es un emprendedor nato y simplemente la vida le dio ahora la oportunidad de volver a la industria en la que se forjó, que le apasiona, y con el desafío de levantar a FASA.
“Es súper motivador volver a partir con una empresa que está en tercer lugar y recuperarle esa fuerza vital. Para el que está acostumbrado a la vida empresarial, esto es emocionante. Es volver a emprender”, dice este actor.
Sociedad en Luxemburgo incorpora a sus cuatro hijos
Oriundo de Valparaíso -por eso su sociedad es ICC Inversiones, en alusión al Cerro Concepción-, Guillermo Harding es un empresario atípico.
De muy bajo perfil, quitado de bulla y sencillo en sus gustos pese a su patrimonio, cercanos al empresario lo describen como un profesional que destaca por su inteligencia.
Estudió no una, sino que dos carreras, ingeniería civil mecánica en la UFSM y también ingeniería comercial en la entonces Escuela de Negocios de Valparaíso, lo que sería la UAI, al darse cuenta de que mecánica no lo llenaba tanto como los negocios.
La veta farmacéutica venía de su padre, el fundador de Socofar, que era una distribuidora muy pequeña, y también era el dueño de la Droguería Munich, que no era una farmacia como las conocemos en la actualidad, sino una mayorista que vendía materias primas para los recetarios magistrales, accesorios, jaboneras, frascos, y proveía a hospitales de gasas, jeringas y termómetros, entre otros insumos.
El negocio fue creciendo y, avanzando en las épocas, al vivir en España en los años ‘70, Guillermo Harding se dio cuenta de que un símbolo internacional usado en el rubro era una cruz verde, lo que fue el origen de la marca que a partir de 1984 debutó en la Quinta Región.
Se casó con la española Catalina Delgado, por lo que la vida de Harding se ha repartido entre Chile y España y es en el Viejo Mundo donde tiene radicado parte importante de su patrimonio.
La sociedad Covadonga Investment SPF, radicada en Luxemburgo, anotó activos a diciembre de 2022 por US$ 1.096 millones. En ella participan como socios beneficiarios Harding, con el 49,36%, y sus cuatro hijos, Guillermo, Catalina, Beatriz y Felipe, todos Harding Delgado, cada uno con el 12,66%. A su vez Harding mantiene otras dos sociedades relevantes en España. Una es H4H Asesoría e Inversiones SL, de 2021 y donde Harding aparece como administrador en el registro mercantil en Madrid. Otra es Senex Mundi Inversiones SL, creada en 2017.
Justo hace casi exactos 13 años, “el 5 de octubre de 2010 José Codner tomó una de las decisiones más difíciles y duras de su vida al deshacerse de Farmacias Ahumada. Fueron 40 años de entrega diaria por un negocio que levantó con tenacidad y sacrificio”.
Estas palabras las escribió el Premio Nacional de Ciencias Aplicadas, Pablo Valenzuela, y forman parte del prólogo del libro De una esquina a un continente: José Codner y un sueño hecho realidad, que en 2018 vio la luz y fue escrito por las historiadoras Josefina Cabrera, Amparo Fontaine, Diego Damm, Eduardo Carrasco y Paula Caffarena, en el que describen con lujo de detalles la historia de José Codner y de FASA.
Allí, en casi 200 páginas cuentan desde la migración a Chile de los padres de Codner, Marcos Codner y Sara Chijner, desde Besarabia, actual Moldavia, en el contexto de las amenazas del antisemitismo y la guerra, que impulsaron especialmente a Sara a huir, socorrida por una tía que les prestó ayuda económica.
El destino original era Argentina, pero estando en el Canal de Panamá, supieron que se habían agotado las visas para ese país y, en cambio, en Chile, durante el gobierno de Pedro Aguirre Cerda, no sólo quedaban, sino que había una política de apertura de inmigración especialmente judía.
Así, en agosto de 1939 Sara, Marcos y una hija ya nacida, Sabina, llegaron al puerto de Valparaíso. Se trasladaron a la capital, se instalaron en una pensión en calle Compañía, y empeñando el único objeto de valor que traían, un abrigo de piel de astracán, se mantuvieron mientras Marcos Codner encontraba trabajo. Primero fue en una curtiembre en Galería Imperio, y luego decidieron probar suerte fuera de Santiago, estableciéndose en Rancagua, un polo atractivo gracias a El Teniente.
En 1941 ocurrieron dos hechos: nació José Codner y un boticario, Joaquín Garay Reyes, le vendió a Marcos Codner la farmacia El Águila, lo que marcó el inicio del negocio. El boom minero catapultó el negocio en el que José Codner se involucró desde niño, aunque ya pasada quinta preparatoria, la familia regresó a Santiago buscando que los niños, que ya eran tres -pues había nacido Clara-, recibieran una mejor educación.
Ya en Santiago, Marcos Codner compró la farmacia Boston, en San Pablo con Bandera, y luego siguió comprando y abriendo otros establecimientos del ramo, como farmacias York, Santo Domingo. José Codner ingresó a estudiar Química Industrial en la PUC y luego se cambió a Química y Farmacia en la U. de Chile.
Trabajó en proyectos de investigación, como la adicción a la morfina -inyectando 50 ratas todos los días-, trabajo en la Droguería Hoffmann, hizo su práctica en laboratorio Maver y ya fallecido su padre, abrió el primer local con el nombre Ahumada, el 17 de noviembre de 1969, ubicado en la esquina de Ahumada con Huérfanos. El resto es historia. Se expandió por el continente y al momento de su venta, FASA tenía un valor económico de US$ 700 millones.