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La solitaria crisis del negocio pesquero de los Angelini
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Que hay que hacer justicia en el norte es una consigna que el Gobierno le ha transmitido a la industria durante toda la discusión -a lo menos, acalorada- en torno a la nueva Ley de Pesca.
Porque nadie ha escondido ni negado que las motivaciones del proyecto son políticas y los fundamentos últimos de eso tienen un nombre: Corpesca.
El propio Presidente Boric marcó el punto cuando presentó la iniciativa: “La actual Ley de Pesca no tiene legitimidad”, dijo en una caleta de pescadores artesanales en Quintay. “Hubo quienes durante su tramitación pusieron intereses privados por sobre los intereses comunes y dejó en evidencia acciones de cohecho y tráfico de influencia inaceptables en democracia”.
La historia es conocida. El exgerente general, Francisco Mujica, quedó con pena remitida por soborno, mientras que el exsenador Jaime Orpis y la exdiputada Marta Isasi (ambos UDI) fueron condenados por cohecho.
Aunque el líder del holding detrás de la pesquera, Roberto Angelini, afirmó que “la empresa como tal” era ajena a los hechos, desde ese entonces que Corpesca lleva su propia letra escarlata. La compañía optó por el bajo perfil y poco a poco fue distanciándose del resto de la industria, dejó algunas instancias gremiales y, desde luego, se ha abstenido de involucrarse en la discusión de la nueva Ley,
“Ellos se fueron automarginando”, sostiene un directivo del mundo pesquero.
Lo que no muchos saben es que, posteriormente, la crisis de Corpesca también llegó al plano de sus operaciones y que, impactada por fenómenos climáticos y un fallo judicial, ha visto profundamente mermada su capacidad productiva, al punto de tener que paralizar barcos y plantas y racionalizar prácticamente todos los procesos de la compañía.
Los flancos de una crisis
En 2023 Corpesca registró los volúmenes de pesca capturada y procesada más bajos de su historia. Sus ingresos cayeron más de 25% y perdió US$ 12,8 millones. Desde 2019, solo ha terminado el año con utilidades en una ocasión, en 2022.
La compañía se enfoca principalmente en producir y comercializar harina y aceite de pescado y se concentra en las regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá y Antofagasta. La pesquera que históricamente ha sustentado sus operaciones es la anchoveta, pero en un hecho inédito, el año pasado la flota no capturó ninguna. Solo pescaron jurel y caballa.
Son dos las causas principales de lo anterior. La primera es climática. El fenómeno de El Niño provocó que la disponibilidad de anchoveta fuera la más baja desde 1985, lo que hizo que la pesca total recibida por Corpesca disminuyera un 57% en 2023: las capturas que compran a flotas artesanales cayeron un 63% y la pesca de su propia flota industrial un 44%.
Esta situación es vista como algo circunstancial, una anomalía. De hecho, fuentes de la empresa explican que el fenómeno ha ido en retirada y que ya se han observado recuperaciones en el nivel de capturas.
Pero es la segunda causa la más compleja. Hasta 2021, una resolución de la Subsecretaría de Pesca autorizaba a la flota de Corpesca a operar en áreas acotadas dentro de las primeras cinco millas marítimas, en los lugares donde no existía interferencia con el sector artesanal, para quienes esa franja está reservada. No obstante, ese año un fallo de la Corte Suprema dejó sin efecto la resolución llevando a la empresa al límite.
El propio Angelini, que se mantiene como presidente de Corpesca, en la última memoria de la compañía, definió esta situación como “un efecto negativo permanente” para la operación de los barcos industriales. “Constituye una real amenaza a su viabilidad económica”, dijo.
Los conocedores de la interna explican que durante décadas, la pesca en esas cinco millas representaba cerca del 36% de la captura de anchoveta para la flota industrial, por lo que si no logran restituir la autorización, será imposible que la empresa recupere los niveles de pesca a los que antiguamente estaba acostumbrada.
Este mes, Inversiones Nutravalor, la matriz de Corpesca, reportó sus resultados a septiembre, en los que reveló que los ingresos de la pesquera volvieron a caer un 30% en este periodo y que, en estos nueve meses, otra vez ha registrado pérdidas por US$ 2,8 millones.
La compañía, además, tiene otro problema, que es que la anchoveta está saliendo con muy bajo contenido graso, por lo cual “prácticamente no tiene rendimiento” para elaborar aceite de pescado.
Recortes y un aumento de capital
“Esta realidad nos ha forzado a llevar adelante una importante reestructuración, especialmente en lo relativo al tamaño de la flota, que ha implicado disminuir en forma significativa el número de naves operativas, habiéndose racionalizado también los servicios de apoyo a estas, así como también la operación misma de las plantas productivas, buscando con ello alcanzar una mayor productividad y mejoras en todos los procesos involucrados. Estos cambios han permitido obtener una estructura de costos que se ajusta de mejor forma a periodos de bajas capturas”, resumió Angelini en la carta de la última memoria.
“La pesca industrial necesita dE un tamaño mínimo para su funcionamiento (...) el fraccionamiento considerado en el proyecto de ley no lo permite”, dijo Roberto Angelini sobre la propuesta del Gobierno.
Entre las medidas que se han tomado, explican las fuentes de la empresa, se ha reducido la cantidad de barcos activos en la flota, además del personal de tripulaciones. Durante 2023, por ejemplo, la empresa cerró las operaciones de la flota de Arica, centralizando los trabajos en la base de Iquique. Lo anterior fue descrito por Corpesca -en su memoria- como una decisión particularmente difícil, porque esta flota había operado ininterrumpidamente desde fines de los años 50’, y dijo que era una consecuencia de la restricción para operar en las cinco millas. Vale decir que en Arica aún permanece operativa una planta de proceso de la compañía, aparte de otras dos que siguen funcionando en Iquique y Mejillones.
Con todo, el año pasado los accionistas de la pesquera tuvieron que realizar un aumento de capital, que ascendió a US$ 86 millones. El 50% de ese monto se destinó simplemente a bajar los niveles de deuda de Corpesca. La otra mitad también se usó para pagar deuda, pero de una empresa coligada llamada Golden Omega, que se dedica a producir concentrado de Omega 3 justamente a partir de aceites de pescado de anchoveta. Con esto, al interior de la empresa estiman que ahora los niveles de deuda e indicadores relacionados quedaron en un rango “razonable”.
Cabe destacar que Corpesca no es la única empresa que ha sufrido esta crisis. Este miércoles, en el Congreso, el investigador pesquero Hugo Arancibia expuso que, en la década de los 80’, en la macrozona norte pescaban 220 embarcaciones industriales. En 2020, solo quedaban 35 y, en 2024, solo 10 han operado.
La pesca y los Angelini
Algunos directivos de otras empresas pesqueras dudan de que Corpesca pueda recuperar sus permisos para operar en las cinco millas, con lo que la crisis perduraría en el tiempo.
Teniendo en cuenta que el Grupo Angelini tiene otros negocios pesqueros muy exitosos, consideran que otro holding quizás podría pensar en replantear el modelo de la firma, sin embargo, en el rubro están convencidos de que el conglomerado va a usar todos los recursos a los que pueda echar mano para levantar a Corpesca, porque saben que para ellos tiene un valor especial.
La pesca en el norte del país es la cuna de los negocios de Anacleto Angelini, el fundador del conglomerado y tío de su líder actual. A mediados de los 50’, el empresario comenzó a producir harina y aceite de pescado tras comprar una pequeña pesquera llamada Eperva, que es la misma sociedad que hoy tiene el nombre de Nutravalor y que controla Corpesca. Allí fue que Angelini invirtió con fuerza en la profesionalización de la industria pesquera y desde donde, en un inicio, fue viendo crecer el imperio que hoy se ha construido bajo el paraguas de Empresas Copec.
Además de Corpesca, hoy Nutravalor controla Orizon -matriz de la marca San José-, que es la empresa que lidera la industria del jurel en Chile, la principal pesquería del país, y que ha incidido positivamente en los resultados del grupo en los últimos periodos. El año pasado Orizon adquirió el 70% de Fiordosur, una empresa enfocada en productos premium como bacalao, centolla y salmón.
Además, en 2019 Corpesca se dividió en dos, separando la actividad pesquera del resto de sus negocios, que quedaron agrupados en Inversiones Caleta Vitor, sociedad que comercializa proteínas y grasas de origen vegetal y animal. Tiene como sus principales mercados de desarrollo a Brasil y Chile, y la comercialización y logística en Europa.
Con esa filial, el grupo Angelini incluso ha incursionado en el rubro acuícola. En 2021, adquirió el 50% de la salmonera Caleta Bay por US$ 25,3 millones.
Corpesca y la industria
Desde que el caso salió a la luz, la empresa fue disminuyendo su participación en las instancias comunes con el resto de la industria, que hoy ha estado unida en bloque para oponerse a los proyectos del Gobierno que estiman fatídicos para la actividad.
Corpesca aún participa de la federación gremial nacional, Sonapesca (a través de Asipnor, la asociación de pesqueros del norte), pero por algunos periodos ha reducido su actividad. Por el grupo Angelini, en Sonapesca también participa Nutrisco, la comercializadora de Empresas Copec que estás detrás de Orizon.
Esta pesquera, por otro lado, a pesar de operar en esa zona no es parte de los Pescadores Industriales del Biobío (ex Asipes), el principal gremio regional que hay en el país y que ha estado protagonizando la discusión con las autoridades. Eso sí, las fuentes ligadas a la empresa argumentan que esto no tiene nada que ver con las disputas que puedan haber existido en torno al caso Corpesca y que cada compañía corre por un carril separado.
Particularmente en esa región hubo algunas empresas que, tras el caso, quisieron apartar a Corpesca de la federación nacional, para dar una señal. Eso no se concretó nunca, pero sí causó rencillas internas y selló el distanciamiento de Corpesca con algunos sectores de la industria.
Pero además, dice una fuente del sector pesquero, las compañías de este holding a veces no tienen los mismos intereses o preocupaciones, porque son parte de un conglomerado gigante que tiene su propia agenda y una espalda financiera más fuerte. “La verdad es que son otro animal que nosotros”, postula la fuente.
El fraccionamiento, la mayor amenaza de la nueva Ley
Como se decía, hoy la industria pesquera se encuentra reunida en oposición a la nueva Ley de Pesca, pero sobre todo, contra la propuesta de fraccionamiento. Se dice que este artículo es el corazón de la norma, porque es el que distribuye las cuotas de pesca entre industriales y artesanales, la eterna lucha del sector.
Y como la motivación del Gobierno es una reivindicación respecto de lo que pasó con el caso Corpesca, el cambio más agresivo es respecto a la anchoveta en el Norte Grande. Hoy la industria tiene un 84% de la cuota en esta zona, cifra que con el proyecto caería a un 20%.
El Ejecutivo le asestó un fuerte golpe a la industria, ya que, al ver demorada la tramitación de la Ley, separó el fraccionamiento y lo ingresó como un proyecto separado. Rápidamente y con una abrumadora mayoría se aprobó en la Cámara de Diputados y hoy los pesqueros se juegan sus cartas para tratar de convencer al Senado para moderar algunos de los cambios propuestos.
En la carta de la última memoria, Angelini se refirió en duros términos respecto al fraccionamiento y dijo que reducir la cuota al 20% “definitivamente no hace viable” la operación de la industria.
“La pesca industrial necesita de un tamaño mínimo para su funcionamiento, que le permita absorber los elevados costos fijos que demanda esta actividad. Claramente, el fraccionamiento considerado en el proyecto de ley no lo permite”, argumentó Angelini.
Y advirtió: “La desaparición de la pesca industrial de la zona norte llevaría a la compañía a limitar su operación a la sola recepción de pesca artesanal y su procesamiento, lo que no se condice con el rol histórico de una empresa pesquera que tiene una trayectoria de casi 70 años, aportando valor a las regiones donde ha desarrollado su actividad”.
Hoy, en Corpesca esperan volver a poner en operación algunos de los barcos y plantas que han paralizado luego de que se normalicen las condiciones ambientales, una vez se haya esfumado el fenómeno de El Niño, lo que podría llevar a que se recupere la disponibilidad de anchoveta, pero las fuentes al interior de la empresa admiten que la decisión de reincorporar la flota industrial a la operación dependerá de lo que pase con el proyecto de fraccionamiento.
De persistir lo aprobado en la Cámara, cuentan, no será posible reincorporar los barcos y, aún más, significará una contracción de la empresa aún mayor.