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Robert Francis Prevost: el nuevo Papa en voces de 3 chilenos

Robert Francis Prevost: el nuevo Papa en voces de 3 chilenos
A pocas horas de la elección del nuevo pontífice en el Vaticano, fueron varios los chilenos que recordaron sus historias y anécdotas con Robert Francis Prevost, sacerdote de la Orden de San Agustín que este jueves eligió el nombre León XIV para ser llamado como papa. Y es que Chile no es un territorio desconocido para la nueva autoridad de la Iglesia Católica. A finales de 2003, durante tres semanas, el norteamericano visitó el país en su calidad de prior, es decir, de máxima autoridad dentro de la orden agustiniana. Aquí, tres chilenos recuerdan y desglosan momentos que compartieron con él y coinciden en varios de los rasgos que caracterizan al nuevo papa: de sonrisa fácil, amable y muy cercano.
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"Él era una persona de sonrisa fácil"
A las 12:08 del mediodía de este jueves, humo blanco salió de la reconocida chimenea de la Capilla Sixtina, ubicada en el corazón del Vaticano. Un nuevo pontífice había sido electo. A esa misma hora, en un colegio ubicado al otro lado del mundo, en Ñuñoa, sonaron campanas. Era el colegio San Agustín, recinto que en 2003 recibió al -aquel entonces- padre Robert Francis Prevost. Todavía no lo sabían, pero tenían un vínculo directo con el nuevo líder de la Iglesia Católica.
Entre septiembre y octubre de ese año, con 48 años, Robert Prevost y prior de la orden de San Agustín hizo una visita canónica a Chile en su calidad de autoridad máxima de la orden. “Pasó por varias parroquias, casas de formación, conventos y dos colegios agustinianos, uno en Concepción y otro aquí, en Santiago. También visitó la iglesia de San Agustín que está en el centro”, cuenta Leonora Cornejo, docente y encargada de Pastoral del Colegio.
“Nos preparamos bastante”, asegura Cornejo. “Los chicos aprendieron bailes folclóricos, fueron vestidos de huasitos y le entregaron una tarjeta con un mensaje. En básica, recuerdo, en algunos cursos memorizamos un poema de Gabriela Mistral”.
Aquella “visita ilustre” -como la cataloga el mismo anuario del colegio- consistió en un recorrido en donde el actual papa pudo conocer las dependencias del recinto acompañado del rector de aquella época, el padre Juan Carlos Ayala. “El prior pasó por todos los ciclos del colegio saludando. Fue una persona muy amable, de una sonrisa espontánea y muy acogedor”, rememora Cornejo.
Sobre cómo describiría al pontífice, la chilena responde: “Me acuerdo de que era una persona muy alta (ríe). Con un carisma muy especial… él era una persona de sonrisa fácil. Le agradecía a todos durante su visita”.
Algo que Cornejo recuerda con especial cariño es el desayuno con todos los funcionarios esa mañana en el comedor del colegio. “Él nos dio un mensaje, que fue una especie de arenga. Me acuerdo patente: nos habló y nos instó a seguir siendo agustinianos, a seguir trabajando en comunidad y a seguir representando los pilares agustinos que son la libertad, la comunidad y la interioridad. Nos motivó a que formáramos muchos agustinitos con ese carisma”.
“Un hombre de profundo equilibrio y muy diplomático”
“Todavía me cuesta creerlo”, asegura José Ignacio Busta, prior provincial de la orden de San Agustín en Chile.
“Aún me parece que estoy soñando cuando lo veo vestido de papa. Él siempre ha sido un hermano muy querido y muy cercano con todos, que nunca ha puesto barreras. Entonces que ahora esté convertido en el padre común de toda la Iglesia… simplemente aún no me lo creo”, agrega.
Busta conoció por primera vez al -entonces- prior Robert Prevost en 2003, durante su visita al país. “En esa época yo era seminarista y vivía en la casa de formación de Ñuñoa”, asegura el prior. “Una de las primeras cosas que recuerdo es que él quiso conversar conmigo y con quienes estaban en la casa, y tuvimos una charla muy serena, muy simpática”, cuenta.
Y añade: “Me dio muchos ánimos para que siguiera adelante con mi fe. Yo en ese entonces tenía 26 y recuerdo que me dio mucha esperanza para poder seguir caminando en este camino. De esa conversación me impresionó mucho lo escuchado que me sentí. Me di cuenta de que estaba delante de un hombre que sabe escuchar, compartir y apreciar las cosas simples de la vida”.
El actual prior menciona que no sólo compartió con el nuevo papa durante esa visita, sino que también en Roma, entre los años 2006 y 2011, cuando Robert Prevost vivía en la comunidad de la curia -el gobierno central de la orden de San Agustín- y Busta junto a un grupo de padres jóvenes y estudiantes. De esa experiencia, cuenta, tiene un recuerdo especial: “Siempre andaban buscando a algún padre joven que jugara tenis con él. Era una faceta deportiva que yo no sé si podrá mantener ahora, como lo hizo Francisco con el fútbol”, comenta el chileno, entre risas.
Sobre si le hace sentido la elección del hombre que conoció en 2003 como pontífice, fray José Ignacio Busta responde: “Totalmente. Él siempre ha sido considerado como un hombre de profundo equilibrio y muy diplomático. Yo creo que él va a construir la comunión a partir de esas categorías. En un mundo y una iglesia que está tan fragmentada, un papa como él va a hacer mucho sentido”.
“Él era uno más (de nosotros)”
Claudio Torres tiene 59 años y trabaja desde hace 40 como bibliotecario y encargado de Pastoral del Colegio San Agustín de Concepción. Según cuenta, es de los pocos funcionarios que coincidieron con la visita de Robert Francis Prevost al colegio en 2003.
La visita duró una mañana completa, cuenta el bibliotecario, quien hace énfasis en una anécdota especial: “En el esquinazo una niña pequeña intentó sacarlo a bailar un pie de cueca. Y en el 2003 él todavía no hablaba español tan bien, se notaba que todavía tenía ese acento norteamericano. Eso causó risa entre el personal porque él se incomodó y le repetía a la niña: ‘No, no, no. Yo solamente salto, yo solamente salto’ en un español más tirado al estilo gringo”, cuenta el chileno.
Algo que destaca Torres del nuevo papa es su preocupación por la educación que, asegura, considera que se vio demostrada durante su visita a la ciudad. “Él vino a visitar este colegio que está casi al final del mundo”, reflexiona el docente. “Y recuerdo que él estaba muy agradecido de los profesores y el personal de ese tiempo. Especialmente por nuestra dedicación con la cantidad de recursos que teníamos. La orden de San Agustín tiene colegios que trabajan con diferentes situaciones sociales y económicas. Entonces él nos felicitó porque en esos tiempos teníamos los recursos mínimos para educar”, cuenta.
También destaca su cercanía. “Eso se podía ver en su modo de conversar y de acercarse a las personas, a los niños, siendo él la autoridad máxima para nosotros en ese entonces. Él era uno más. Fue a saludar hasta a los auxiliares. Te diría que no se regía tanto por los protocolos, yo creo que quizás ahora le va a costar un poco regirse por tanta norma. Él no era un pastor lejano, sino que se acercaba a la gente, no la gente a él”.