Por dentro
Los alemanes que apostaron por la miel orgánica chilena
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Lutz Kindermann llegó a Chile en 2011. El empresario venía desde Alemania para trabajar en una firma dedicada a las energías renovables. Al cabo de 12 meses decidió tomarse un año sabático antes de volver a su país natal. Ese tiempo lo pasó en compañía de su socio Alex Setzer, y les cambió la vida.
Durante todo el 2012 recorrieron nuestro país. “Nos enamoramos de Chile”, cuenta Lutz, pero ese era solo el comienzo. Cuando llegaron al Parque Nacional Pumalin, ubicado en la provincia de Palena, región de Los Lagos, se encontraron con un centro de apicultura donde las abejas se desarrollaban de manera libre; sin pesticidas y fuera de grandes industrias, creando así un producto 100% orgánico.
Les gustó tanto el lugar que terminaron quedándose casi 4 meses trabajando como voluntarios para aprender más acerca de esta actividad. Sin embargo, para Alex no se trataba de algo desconocido.
Si bien en Alemania se había desempeñado en la banca, también había adquirido conocimientos de apicultura a modo de hobby durante más de 30 años, cosa que hacía en su tiempo libre. La posibilidad de dedicarse a esto full time, lo cautivó.
Lutz cuenta que en 2014, se enfrentaron a una disyuntiva: volver a la vida que conocían o partir desde cero en un nuevo país. La decisión fue quedarse y empezar un emprendimiento propio.
“Con el cambio de continente también hubo un cambio de concepto de vida”, afirma.
La rica variedad floral
Encontraron un lugar en Puerto Octay, en Rupanco, donde instalaron un centro de apicultura. Lo llamaron Fundo Apícola Puntiagudo, y hay solo dos personas que trabajan ahí: Alex y Lutz. Setzer dedica todo su tiempo a la producción de miel mientras que Kindermann se autodenomina su ayudante, ya que sigue con su trabajo de gerente regional de LATAM en una empresa de energías renovables.
En esta locación sureña la apicultura no es algo convencional, pero ellos le han sacado ventaja. Donde se encuentran hay abundancia de bosque nativo y su correspondiente flora, gracias a lo cual pueden producir miel multifloral.
Algunas de ellas están compuestas principalmente de ulmo y otras de otra flora del lugar, como el maqui, la tiaca, tineo, entre otras. “Hay una gran gama de floración que permite una mejor cosecha, con diferentes sabores y composiciones. Es una variedad interesante”, pero lo más importante es que les permite producir de manera constante a lo largo de todo el año.
Además, se han alejado de los pesticidas y de la apicultura convencional, creando un producto 100% orgánico.“La miel chilena tiene un sabor característico, sobre todo la del sur. En mi experiencia tiene sabores que no se encuentran en otra parte del mundo”, cuenta Lutz.
Durante este año tienen una meta: llegar a trabajar con 15 toneladas de miel en su centro, De esta el 100% se destinara solamente al mercado nacional.
Otra de las cualidades de las que se han preocupado particularmente al producir su miel es la textura: quieren que este sea un factor diferenciador al minuto de entrar al mercado. Lutz comenta que las mieles por lo general son o muy líquidas o demasiado sólidas, y que suelen tener grumos. El producto de ellos, afirma, tiene una consistencia más parecida al manjar.
De Nueva Zelanda a Chile
En una feria de apicultores el año 2019 Alexander conoció a un par de jóvenes: María Jesús Olave y Francisco Pavez. Estos chilenos tienen una marca, llamada Komb, que se especializa en la comercialización de mieles premium.
Básicamente buscan agricultores y productores de miel a lo largo del país y se encargan de vender y distribuir sus productos. En este proceso Kindermann y Setzer juegan un rol clave.
Toda la miel, de diferentes proveedores, es llevada a su centro de procesamiento y pasa por un proceso de texturización para que el dulce producto obtenga la consistencia deseada. Ya procesada se envía a Santiago, donde Komb se dedica a venderla.
Tan solo el año pasado, que fue cuando hicieron el lanzamiento de su producto mínimo viable, el total de ventas netas fue de US $50 mil, de estos US$45 mil fueron solamente a través de la página web (www.komb.cl) y lo restante a través de otros medios.
Olave y Pavez comenzaron trabajando en la industria de la apicultura en Nueva Zelanda, referente en esta área a nivel mundial.
“Ahí pudimos entender el potencial que tenía esta industria en el mercado de la alimentación saludable y los alimentos naturales. Mercados que hoy crecen aceleradamente por el contexto sanitario”, afirma Olave.
Ahí fue cuando vieron una oportunidad de negocio en nuestro país. Olave continúa diciendo: “Nos percatamos de que en Chile faltaba una propuesta D2C (direct to consumer) que le garantizara al consumidor la calidad de este producto. Actualmente el 75% de la miel que se vende en Chile se encuentra adulterada de alguna manera y no llega en su estado natural”.
Hoy Komb trabaja de la mano de Mercado Libre con operaciones end to end (el producto le llega de manera directa al comprador final, sin modificaciones) para así llegar a los consumidores de la mejor manera posible.
Si bien la mayoría de las empresas se han visto golpeadas por la pandemia, ellos han sacado lo mejor de la oportunidad, creciendo un 20% en los últimos 3 meses. “En cuanto a las ventas, han aumentado por el contexto sanitario en que nos encontramos. Sin duda el comercio electrónico esta en auge”, afirma Olave.