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La nueva energía de Lipigas: entra al hidrógeno verde y creará startups
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La meta era que al 2022 el 25% de los ingresos de Lipigas vinieran de fuera de Chile. Pero ahora la meta es otra: que al 2030, el 25% de los negocios de la empresa no tengan que ver con el gas.
La firma, controlada por las familias Noguera, Santa Cruz y Vinagre, está en un arduo proceso de transformación. La disyuntiva a la que se enfrentaron fue simple, pero compleja a la vez: o se transformaban o morían.
La compañía sabe que el negocio de gas licuado de petróleo (GLP) no va a durar mucho tal como se conoce hoy, tanto por la emergencia climática imperante, como por cambios en los hábitos de consumo de los clientes.
Comandados por Ángel Mafucci, un ejecutivo que lleva 30 años vinculado al mercado del gas, decidieron abrir el naipe lo más posible. Tanto, que están explorando entrar al negocio del delivery, de internet y TV a domicilio, además del negocio de energía solar, biocombustibles e hidrógeno verde donde ya tienen avances.
Aunque fueron sorprendidos por el informe preliminar de la Fiscalía Nacional Económica (FNE) que concluyó que había problemas competitivos en el mercado del gas licuado, y recomendó separar la producción de la comercialización, en la firma creen que las conclusiones no son las correctas y que los cálculos de los márgenes no fueron bien aplicados.
“Al hacer este cálculo, la Fiscalía no contempló el proceso que va desde que el gas llega a un terminal marítimo en Chile hasta que se entrega envasado en un cilindro en la casa de una familia. En otras palabras, no consideró inversiones, impuestos ni costos en infraestructura, tecnología, logística, transporte y servicio. Tampoco contempló la inflación, que solo entre 2015 y 2020 fue de 15%. Esto ha llevado a un diagnóstico de la industria que no se condice con la realidad, lo que es preocupante. Acá, al menos en el caso de Lipigas, no hay sobreprecios”, dice la compañía.
Delivery
Fue en 2019 cuando la consultora internacional McKinsey los hizo repensar lo que querían ser. Antes del estallido social y la pandemia, la firma presidida por Juan Manuel Santa Cruz y que ha sumado consejeros externos como Rosario Navarro, Paola Assael y Tina Rosenfeld, definió que su gran crecimiento vendría de los “negocios adyacentes”. Es decir, todo lo que no sea gas, pero que sí use su expertise sirve.
Y así fue como armaron diferentes unidades. Una de ellas es la de Logística Digital, en la que trabaja un equipo de desarrolladores de startups tecnológicas especializadas en logística, la idea es financiar y crear nuevas empresas. Mal que mal, las distribuidoras de cilindro de gas fueron las primeras firmas de delivery en el país, antes que arribaran gigantes que reparten comida, vestuario y productos en general. Hoy Lipigas hace 11 millones de repartos al año, en menos de 40 minutos.
Aunque al interior de la empresa el silencio es absoluto, DF MAS pudo confirmar que en las próximas semanas ingresarán a la propiedad de una startup de delivery de e-commerce chilena, cuyo nombre se guarda bajo siete llaves.
Pero además trabajan internamente en crear una empresa propia de delivery de productos. La idea es repartir a clientes finales, transformándose en un intermediario, una especie de Cornershop. El detalle fino está en etapas finales para fijar el área de cobertura y el tipo de productos que incluirán en los despachos.
Esta unidad de negocio tendrá una nueva marca para separarla de Lipigas, cuyo nombre está en etapas de inscripción. Aunque será parte del holding Empresas Lipigas, no llevará la palabra “gas” en la marca.
En los próximos cinco años, esta filial invertirá US$ 30 millones en desarrollos de logísticas que permitan diversificar la matriz de la compañía.
Comprando en Colombia
Otra de las noticias que llamó la atención en noviembre fue que explorarán en Colombia el negocio del internet y TV. ¿Qué hace ahí una empresa de gas?, fue la pregunta más recurrente por esos días. De nuevo, transformarse.
Allí se asesoraron con importantes conocedores del mercado colombiano de las telecomunicaciones y definieron que su negocio principal, el gas por cañería y que atiende a 120 mil clientes, se acoplaba perfectamente con su estrategia de crecer en “los adyacentes”. Usando el mismo trayecto del ducto del gas, se puede atravesar fibra óptica para dar internet y televisión.
Además, esto va de la mano con un plan del gobierno colombiano de llevar internet de alta velocidad a comunas alejadas de los grandes centros urbanos como Bogotá o Cali, que es donde atiende Chilco Colombia, la filial en tierras cafeteras. El plan gubernamental hizo la red troncal de internet, y Lipigas en Colombia evalúa hacer la venta final a las casas.
Pero como este negocio sí que no está en su core, ficharon a Carlos Andres Sierra para hacerse cargo de la firma, quien posee experiencia en diversas industrias colombianas, incluidas las telecomunicaciones.
En este caso, también cambiarán el nombre de la compañía para disociarse del “gas”. Por estos días están afinando la compra de una pequeña compañía proveedora de internet a domicilio con unos 10 mil clientes, para hacer las pruebas correspondientes y lanzarse con todo a este mercado. Hacerlo en Perú y Chile, no está descartado.
Lo verde
Eso sí, la energía no es un negocio que vayan a abandonar en ningún caso, dicen las fuentes de la firma.
Esta semana anunciaron que cerraron acuerdos con Suburban Propane Partners, el tercer distribuidor minorista de propano de Estados Unidos, y Oberon Fuels, el único productor comercial de dimetil éter renovable a nivel mundial.
En palabras sencillas: Lipigas será el laboratorio para que estas firmas prueben una nueva fórmula de combustible domiciliario pero infinitamente menos contaminante y de materias primas vegetales. La idea es introducir un aditivo al gas licuado que lo hace carbono neutral y que usará los mismos cilindros de gas.
Además, una de las formas de generar este aditivo es con desechos que producen los animales (excrementos). Por ello, ya están conversando con empresas chilenas productoras de carnes de vacuno, pollo y cerdos, para asociarse o comprar los desechos que generan los animales.
De ahí se puede extraer un gas que tratado con la tecnología de sus nuevos socios estadounidenses, genera energía, y podría combinarse con el propano que produce Lipigas en sus cilindros de gas.
Pero eso no sería todo. También entrarán con fuerza al negocio del hidrógeno verde. Para hacerlo, están cerrando contratos con plantas productoras del nuevo material, y que les servirá de materia prima para mezclarlo (en una proporción de entre 5 y 10%) con gas natural, sobre todo en el norte de Chile (Calama suena como zona piloto) para vender un combustible más limpio y hasta más eficiente. Invertir directo en una planta propia no está en los planes, pero sí quieren ser un comprador de los nuevos proyectos que se instalarán en Chile.
Todos estos desarrollos que antes estaban alojados en la gerencia de Grandes Clientes, desde el 1 de enero pasarán a formar la nueva gerencia de Hidrógeno Verde y Biocombustibles, que liderará Esteban Rodríguez.
El otro negocio que potencian es la energía solar. En septiembre anunciaron que compraron el 80% de la firma de energía solar Four Trees, en US$ 3,3 millones. Son 19 plantas solares fotovoltaicas con una potencia total de 3,6 MW. Dentro de los últimos fichajes de clientes fue con el Banco Santander, para quienes generarán energía renovable para sus operaciones.
En el plan está atender más empresas y, por qué no, ingresar al mercado eléctrico residencial. En Lipigas, miedo a lo desconocido, no le tienen.