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Magdalena Gil, socióloga: "El calor es hoy la amenaza natural más importante para la Región Metropolitana"

Magdalena Gil, socióloga: "El calor es hoy la amenaza natural más importante para la Región Metropolitana"

Esta semana se registraron temperaturas altas históricas en la Región Metropolitana. Magdalena Gil, académica de la Escuela de Gobierno UC y una de las pocas investigadoras en Chile que estudia el calor como materia de análisis social, político y económico, alerta sobre las consecuencias de este fenómeno.

Por: Cristóbal Kurth - foto Verónica Ortíz | Publicado: Viernes 2 de febrero de 2024 a las 08:00
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Con terremotos y volcanes es que Magdalena Gil, profesora de la Escuela de Gobierno de la Universidad Católica, compara los impactos de las olas de calor que azotan al país y al mundo cada vez con más frecuencia. Este miércoles, por ejemplo, en la Región Metropolitana se registraron 37,3 grados, según la Dirección Meteorológica (DMC), que fue la tercera temperatura más alta registrada históricamente en esta zona.

Ese mismo día, protegida eso sí por el aire acondicionado de una oficina, Magdalena Gil conversó con DF MAS. Conoce bien de lo que habla. Participa en el Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (CIGIDEN), organismo patrocinado por la UC. Obtuvo su doctorado y magíster en Sociología en la Universidad de Columbia y dice que su interés por el calor extremo comenzó el 2019, cuando trabajaba en incendios.

En enero de ese año, en el día más caluroso de la historia de Chile, le llamó la atención que Santiago seguía como si nada con 38 grados encima. Ella se encontraba en una reunión del CIGIDEN, sin aire acondicionado, cuando se dio cuenta de que, siendo incluso un centro de riesgos, estaban expuestos ante una amenaza más letal en términos de vidas humanas que una erupción volcánica. “El volcán te arrasa la infraestructura, pero tú evacúas y puedes aspirar a que no muera nadie”, precisa. Con el calor no ocurre lo mismo.

Señala que hoy saben que en esos días de 2019 se produjeron alrededor de 500 muertes en el país que se atribuyeron al calor de esa semana estival. “Eso ya es más o menos lo mismo que la gente que murió en el terremoto de 2010”, sostiene la experta.

Otra comparación que hace la investigadora con los volcanes tiene que ver con las alertas. En ese tipo de desastres se espera a que haya señal roja para evacuar, pero la gente que está postrada o en sillas de ruedas debe retirarse antes de eso. Lo mismo debería ser con las alarmas por calor extremo, advierte:

“Hay un sector de la población, como los adultos mayores, que deberían estar en alerta ya con 31 grados”. Explica que las personas con poca capacidad de autorregulación térmica reaccionan de manera adversa con solo un poco de calor por encima de lo normal. Esto incluye también a bebés, embarazadas e hipertensos.

Antes de hablar de los efectos más desconocidos de las altas temperaturas, la investigadora explica qué define a una ola de calor. Para ello cita el informe Calor Extremo: Estrategia de Gestión y Medidas de Adaptación para la Región Metropolitana de Santiago, que CIGIDEN y la Escuela de Gobierno UC publicaron en diciembre pasado.

“Para el caso del Gran Santiago, se considera ola de calor estival cuando durante tres o más días seguidos hay temperaturas máximas diarias superiores a aproximadamente 31°C en diciembre, 33°C en los meses de enero y febrero, y sobre los 31°C en marzo”, se lee en ese texto.

Más hospitalizaciones, más accidentes

Según Magdalena Gil, en Chile existe poca investigación respecto a los efectos del calor en el país. Cuenta que en el informe que publicaron en diciembre pasado mencionaban que los eventos de temperaturas muy altas imponen una carga sustancial a los sistemas de salud más allá de la mortalidad: los ingresos de personas por hospitalizaciones aumentan cerca de 20% pasados los 31 grados, respecto con “los 10 grados, que es la temperatura de no calor”.

La investigadora también comenta que están en proceso de observar datos sobre accidentes laborales, pero que aún les faltan cifras sobre ausentismo. Sus primeros análisis estadísticos muestran un aumento de este tipo de percances en el trabajo durante las fechas en que hay más calor de lo normal, lo que además conlleva licencias médicas, pues es un problema que se arrastra más allá de lo que dure la ola térmica.

Existe otro tema que Magdalena Gil desea investigar: los efectos del calor en las conductas antisociales. Comenta que en otros países, como Estados Unidos, se ha visto que cuando hay varios días calurosos seguidos suelen aumentar los niveles de agresividad en los partidos de fútbol americano.

En el caso de Chile, lo que ella y su equipo quieren analizar son unos datos que existen de violencia intrafamiliar, que están georreferenciados. Gracias a esto podrán ver si en la medida que el calor se mueve en Santiago, hay mayor probabilidad de que ocurran este tipo de eventos en esas zonas. “Hay evidencia en otros lugares del mundo de que las personas, cuando ya llevan tres días incluso sin tanto calor extremo, empiezan a aumentar ciertas conductas antisociales. Esto no quiere decir, en todo caso, que te vas a transformar en un agresor porque hace calor, o que el calor sea una excusa para una agresión”.

“Se trata de adaptar políticas públicas existentes”

-Hace unos días, comentaba que se realizarán 40 eventos masivos a la intemperie entre diciembre y marzo en la Región Metropolitana. ¿Qué tanto se considera el calor extremo en las decisiones del Estado sobre temas como estos?

-Yo diría primero que no todos los eventos masivos necesitan autorización. También aquí hay un llamado a la responsabilidad personal y a la de quienes producen estos eventos. Ahora, también puede pasar que tú produces un evento en abril y nunca pensaste que iba a hacer calor y de repente hay 38 grados. Me imagino que es súper duro cancelar. Entonces ahí también hay una responsabilidad de las instituciones públicas, quizás de intervenir, tal como intervienen en otro tipo de situaciones peligrosas que pueden ocurrir en eventos naturales. Pero lo del calor es una situación con una gobernanza compleja. Lo ideal es que incorporemos el calor y no planifiquemos eventos tipo 42K en enero.

Según la doctora, se puede hacer gestión del calor sin necesariamente suspender eventos. Por ejemplo, pedir que haya más agua disponible para las personas que asistan. O incorporar más baños, ya que si la gente ve que hay mucha fila para ir, decidirán no hidratarse. También incluir aire acondicionado donde sea posible, poner lugares en que resguardarse del sol y hacer campañas en televisión para informar al público sobre qué hacer.

-Más allá de los eventos planificados para este verano, ¿debería existir una política pública respecto del calor que soporte los distintos eventos particulares?

-Por supuesto que sí. Este año no son eventos novedosos; el 2017 y el 2019 ya pasamos por esto y va a ser cada vez más común. Por lo tanto, es imperativo que tengamos políticas públicas para distintos sectores y distintas situaciones que permitan mitigar el posible daño que los eventos de calor extremo puedan tener.

-¿Qué tan lejos estamos de eso?

-Estamos lejos todavía de tener algo coherente o comprensivo, pero lo bueno es que ya hay algunas cosas, como el Código Rojo, como las políticas que tienen algunos municipios de tener bebederos, también ya hay conciencia. Estamos lejos, pero hemos avanzado algo.

-¿Qué características imprescindibles debería tener una política pública del Estado con respecto al calor?

-Creo que aquí no se trata de una política pública, sino más bien de adaptar políticas públicas existentes para incorporar el calor como una variable de riesgo. Como algo nuevo necesitamos tener un código de emergencia para el calor similar a lo que tenemos con la preemergencia ambiental para los gases contaminantes y eso es algo que tenemos que hacer desde una perspectiva de la emergencia. Segundo, tenemos que adaptar nuestras ciudades a estos nuevos extremos y eso no es necesariamente una política, sino incorporar este tema en las distintas políticas urbanas que ya tenemos. Tercero, creo que es imprescindible que los municipios se preparen para estos días porque son los únicos con presencia en el territorio y da gusto ver que algunos se están poniendo las pilas. Pero son varios los que deberían estar pensando cómo deberían responder. Y por último, necesitamos una serie de políticas específicas para población hipertensa, adultos mayores, niños, embarazadas, que quizás son políticas públicas invisibles para una gran parte de la población, pero que realmente pueden salvar vidas en lo que se refiere al calor.

-¿Qué instituciones del Estado deberían hacerse cargo de las políticas públicas relacionadas al calor?

-Es lo que sale en nuestro informe, que los gobiernos regionales tienen que tener una política para la región y los municipios deben tener un despliegue territorial preparado. Y finalmente es claro que el Servicio Nacional del Adulto Mayor y el MINEDUC respecto a los colegios, son instituciones cuyo trabajo que van a hacer no tiene foco en toda la población, pero sí es muy relevante. En ellas incluiría a la Dirección del Trabajo, que yo sé que están pensando en esto y que en el fondo debemos tener una conversación respecto a normativas para el trabajo a la intemperie bajo condiciones de calor extremo.

Magdalena Gil finaliza diciendo: “El calor es hoy la amenaza natural más importante para la Región Metropolitana. Podría volver a temblar fuerte, sí, pero estamos preparados. Tenemos aluviones, sí, pero tenemos piscinas aluvionales, estamos preparados. Realmente el calor, como la mirada actual y a futuro, es la amenaza más importante para la salud de las personas que viven en la cuenca del Maipo. Es súper importante que tomemos conciencia”.

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