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Por qué el boom
Dentro de tanta mala noticia, una buena. Súper buena. Que la libra de cobre supere los US$ 4 siempre es un aliciente para la economía nacional, sobre todo en medio de la crisis que ha generado el coronavirus. Pero no solo el metal rojo ha vivido un boom, cerrando el viernes en US$ 4,63 la libra, y aumentando su precio en 32% en lo que va del año, sino además los otros commodities clave para Chile también pasan un excelente momento: el hierro ha subido 37%, la celulosa 26% y el carbonato de litio, otro 104% en los primeros cuatro meses del año.
¿Qué explica este fenómeno? Según César Pérez-Novoa, head de Equity Research en BTG Pactual Chile, en el caso del cobre, principalmente por los millonarios planes de estímulo de economías como la china y estadounidense, con uso intensivo del metal rojo en ciertas industrias, así como las obras en construcción que requieren cobre.
El segundo punto, y el más clave para Chile, es el decidido camino de descarbonización que avanza en el mundo. “Esto tiene implicancias estructurales y no solo coyunturales”, dice de entrada el analista. Varios de los programas de estímulo económico están aparejados con obras que sean sustentables. Entonces, cobre otra vez es lo más requerido si se quieren construir, por ejemplo, nuevos tendidos eléctricos para centrales de energía renovable.
Esto también aplica para el alza y fiebre por el litio, principalmente por la electromovilidad y el recambio de fuentes energéticas. Firmas como SQM y Albemarle que operan en Chile, pasan por un buen momento financiero: la primera ganó US$ 67 millones el último trimestre 2020, e incluso hizo un aumento de capital de US$ 1.100 millones para incrementar su capacidad productiva; mientras que la segunda, superó los US$ 95 millones de ganancias el primer trimestre de este año.
En el caso de SQM además de litio, vende sales solares, un elemento clave para el almacenamiento de energía de plantas solares para que sigan activas durante las horas sin sol, otra de las razones del buen momento del conocido como “oro blanco”.
En cuanto a la celulosa, la explicación estaría en el alza en el uso de productos tissue y sanitario, pero además por un crecimiento del empleo de packaging especialmente de cartón, por el comercio electrónico y las millones de cajas en encomiendas que todos los días se mueven en el globo.
El ruido del royalty
En cada rally del cobre en Chile es un debate que vuelve a la palestra. Un royalty minero se ha discutido con más o menos éxito desde principios de este siglo al menos. Sin embargo, esta vez el royalty que grava con un impuesto de 3% de la venta de los minerales y que se incrementa a medida que el valor del cobre sube, ya fue aprobado por la Cámara y luego de las elecciones seguiría su análisis en el Senado.
Aunque existen voces que dicen que esto incluso podría acabar con la industria chilena, otros han sido más cautos. De hecho el Gobierno ha propuesto mejorar el proyecto en la Cámara Alta, y el Consejo Minero también se ha abierto a analizar el impuesto.
Joaquín Villarino, presidente ejecutivo del Consejo Minero, lo dice así: “El sector minero de nuestro país ha manifestado desde el inicio de esta discusión que está disponible para tener una conversación seria sobre su carga tributaria y la competitividad de la misma”. Con eso en mente, agrega que el actual proyecto no tiene ningún análisis o sensibilidad de competitividad y establece una carga desproporcionada, que con los precios actuales puede significar una carga total de 80% sobre utilidades. “Definitivamente no es serio”, apunta.
Según cálculos del gremio, que reúne a firmas como Codelco, BHP, AngloAmerican, Barrick y Antofagasta Minerals, con un royalty a las ventas habría 9 operaciones mineras, que representan el 17% de la producción nacional, que enfrentarían dificultades financieras o las agudizarían en escenarios de precios del cobre como los de años recientes.
Ejecutivos de empresas mineras y de los mismos gremios concuerdan que al interior de la industria existe un temor generalizado por nuevos impuestos. Y aunque hay algunas más abiertas que otras a debatir el tema, son reticentes a confiar en que, por ejemplo, si aceptan renunciar a la invariabilidad tributaria, no les sigan creando nuevos impuestos a medida que avanza el calendario electoral.
El mismo Pérez-Novoa, de BTG, recuerda que en este impulso verde de las principales economías del mundo, también se incluye que los insumos tengan una producción sustentable. Y eso requiere grandes inversiones.
“Chile es una de las industrias más sustentables de cobre del mundo. En términos ambientales, sociales y de eficiencia. En el caso del royalty hay que mirar la foto completa: hay inversión para los procesos, con las comunidades y para cumplir y superar las normas medioambientales de Chile pero también la que piden los compradores finales, y todo cuesta dinero en inversiones”, dice.
“Si queremos mantener ese liderazgo, y aumentar las exploraciones y explotaciones actuales hay que seguir invirtiendo, por eso hay que mirar la foto completa al momento de instalar un nuevo costo”, agrega.
Factor Constitución
“Si hoy son los minerales, mañana pueden ser los salmones, la celulosa”. Así resume un dirigente gremial el temor que ronda en torno a nuevos royalty que el Congreso quiera instalar en la agenda, en medio de un año electoral.
Para eso, gremios forestales, pesqueros y de la industria salmonera han seguido atentos el debate del royalty minero y estarían listos para intervenir en el caso de que el debate cambie de objetivo a gravar.
Lo mismo pasa con la Constitución. Todos los gremios empresariales están siguiendo de cerca las propuestas de los candidatos. Destacadas agencias de lobby y asuntos públicos tenían agendadas para este lunes reuniones con gremios y empresas para mapear los riesgos que podría traer la composición de la Convención Constituyente. Varios candidatos hablaron de nacionalizar los recursos naturales, por ejemplo, y eso presiona a todo el mundo privado.
Dominga espera
Y así como cobre, litio y celulosa pasan por un momentum espectacular, tema aparte es el hierro. La reactivación industrial y programas de construcción pública, han hecho que firmas como CAP en Chile hayan capitalizado este buen momento. La acción ha rentado 35% en lo que va de año.
Pero aquí vale la pena detenerse en el caso de la minera de hierro y cobre Dominga, ubicada en la Región de Coquimbo y que por judicializaciones de más de cinco años no ha podido ser construida. El último capítulo lo dio el Primer Tribunal Ambiental que decidió en marzo, de manera unánime, acoger la reclamación interpuesta por Andes Iron en contra del Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) por el rechazo de la iniciativa, obligando a retrotraer la votación a la instancia regional, donde esta vez debería ser aprobada.
En este caso, además de comunidades opositoras, hay un grupo de vecinos que quiere que el proyecto parta cuanto antes. Los millones de dólares involucrados, más el precio del hierro en un boom, podrían explicar aquello.
Según cálculos de la misma firma, si en 2017 se hubiera aprobado el proyecto, su construcción habría terminado el segundo semestre del año pasado, por lo que 2021 habría operado en régimen. Eso habría significado, considerando que la tonelada de hierro concentrado al 67% que venderá Dominga está en US$ 290, y el precio del cobre sobre los US$ 4,5 la libra, ingresos totales por US$ 5.850 millones, royalty de US$ 500 millones e impuesto a la renta por otros US$ 1.100 millones. Es decir, solo en 2021 el Fisco habría recibido más de US$ 1.600 millones.
A lo anterior habría que sumar que la comuna de La Higuera habría recibido más de US$ 4 millones para proyectos sociales y se habría fundado un Centro de Investigación Científica para la preservación del patrimonio ambiental marítimo de la zona financiado por Andes Iron. Pero todo eso sigue a la espera, mientras la escalada del hierro no para.