Punto de partida
El emprendimiento universitario de trajes de baño que partió con una inversión de $600.000 y que ahora factura US$ 6 millones
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Rodrigo García, José María Cofré y Diego Tagle cursaban tercer año de universidad cuando decidieron crear un emprendimiento que les permitiera tener ingresos para el verano. No sabían de la industria textil ni menos de importaciones, pero probaron suerte con un importador chino de trajes de baño. Eligieron cinco colores y cuatro tallas. Invirtieron $600.000 que tenían de emprendimientos anteriores, depositaron por Western Union y les llegó el encargo por DHL. Se acercaba el verano.
Decidieron ponerle Frogs a la marca; a su parecer, este animal, la rana, representa algo tropical y colorido, y era lo que querían plasmar en esa época. Le contaron a sus amigos, hicieron una venta de garaje y a las pocas horas los vendieron todos. El precio era $18.000. Con este éxito, encargaron 200 unidades más, que lograron vender antes de Navidad. “Ahí dijimos, aquí hay algo”, recuerdan los socios.
Reinvirtieron el capital e importaron mil trajes de baño más para el verano del 2013. Fueron a todos los bazares, kermesses y eventos en el sector oriente, y nuevamente fue un éxito. En ese momento estaban en proceso de registrar su marca, cuando los llamó el gerente de una empresa y les dijo que no podían usar el nombre Frogs; “creímos que era una pitanza”, recuerda García. Tenían 22 años y apenas habían vendido más de mil unidades. Decidieron cambiar a Froens.
El llamado de Falabella y viaje a China
Pensaban ser una marca de verano, hasta que a principios del 2014 los contactó Falabella para vender sus productos en tres malls del sector oriente. Con eso -recuerdan- profesionalizaron el emprendimiento. Aquello coincidió con el egreso de la universidad. Apostaron a que este sería el trabajo de sus vidas y ninguno se emplearía. Construyeron una beach house (tienda rodante que se paseó por la costa del litoral central) y compraron pasajes a China.
Su primer viaje a Asia lo recuerdan con detalles. Llegaron a Hong Kong y a la feria de Guangzhou (Cantón). Tenían millones de opciones de proveedores, existía la posibilidad de nunca encontrar a la persona con la que hablaron por correo y el idioma no ayudaba. “Nos iban a buscar, después íbamos a las fábricas y conocíamos a los familiares de nuestros proveedores, nos dimos cuenta de que eran familias enteras en las fábricas”, dice Tagle.
Como cortesía, generalmente eran invitados a almorzar. Todos recuerdan una oportunidad en que les sirvieron una gallina con cabeza en sus platos. Al día siguiente supieron que mientras más se ve el animal, más elegante era la invitación.
Ya más profesionalizados, viajan a Shanghai con frecuencia y toman el tren bala para recorrer los pueblos aledaños. A pesar de llevar diez años en el rubro, cuentan que todavía siguen aprendiendo: han sido estafados, han llegado mal las tallas y paletas de colores.
Punto de inflexión
Con los tres socios dedicados a tiempo completo, el 2016 sumaron a su primera empleada, una diseñadora de vestuario. Con ella trabajaron nuevas líneas de ropa, como poleras, polerones y chaquetas. Siempre -dice García- inspirados en la moda de la costa de California y Australia. Abrieron su primera tienda en Luis Pasteur y empezó el crecimiento fuerte. Al mismo tiempo, desarrollaron su e-commerce.
Al año siguiente inauguraron una tienda en Los Dominicos y decidieron invertir más en marketing digital. Esta apuesta los pilló bien parados para la pandemia. Justo cuando planeaban la apertura de nuevos locales, llegó el coronavirus a Chile. Era el momento de crecer, y en dos años llegaron a ser 60 los trabajadores.
Hasta antes de la pandemia, el canal online representaba un 10% de las ventas. El 2020 representó un 40% y el 2021 bajó a 28% pero con las tiendas operando. Este sigue siendo su canal más fuerte, y la tienda física que más vende, representa un 40% menos que lo digital.
“No nos gusta caer en el greenwashing”
Con buenos números y creciendo a más del 50% anual, buscaron asesoría y crearon nuevas áreas en la empresa. Una de ellas fue la gerencia de responsabilidad, para asegurarse de que todos sus productos sean elaborados de buena manera. Invirtieron en sostenibilidad y aunque “no nos gusta caer en el greenwashing, porque no somos la empresa más sustentable del mundo”, dicen, hoy sus colecciones son con algodón reciclado, poliéster de botella plástica e incluso están explorando nuevas tecnologías con cáñamo, hongos y mariscos.
Ninguno de los socios tiene otra experiencia laboral. Por lo tanto, buscaron ayuda en expertos, entre ellos, el director de Tottus y Sodimac, Cristóbal Hurtado, y la exgerenta general de Lounge, directora de Block y directora ejecutiva de Pivotes, Angélica Cepeda. Ambos son parte de su directorio. Además, han sido asesorados por los exgerentes de Falabella y Cencosud, Cristián Lange y Maricarmen de Diego.
El 2023 inaugurarán su nuevo centro de distribución de 1.500 mt2 que cuenta con inteligencia y robótica. Cuentan que han recibido ofertas concretas para ser adquiridos, pero que no está en la mira: “aún nos queda mucho por crecer”, aseguran. El foco del 2023 está en abarcar todo Chile -algo que sueñan porque dos socios son de regiones- y seguir potenciando la omnicanalidad.
Ya tienen ventas por Amazon en México, Canadá y Estados Unidos y han tenido reuniones y conversaciones para expandirse, pero, aunque “nos pican las manos”, buscan un crecimiento orgánico. Esta Navidad cerraron con récord de ventas de US$ 1,5 millones, y en el año la cifra alcanzó los US$ 6 millones.