Punto de partida
Los planes de la científica de EEUU que creó Genia, la primera biotech genética en Chile
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En 2020 Catalina se enteró de que tenía una mutación en el gen MSH6, asociado con el síndrome de Lynch, un trastorno hereditario que aumenta el riesgo de cáncer de colon.
Ese mismo año Jorge, un hombre adoptado, descubrió que tenía más de un 30% de origen italiano.
Y Jacqueline, luego de perder a su madre por un cáncer de mama, salió negativa en las mutaciones en los genes BRCA1 y BRCA2, lo que le permitió descartar la ascendencia a la enfermedad.
Todos esos casos se detectaron por exámenes de ADN, un sólido método de investigación en Estados Unidos y Europa, pero que en Chile todavía es incipiente.
Catalina, Jorge y Jacqueline los realizaron desde sus casas: compraron un “kit” por internet que fue despachado al día siguiente. Luego, vertieron una muestra de saliva en un recipiente de plástico, lo cerraron y esperaron un par de horas para que lo vinieran a retirar.
Cuatro semanas después recibieron un cuadernillo con todos los resultados y detalles. Solo tuvieron que dejar de comer, tomar y fumar 30 minutos antes de hacerlo.
“Cuando recolectamos las muestras las enviamos a nuestro laboratorio que se encuentra en San Francisco, California”, dice Naomi Berman, estadounidense, experta genética y cofundadora de Genia, biotech chilena que ofrece diversos kits de estudio de ADN.
“Tenemos un análisis de ancestros que estudia la raíz familiar de cada usuario. También uno de bienestar -que ofrece un reporte de nutrición, deportivo y de piel- y otro de salud preventivo, que examina 60 genes relacionados con enfermedades genéticas específicas”, explica Berman, quien agrega que, si en este último sale algo “positivo”, se activan protocolos para enfrentar esa posible condición. Los precios van desde los $ 150 mil hasta los $ 350 mil.
Además, cuentan con estudios que analizan cosas “distintas”. Uno de ellos está ligado a la industria del vino. “Puedes saber con qué cepas tienes un ‘match’ genético”, confiesa. Y agrega: “Se pueden encontrar muchas cosas en el ADN. Incluso, saber si uno es más cercano a los riesgos o más conservador”.
La experta señala que en solo dos años el negocio ha crecido exponencialmente. “La pandemia aceleró el mercado del delivery. Cuando comencé, debido a que éramos los primeros, fue lento”.
Además, indica que tienen clientes en todas las regiones de Chile y en Argentina. “Esperamos duplicar nuestra base de usuarios para fines de 2020”, agrega Berman, quien asegura que ya está planeando los próximos pasos de la compañía que opera virtualmente (su oficina en Providencia la usan de bodega).
De Clínica Alemana a Start-Up Chile
Naomi Kendra Berman nació en Princeton, Nueva Jersey, a 10 minutos de la prestigiosa universidad norteamericana del mismo nombre. “Crecí en una burbuja académica”, reconoce.
Estudió genética en la Universidad de Rutgers y cuatro años después, cuando estaba planeando entrar a Medicina, decidió irse a las montañas de Teton Village, Wyoming, a practicar y enseñar snowboard. “Me vi infeliz si no hacía algo por mí misma”, agrega.
Dos años después declinó entrar a Medicina y se fue a Nueva York. Encontró trabajo como analista de negocios en AC Lion, una empresa de headhunting. “Estaba viviendo en Brooklyn, con un buen trabajo y amigos, pero no fue suficiente. No estaba haciendo la diferencia que quería. Decidí irme a vivir afuera. Pensé en Australia, hasta que conocí a un chileno (Cristóbal Ross, el creador de Gringolandia, una de las primeras series chilenas en llegar a Netflix). Él me invitó a conocer Chile. Luego de visitar dos veces, decidí quedarme”.
Ya en Chile, Berman difundió su currículum en todo el rubro científico local. Rápidamente encontró trabajo en el Centro de Genética y Genómica de la UDD y en paralelo arribó a la Clínica Alemana como “asesora genética”, una labor dedicada a evaluar el riesgo individual o familiar de una variedad de afecciones hereditarias.
“Es una mezcla entre la ciencia del cerebro, genética y psicología. Tienes una sesión con un paciente donde te hablan de sus dolores, de lo que se les ha pensado”, explica.
En 2018, luego de estar dos años en la clínica chilena, decidió lanzarse con su propio negocio. Entró al S Factory Program de Start-Up Chile y quedó en segundo lugar. En 2019, con Cristóbal Ross como socio, volvieron a Start-Up Chile y ganaron $ 25 millones en la Generación Seed22. “Yo tenía mis ahorros, pero esos dos programas me dieron la base que necesitaba”, reconoce.
“Varios me dijeron ‘la gente no está preparada para hacer tests de ADN en sus casas’, pero lo hice de todos modos. Apliqué todo lo que vi sobre este mercado en Estados Unidos e hice la mejor versión adaptada a Chile”, recuerda.
Actualmente el principal objetivo, explica Berman, es incursionar en otros rubros fuera del análisis de ADN. Para esto ya están desarrollando pruebas de fertilidad, hormonas y funcionamiento de la tiroides. A finales de octubre comenzarán a ofrecer los primeros kits. “No todos serán con saliva”, señala.
Y agrega: “También estamos desarrollando pruebas de metales pesados para medir el contenido de zinc o hierro en la sangre. Eso es especialmente importante en ciudades como Santiago, donde hay tanta polución”.
Además, Berman ya agendó un viaje a Boston en noviembre. Se reunirá con diversas oficinas de capital de riesgo para concretar un seed round y activar el plan de expansión a Argentina y Colombia. También está en conversaciones con fondos regionales especializados en biotecnología.
El fin último, dice, es desarrollar un laboratorio propio, ya que actualmente manda las muestras a San Francisco. “La única razón por la que no elegí un laboratorio en Chile fue porque no existe uno fuera de la academia que realice secuenciación de próxima generación”, explica. “Mi sueño es abrir uno, ojalá con el aumento de capital se pueda hacer”, concluye.
-¿Qué piensas del Caso Theranos?
-Nosotros, a diferencia de Theranos, usamos tecnología antigua, de más de una década. Siempre ha existido, solo que ahora la estamos haciendo accesible. Igual tengo empatía por ella (Elizabeth Holmes, la cofundadora de la empresa), ya que el sistema de venture capital también jugó un rol.
Muchas startups participan de ese juego, prometen la próxima “gran” novedad. Existe una presión para mostrar números y un rápido crecimiento. Pero ella fue demasiado lejos.