Punto de partida
Modelos hechos con IA: la startup por la que apostó el cofundador de NoTco Karim Pichara

Modelos hechos con IA: la startup por la que apostó el cofundador de NoTco Karim Pichara
Una tecnología que utilizando modelos virtuales evite sesiones de fotos y miles de muestras por cada nuevo producto que se lance al mercado. Esa es la propuesta de Rial, startup chilena que trabaja junto al CENIA y que ya tiene a Falabella como cliente. Dicen sus fundadores que con su tecnología, las empresas pueden ahorrar un 70% de costos de publicación.
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Durante las últimas semanas las redes sociales se llenaron de fotos personales con estilo Ghibli. La nueva actualización de OpenAI para generar imágenes le trajo a la aplicación más de un millón de nuevos usuarios en una hora. Para dimensionar el volumen del impacto: el lanzamiento de Chat GPT demoró cinco días en generar esa cifra de usuarios.
Hay una startup chilena jugando en ese mismo campo, la generación de imágenes. De hecho, la foto de este artículo fue creada 100% con inteligencia artificial a través de Rial, y ahí aparecen sus fundadores: Martín Bobillier y Sebastián Pulgar, quienes quieren llevar esta tecnología al retail.
A Bobillier, ingeniero civil de la Universidad Católica, mientras trabajaba en Falabella le llamaban la atención cerros de ropa que llegaban a la tienda. Aunque su rol estaba en el área de logística, en diciembre de 2023 se acercó con curiosidad a preguntar para qué eran. “Son muestras que van llegando de nuestros proveedores”, le contestaron, “que llegan, se revisan y luego pasan a proceso de fotografía”.
No le hacía sentido la cantidad de prendas que luego no se utilizaban. Estimó que un retailer se gasta al menos US$ 3 millones en todo este proceso, que involucra el muestreo, importación, costos de publicación, modelaje, maquillaje, etc. Todo eso, para finalmente ser publicadas en el e-commerce.
Al mismo tiempo descubrió una modelo española elaborada con inteligencia artificial: Aitana López. Tenía más de 300 mil seguidores y estaba generando cerca de $ 25 millones mensuales a sus creadores.
Desvelado un día, “tipo 2 am, pensé en el problema del retail y la solución con modelos virtuales. Podía haber una tecnología factible que lo solucionara”, cuenta. Entonces se juntó con gente de las marcas Gnomo, Froens, Caterpillar, Forus y Ripley. Y les planteó su inquietud. Fue validada por todos.
Pero necesitaba un socio técnico.
Bobillier había escuchado un podcast donde Matías Muchnick contaba cómo consiguió asociarse con Karim Pichara, la persona detrás de la tecnología de NotCo, Y decidió ocupar la misma estrategia. Ir a la Universidad Católica a tocar la puerta.
En ese verano fue al campus San Joaquín, se dirigió al DCC (Departamento de Ciencias de la Computación) y preguntó por profesores que supieran de inteligencia artificial. Era febrero, la gran mayoría estaba de vacaciones. Pero lo recibió un coordinador que mandó un correo explicando la idea a profesores del magíster en IA. Así llegó a Álvaro Soto, director del CENIA (Centro Nacional de Inteligencia Artificial), y a Domingo Mery. Éste lo contactó a su vez con uno de sus mejores alumnos: Sebastián Pulgar.
Bobillier y Pulgar se reunieron un par de veces a intercambiar ideas, y en marzo de 2024 se dieron la mano como nuevos socios.
Así nació Rial.
Modelo perfecto
Lo primero que hicieron fue crear una influencer virtual, para ver cómo era la percepción del mercado. La llamaron Maite Díaz. En ese entonces se anclaron a Stable Difussion, un modelo para generar imágenes en base a texto. Para su sorpresa, la modelo recibió incluso invitaciones a salir.
Esto, mientras en paralelo firmaron un acuerdo con el CENIA para que ellos les presentaran sus servidores y programadores con el objetivo de poder desarrollar una tecnología propia. La idea, dice Bobillier, era crear modelos perfectos, “porque crear un modelo no es difícil, lo difícil es replicarlo, cambiarle las poses, ponerle ropa y que calce el fit y todos esos desafíos que permiten que nadie se dé cuenta de que la foto está hecha con inteligencia artificial”.
Primera nota: 4,1
Durante este tiempo ninguno de los dos fundadores estaba dedicado en un 100% a la empresa, pero fueron una serie de reuniones con fondos de venture capital y aceleradoras las que les hicieron tomar la decisión de lanzarse. Pese a que ninguno de ellos invirtió, les validaron que podrían hacerlo en un futuro, cuando tuvieran ventas.
A mediados del año pasado Bobillier -con la decisión tomada de renunciar- fue a hablar con su jefe para contarle lo que estaba desarrollando. “Había dos opciones: o me despedía o veía una oportunidad”, recuerda el CEO. “Y todo lo contrario a lo que pensé, lo encontró muy bueno y me dijo que venían buscando algo de ese estilo hacía rato. Fueron nuestro primer cliente”, agrega. En agosto empezaron a trabajar junto a Falabella y en octubre tuvieron su primera entrega de 100 fotos.
“No dormimos durante dos semanas sacando esa entrega, y cuando lo hicimos, fue con el equialente a una nota 4,1 del colegio”, cuenta el fundador de Rial. Aprobaron, pero había mucho que mejorar.
La licencia
El negocio funciona así: las marcas envían una foto de sus prendas -con el requisito de que sean tomadas con un iPhone 11 o superior- desde el proveedor en origen (por ejemplo, en Asia) o desde su centro de distribución en destino. Luego, eligen un modelo virtual personalizado según sus necesidades. Puede ser, por ejemplo, un hombre alto con rasgos europeos y pelo castaño, o alguien con rasgos chilenos. “Nosotros les licenciamos esos modelos por dos años para que los usen cuando quieran, y eso cuesta $ 1 millón”, explican. Como alternativa, también pueden elegir un modelo del catálogo estándar, sin costo de licencia.
En ambos casos, sólo se cobra por cada foto aceptada (no generada). Con eso -aseguran- las marcas se ahorran hasta un 70% de los costos de publicación, reducen en 95% la gestión operativa y pueden lograr un aumento de hasta 10% en la tasa de conversión.
Entra Pichara
Uno de los ingenieros del CENIA que trabaja part time en Rial había sido alumno de Karim Pichara, fundador y CTO de NotCo. Le contó a éste en lo que estaba trabajando y le sugirió juntarse con Pulgar y Bobillier para darles directrices. Para los emprendedores esta era una oportunidad única.
En septiembre del año pasado se reunieron. “Le mostramos una presentación que hoy día veo y me da vergüenza”, cuenta el ingeniero, y le hablaron del proyecto que estaban armando. El fundador de NotCo les sugirió que no se convirtieran en un SaaS, sino que debían ofrecer un servicio complementario, es decir, acompañar a las empresas en todo el proceso de la fotografía. Luego hablaron de la tecnología que habían desarrollado, y cuando quedaban pocos minutos de la llamada les dijo: “Me encantó lo que están haciendo y lo que han construido con tan poca plata (sólo ahorros de Bobillier), sin empleados y con Falabella de cliente. Les voy a meter plata. Pero no se asusten, yo en el papel soy millonario pero nunca he retirado nada, va a ser un ticket chico pero feliz de estar con ustedes”.
Ese año facturaron US$ 75 mil y tenían capacidad de producir 10 fotos semanales.
Actualmente están produciendo 200 fotos a la semana, tienen un equipo de siete personas y proyectan facturar US$ 700 mil este año, con las conversaciones que ya han tenido.
Ya tienen clientes en Perú, Uruguay y México y conversaron con un gigante asiático de e-commerce para usar su tecnología.
La competencia
Sobre lo sucedido con OpenAI estos últimos días -lanzó al mercado su nuevo modelo de creación de imágenes-, Bobillier no está asustado.
“Hasta ahora estábamos corriendo solos, sin competencia que hiciera algo relativamente cercano a nuestra tecnología en términos de calidad. Llevamos desarrollando un modelo propio desde hace un año, y desde el minuto 1 venimos teniendo reuniones semanales para ver cómo diferenciarnos, esperando este momento en que un gigante llegara con un mega modelo de imágenes. El momento llegó hace dos semanas y la verdad, ratificamos las buenas decisiones que hemos ido tomando y hacia dónde tienen que ir las próximas”.
Algunas características que, dice, los hace distintos son: “nuestro software es capaz de hacer miles de imágenes al mismo tiempo. Si alguien usara OpenAI, se demoraría dos minutos por generación de una imagen. Somos capaces de replicar caras, generar niños, ropa interior y otras prendas del estilo que por políticas internas, empresas grandes no pueden, ni van a hacer, porque como son proveedores de tecnología, se podría perfectamente hacer un mal uso de ellas”.
Y agrega, “hemos ido entendiendo cómo funciona nuestro cliente. No sólo quiere una imagen perfecta, porque ese trabajo es mucho más que sólo producir la imagen. Para esto se necesita capacidad de iteración y mejora de cada foto. Hoy tenemos un software de operaciones interno, y otro hacia el cliente que permite esta relación. Es por eso que Rial es mucho más que un SaaS, es un servicio completo acompañado por una gran tecnología como base”.