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El día que Ángela Vivanco habló de su relación con Andrés Chadwick
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El 4 de julio de 2018, Ángela Vivanco fue ratificada ministra de la Corte Suprema. Su nombramiento, en ese entonces, desató una batahola en el Senado por sus posturas “ultraconservadoras”, ya que la entonces abogada había representado a los parlamentarios de Chile Vamos ante el TC en la discusión sobre la despenalización del aborto en tres causales.
En una entrevista en la revista Capital, a días del nombramiento, Vivanco aseguró: “No creo que el punto del problema haya sido yo, sino un problema político entre los partidos, y buscaron una ocasión para manifestarlo, que en este caso coincidió con mi nombramiento. Porque es un poquito raro que habiéndome yo postulado en marzo, habiendo sido la quina (que presenta la Corte Suprema al presidente) en abril, habiendo sido mi presentación el 20 de junio, ¿y el 4 de julio se dieron cuenta de que yo había defendido el requerimiento de aborto? ¿Ahí se dieron cuenta, siendo que durante mi presentación me habían dicho que no tenían ningún problema sobre eso?
-¿Cree que se debiera reformar el sistema de nombramiento para que no se politice el proceso?
-Hay quienes dicen eso, pero por otro lado, curiosamente, se ha planteado que este sistema habría que aplicarlo a los miembros del Tribunal Constitucional. El otro día me preguntaban si yo pensaba que los ministros debían ser electos. Ahí sí que politiza la cosa, porque tendrías que ir como candidato de un determinado partido, entonces el elegido tendría que servir al partido que lo postuló.
-Pero se ha dicho que este cupo era para una persona cercana a la centroderecha. ¿Cree que hay cuoteo político?
-Yo no tengo idea si hay cuoteo político o no. De los candidatos que habíamos, yo era una persona que tenía probados méritos. Ahora, si le tocaba o no a la derecha es un asunto que se tendría que haber resuelto en otras instancias, a mí nadie me dijo, “mira, te elegimos porque nos toca la derecha”. Pero si alguien dice que hay cuoteo, que proponga un sistema distinto. Yo creo que este sistema, como es tripartito, es bastante bueno. Ahora, ¿si es el mejor? No, porque siempre hay una eventualidad mejor, pero un sistema perfecto no existe.
Ángela Vivanco Martínez creció en Santiago con su madre, sus abuelos y su tío abuelo, el sacerdote José Espinosa, en una familia que describe como “católica, tolerante y sumamente respetuosa de las creencias de los demás”. Hija única y con un medio hermano por parte de padre con quien nunca vivió, su infancia, cuenta, fue muy protegida. Estudió en un colegio de monjas y entró a Medicina en la Universidad de Chile, junto a casi 500 estudiantes. “Era una cantidad enorme de gente y me hallé poco, porque no me sentía muy cómoda entre multitudes”, asegura (en ese entonces en su oficina en el cuarto piso de la Casa Central de la UC).
Repitió la PAA e ingresó a Derecho en la Católica. La primera clase, del profesor José Luis Cea, a quien define como su maestro, la alucinó. A los 21 se convirtió en su ayudante. Y nunca más dejó la academia.
El primer trabajo de Ángela Vivanco fue en el Servicio Electoral, a comienzos de los 90. Tenía que ver con la constitución de los partidos políticos, tras el fin de la dictadura. Ahí conoció al equipo de Francisco Javier Errázuriz, del nuevo partido Unión de Centro Centro (UCC). Cuando dejó el Tribunal Calificador de Elecciones, Vivanco los comenzó a asesorar en los estatutos del nuevo partido y en la nueva ley de municipalidades. Al poco andar se hizo militante y asumió como secretaria general. Después de un intento fallido, se convirtió en presidenta de la UCC. Pero tras constantes pugnas entre quienes querían generar alianzas con los radicales y los que preferían aliarse a la derecha, la abogada optó por renunciar a su militancia en 1996.
-¿Cómo era su relación con Fra Fra?
-Muy cercana. Yo como abogada además le llevaba cosas profesionales, de la AFP y de la compañía de seguros. Cuando me fui de la UCC él se molestó, pero tengo muy buen recuerdo de su familia y de él.
Apenas dejó la UCC, Andrés Allamand la llamó a las filas de RN. La dupla se presentó para competir en las legislativas del 97, Allamand como senador y Vivanco como diputada por La Cisterna, San Ramón y El Bosque. Pero en la coalición participaba también Iván Moreira y los votos no alcanzaron para doblar en el distrito. Entonces, la abogada optó por dejar su carrera política. “Una cosa que siempre me complicó era el hecho de que estabas limitado a dar tu opinión porque todo tenía que ver con la opinión del partido. Quería tener libertad para moverme de acuerdo a lo que yo pienso y quiero hacer”, dice.
-¿Sigue siendo cercana a Andrés Allamand?
-Cercanos del punto de vista que cuando nos vemos nos saludamos cariñosamente, pero no es mi amigo. No tengo amigos políticos, pero hay gente que le tengo gran cariño, como él, Andrés Chadwick, que fue mi profesor, y Hernán Larraín, que hizo un curso conmigo.
-¿Su cercanía a Allamand, Chadwick o Larraín pesó en su nombramiento?
-Mi cercanía puede haber sido en el sentido de que Andrés Chadwick puede haber dicho “me parece bien la Ángela”, pero él no me promocionó, ni nada parecido. La decisión de postular a la Corte Suprema fue absolutamente mía, no me dijeron “queremos que postules”.
-¿Por qué cree que Piñera la escogió?
-Porque Piñera me conoce hace muchos años, ha visto informes míos, mis presentaciones en el Senado y la Cámara, tiene referencias profesionales mías. Nunca he trabajado para él, ni para sus empresas, pero me conoce. Ahora, obviamente también conoce a los otros, pero tuvo confianza en mí porque sabe que soy una persona seria, trabajadora, que va a los temas que le encargan detalladamente y no al lote.
-¿Cuánto influyen sus preferencias políticas como ministra de la Corte?
-Todas las personas de la Corte Suprema tienen opiniones políticas, religiosas, jurídicas, lo mismo en la Corte de Apelaciones, porque no hay nadie que haya estado en una burbuja y de repente descendió. Entonces, ese tema de pretender que los jueces sean neutros, no tengan principios, ni valores, ni ideas, ni religión, ni nada, es una tontería, porque no existe. El trabajo de los jueces es aplicar la ley. Si una ley no le es cómoda o no le gusta, la tiene que aplicar igual. Ahora, dentro de las interpretaciones tratará de buscar la aplicación que le parezca más justa, en lo que la ley permite. Todos tenemos historia, pero en un momento que se jura para servir en un poder del Estado, la administración de justicia se firma para cumplir ese propósito, no vender sus ideas.
-Con todos los cuestionamientos que ha habido a su nombre, ¿se siente libre para poder tomar decisiones?
-Absolutamente, por eso no seguí militando en política. Y de ahí en adelante me he sentido súper libre para tomar los casos que quiera, escribir los libros que quiera, y opinar en lo que he querido opinar.
-¿Por qué hay desconfianza hacia el Poder Judicial? Hay quienes dicen que la justicia es solo para los ricos…
-Tiene que ver con que se desconoce que el Poder Judicial tiene que aplicar las leyes que hay, y en consecuencia, se espera que reemplace las leyes, o las ignore y dé soluciones que les gustarían a todos: que haga justicia sin perjuicio de la ley y eso no se puede hacer. Hay justicia para los ricos y no para los pobres, claro, porque resulta que nuestro Código Penal tiene décadas, y con un énfasis en ciertos delitos. Uno de los grandes propósitos que debe tener este gobierno, y quizá los próximos, es actualizar los códigos. Hay que poner énfasis en que los jueces sean buenos e imparciales, pero también en que las leyes que se apliquen sean las adecuadas.