Cultura
El fantástico mundo de la compañía catalana Insectotròpics llega a Teatro a mil
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Nunca ha estado en Chile, pero entre el 6 y el 20 de enero conocerá Santiago, Antofagasta, Mejillones y Concepción, cuenta Xavier Martínez desde su taller donde se ven de fondo algunas pinturas de sus alumnos artistas.
En esos lugares presentarán dos de sus obras, además de realizar un workshop el 12 de enero en Antofagasta, donde compartirán con un grupo de jóvenes la metodología creativa de sus montajes.
Es profesor, artista neoexpresionista y desde 2011 uno de los integrantes de la compañía de artes escénicas y visuales Insectotròpics junto a Laia Ribas, Esteve Martínez y Maria Thorson. Lo que hacen no es teatro entendido en su formato clásico; combinan arte en vivo, cine, performance, música y actuación.
“En un inicio desarrollé la pintura de manera más convencional, y poco a poco fui evolucionando en el lenguaje desde el realismo a algo más expresionista. En la escuela ya había tenido algunas experiencias con profesores haciendo pinturas grupales, en una pared o tela grande, donde cada uno pintase lo que quisiera y se sumara al resto. Eso me quedó ahí dentro”, comenta el artista.
Hace algunos años compartió taller con Esteve, artista que se convertiría en uno de los Insectotròpics, y le propuso realizar sesiones de pintura en vivo junto a otros artistas y colectivos. Juntos quisieron seguir evolucionando y convertir el ejercicio en un espectáculo.
Compartían la idea de que la parte más interesante del proyecto pictórico es la que ocurre en el taller. “No el cuadro acabado, el hacer y deshacer constantemente, buscar el camino. A mí me habría encantado ver a Cézanne o a Velázquez pintando, habría de ser impactante ver cómo trabajaban. De Picasso ya existe algún video y es brutal cómo hace y deshace”, enfatiza.
Como dupla empezaron a realizar acciones en galerías de arte: frente a una pared blanca y con público presente, iban creando pinturas. Luego dieron un nuevo paso y comenzaron a trabajar con un videoartista que proyectaba colores sobre los dibujos en blanco y negro que iban creando montados en escaleras frente a superficies de gran formato. “Fuimos jugando para que la gente viera cómo pintábamos, pero sumando también música y video”, dice.
Un día de 2011 se juntaron con Laia Ribas para que ella les mostrara algunos programas que servían para hacer movimientos a partir de dibujos estáticos. En su casa estaba además Maria Thorson.
“Flipamos los cuatro. Se daba una explosión de posibilidades que nos fascinó, y a partir de entonces nos empezamos a reunir cada cierto tiempo. Intentamos crear una obra a partir de un guion que fuera fácil, así llegamos al cuento de la Caperucita Roja, pero dándole algunas vueltas”, recuerda.
El resultado fue una versión que combina performance y que aborda los ritos de iniciación en las culturas de Centroeuropa. La interpretación es que el cuento habla de romper simbólicamente la etapa de pasar de niña a mujer, y enfrentar los miedos. Esta propuesta, para adultos, derivó luego en una adaptación infantil para todo público, que es la que presentarán próximamente en Teatro a Mil. Y también Orpheus, su último montaje, marcando un repaso por los casi 12 años que cumple la compañía.
La tecnología de la muerte
Cuenta Xanu que parte importante de sus obras es la experiencia del público. “Hemos estado en más de 20 países y sumamos muchas anécdotas, pero lo más interesante es cómo la audiencia se entrega a nuestro proceso.
Primero intentan entenderlo desde una confrontación racional, pero llega un momento en que sucumben ante tanta información, y ahí es cuando se abren las puertas del estómago de lo emocional y se dejan llevar. Hacen el click que a nosotros nos interesa y simplemente viajan con nuestra historia. Hay gente que se fija en la película, en los movimientos de los pintores, en la actuación o en la música”, desarrolla el artista.
La tecnología es una herramienta que utilizan para generar inmersión, pero Martínez admite que es un mundo todavía ajeno para él. “Soy pintor y de tecnología conozco poco, me gusta tocar la pintura y mancharme. Por eso necesito de la unión con otras personas que son lo contrario, y jugamos con la convivencia entre lo análogo y lo digital. Se trata de abrir a multitudes de lenguajes”, apunta.
Para Orpheus crearon el Spiritcom, un nombre totalmente inventado para denominar a un aparato que en una nueva interpretación del mito griego permite a Orfeo introducirse en el metaverso que es una versión del cielo donde se supone está atrapada su mujer Eurídice.
“Ese cachivache absorbe la imagen de Orfeo, la codifica y la muestra en metaverso, pero en realidad es solo un pequeño robot con una cámara, se trata de una ilusión tecnológica”, explica.
El guion de esta obra aborda la muerte a partir del mito clásico de Orfeo, pero también introduce una arista más intimista que surge del diario personal donde Laia Ribas escribió las vivencias y el duelo tras la muerte de su padre y su marido. El propio Xavier también perdió a su padre recientemente, agrega.
“Queríamos hablar de la muerte, cómo la imaginamos, cómo la vivimos, desde lo más profundo. Y nos dimos cuenta de toda esta tecnología de inteligencia artificial que existe ahora en torno a la muerte, como estos programas donde almacenas datos que cuando mueres, el ordenador puede organizar y reproducir", señala.
Y profundiza: "Está iniciándose ese proceso y si nos asomamos a la realidad virtual vemos cómo en un futuro podrás ir al funeral de tu padre y al llegar a casa ponerte unas gafas especiales y contarle quién ha ido al entierro y cómo ha estado el tiempo. Hay una línea universal en el ser humano marcada por el hecho de que la muerte es el final, y ahora esa línea se está moviendo. De acá a 100 años, una realidad virtual inmersiva, quizás tu cerebro no sabrá distinguir la vida de la muerte. No nos moriremos. Y eso nos trae un problema psicológico, porque era la única certeza que teníamos”.
En la obra hay una reflexión al respecto: ante la insistencia de Orfeo por liberar a Eurídice, ella le explica que está en paz y le pide que la desconecte de ese metaverso. Esta dimensión más profunda posiblemente alcanza a un tipo de espectador, pero, señala Xanu, al ser un montaje tan visual, los niños también disfrutan de los personajes, la música, las luces. Es un espectáculo con distintas capas para todo público.
Durante la visita a Chile mostrarán ambas obras en comunas diversas como La Pintana, Ñuñoa, Maipú, Renca, Mejillones, Concepción y Antofagasta. “En otros lugares, como en Londres, nos hemos presentado en barrios que no son turísticos y donde la promoción de la cultura es una estrategia para combatir situaciones problemáticas. Lo que hacemos llega a un público amplio, no necesariamente intelectual. Cada cual la disfruta a su manera”.
El increíble viaje de Caperucita Galáctica. 7 de enero en La Pintana | 8 de enero en Maipú | 9 de enero en Ñuñoa | 12 de enero en Antofagasta | 14 de enero en Mejillones.
Orpheus. 13 de enero en Antofagasta | 17 de enero en Concepción | 19 de enero en Renca.