Cultura
El debut musical que prepara el tenor Francisco Mañalich en Europa
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“Una de las cosas buenas del Covid-19 es que demostró que la cultura es indispensable para el ser humano. Muchos tenían el prejuicio de que era dispensable y en el encierro nos dimos cuenta de que necesitábamos ese contacto con el arte. Que no se trataba de algo anecdótico, sino de una necesidad básica”, reflexiona el músico Francisco Javier Mañalich Raffo (38) mientras se toma un té verde en una cafetería de avenida Apoquindo, un día antes de volver a París, donde vive hace ya 12 años.
El comentario surge tras dictar una masterclass –entre el 28 de marzo y el 2 de abril– en la Escuela Internacional de Profesores Visitantes, que forma parte del Instituto de Música de la Universidad Católica, donde él mismo inició sus estudios. “Fue una linda sorpresa. Sentí que los alumnos estaban muy abiertos a lo que yo podría sugerirles, con mucho ánimo de aprender. La juventud despertó”, agrega.
Vuelve a relacionar esta apertura a la pandemia y la oportunidad de concentrarse en las cosas que realmente importan: “Nos dimos cuenta de que el equilibrio mundial es más frágil de lo que uno pudiera imaginarse, todo puede cambiar de un minuto a otro. Entonces es el momento para actuar, para aprender, practicar, hacer música con otros. Eso es muy positivo”.
Estilos y estudios
Francisco Javier es el menor de los tres hijos del matrimonio conformado por el exministro de Salud, Jaime Mañalich, y la profesora María Cristina Raffo. Sus hermanos mayores son Juan Pablo (43), abogado y profesor de Derecho Penal de la Universidad de Chile, y Felipe (41), premiado publicista hoy a cargo de la agencia 1984. Cada uno destacado en sus respectivas disciplinas, Francisco apostó por la música: “Siempre estuvo muy presente en mi vida y cumplió un rol terapéutico y de introspección”.
Cuenta que desde niño empezó a tocar guitarra y se interesó por el repertorio folclórico como Violeta Parra. Ya adolescente tocó rock y formó una banda con compañeros de colegio, pero al momento de realizar estudios formales, quiso aprender música clásica. “Lo bueno es que fui viviendo diferentes estilos musicales sin que esto fuera una contradicción: pasé por el folclor, la música popular extranjera y después llegué a lo clásico. Un estilo no tiene por qué excluir al otro”, afirma.
Estudió canto lírico en el Instituto de Música UC, donde además cursó dos años de musicología y aprendió a tocar la viola da gamba con la profesora Gina Allende. Ya egresado siguió estudiando en Europa: hizo un master en música y musicología con especialización en música medieval y renacentista en La Sorbona y luego otro máster en viola da gamba en el Conservatorio Superior de París. Su formación académica ha estado enfocada en música antigua: medieval, barroca y renacentista. Y ahora, explica, comienza a cerrar el capítulo dedicado al estudio y la investigación, para pasar a la escena.
La clase maestra
Venir a Chile en calidad de profesor visitante marcó un hito para él en ese sentido. Aunque generalmente viene al país a ver a su familia una o dos veces al año –incluso durante la pandemia logró hacerlo en los momentos en que las condiciones sanitarias lo permitieron–, esta invitación fue su primera experiencia docente local.
“Me gusta mucho enseñar, explicar, dialogar, comunicarme con los estudiantes. Fue casi liberador volver a Chile, donde empecé este camino de búsqueda musical. Traté de ir lo más lejos que pude en la viola, el canto, la teoría y la investigación. Y siento que todo ese conocimiento lo pude al fin liberar y transmitir. Es el cierre de un ciclo importante para mí”, dice Mañalich.
La clase magistral constó de distintos módulos: un curso con alumnos de viola da gamba que participan de la cátedra de su amiga y colega Florencia Bardavid, “con ellos trabajamos un repertorio barroco virtuoso para el instrumento”; también un módulo de música de cámara para cantantes e instrumentistas; y un taller de teoría y práctica polifónica medieval y renacentista, donde asistieron no solo intérpretes, también musicólogos, compositores e instrumentistas.
Su historia con la viola da gamba igualmente surgió desde la intención de sumar más conocimientos. Recuerda que cuando entró a estudiar canto en la UC, viniendo del rock, se vio enfrentado a un mundo de cantantes donde no se sintió para nada representado. Y decidió que tenía que sumar algún instrumento a su formación, aun sin tener la ambición de llegar a ser un instrumentista de gran nivel, solo para manejar más lenguajes.
“No conocía este instrumento y cuando lo descubrí me pareció idóneo, porque tiene este arco del violonchelo y al mismo tiempo es parecido a una guitarra. Creo que fui de los primeros que redescubrió la práctica antigua de cantar y tocar viola al mismo tiempo. Ahora hay un montón de colegas haciendo lo mismo, lancé una especie de moda”, comenta Francisco riendo.
Su interés por la música antigua también lo ha llevado a estudiar los neumas gregorianos, que es la primera escritura musical europea. Su cara se ilumina al explicar que se trata de un sistema utilizado en torno al siglo IX y cómo se diferencia de las notas convencionales que conocemos hoy: “Los copistas no ponían puntitos, escribían con pinceladas. Es una escritura con mayor sofisticación a nivel estilístico porque los neumas reflejaban visualmente cómo uno debería interpretar. Para mí ha sido un gran descubrimiento adentrarme en esa escritura”.
El músico y académico agradece la oportunidad que ha tenido de educarse en Francia, donde la música clásica forma parte elemental de la cultura. Con algo de distancia observa que Chile necesita más instancias de diálogo con otras culturas porque –partiendo por sus condiciones geográficas– siempre ha sido un país muy hermético.
foto por Emmanuelle Huteau
Temporada de escenarios
La agenda de Mañalich para lo que queda de 2022 está llena de hitos: “Este año va a ser muy relevante en mi carrera”. En mayo debutará con su primer protagónico en una ópera romántica en Suiza. “Se trata de una obra estilo verdiana, del siglo XIX, con una producción sencilla pero interesante”, comenta.
En julio irá a Croacia a montar un espectáculo basado en el mito griego de Hécuba, reina de Troya, para el cual compuso la música original junto a su colega Katarina Livljanic, directora del ensamble Dialogos.
Y en diciembre se presentará en el prestigioso teatro Bouffes du Nord, en París, con la obra de teatro Le Rêve et la Plainte. Ahí compondrá la música, cantará e interpretará la viola da gamba. “Empiezo a ser compositor e interprete al mismo tiempo, lo que para mí es muy interesante. Mi recorrido ahora es sobre el escenario, paso a una etapa donde estoy más enfocado quizás en la creación”, dice el músico.
Le encanta la actuación, agrega: “Como intérprete estoy a gusto cuando las obras son más experimentales. Me acomoda más lo bizarro, explorar. Lo convencional se me suele dar menos naturalmente. Y aunque me gusta el repertorio antiguo, me interesa darle una energía más moderna. Ese es mi proyecto”.
Es prolífico. Ha grabado más de 20 discos con distintas agrupaciones y como solista -I am melancholy, 2018, entre otros- y es el director del ensamble Comet Musicke que desde 2017 se ha presentado en numerosos festivales en Europa y ha sido invitado a Radio France Musique en más de una ocasión.
“El ensamble funciona como laboratorio, vamos probando muchas cosas por ensayo y error y decidimos juntos lo que conservamos y lo que no. Es un espacio en el cual las ideas están abiertas para que podamos experimentar”, comenta el chileno. Al igual que su propio estilo, define al ensamble como un grupo moderno con repertorio antiguo. Y pronto comenzarán a componer piezas propias, adelanta.
En sus presentaciones incorporan relatos de la época, anécdotas biográficas de los autores e información histórica: “Tratamos de investigar para darle sabor a la música y entretener al público. A uno se le olvida que el compositor es un personaje que tuvo una vida más allá de lo que compuso, con viajes, dramas y episodios que la gente desconoce. Me parece excelente que el arte se acerque porque la música en sí no es elitista; la performance puede serlo”.
Por eso mismo, Comet Musicke funciona como un grupo pirata, asegura. “Como no tenemos que transportar ni clavecín, ni piano, ni arpa, ni ningún instrumento pesado, nos movemos y nos adaptamos a todo. Hemos tocado en estacionamientos, colegios, universidades, teatros, iglesias, bares, al aire libre. A veces las condiciones acústicas no son perfectas, pero no nos importa. Tratamos de innovar”.
Crítico y activo
“Soy hiperactivo artísticamente. Estoy todo el día trabajando. De hecho, tengo que calmarme”, reconoce. Y le gusta estar metido en varios proyectos en paralelo. Por lo mismo, aunque le han ofrecido hacer clases de manera fija en el conservatorio, por el momento privilegia la posibilidad de estar moviéndose, poder viajar, venir a Chile, salir de gira.
“Me parece importante tener una flexibilidad para hacer proyectos lo más diversos posibles con diferentes colegas”. También espera poder presentarse en Chile, ya sea con el ensamble o como solista.
Comenta, a pocos días de la segunda vuelta presidencial en Francia, que la inestabilidad política en ese país ha ido avanzando y que también les ha afectado la invasión rusa a Ucrania: “La guerra no solo está en la TV, la ves en las calles. Los inmigrantes que bajan de los trenes son parte de la actualidad del continente europeo”. La actualidad lo inspira, asevera. Más que escribir sobre el amor, le interesa hablar de política.
La obra teatral en la que está trabajando para el Bouffes du Nord contiene una fuerte crítica social que apunta a la superficialidad, el consumismo y la pérdida de comunicación. “La música ahí cumple un rol casi espiritual, porque todo el resto es amargo, irónico y negro. La melodía funciona como cura para este mal humano –egoísta e individualista– que vemos en la sociedad actual”.