Cultura
Guía del Ocio: "La Memoria infinita" representará a Chile en los premios Goya
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Un amor que trasciende la memoria
Por Joel Poblete
Al igual que su anterior largometraje, El agente topo, el nuevo documental de la directora Maite Alberdi debutó mundialmente a comienzos de año en el Festival de Sundance como parte de la competencia World Cinema Documentary, donde ganó el premio principal del jurado, y desde entonces en cada país y certamen que se presenta, La memoria infinita no deja de emocionar a las audiencias y la crítica. Y ahora, justo al día siguiente de que la Academia de Cine de Chile lo confirmara como el título seleccionado por nuestro país para competir en los Goya -el Oscar del cine hispano, donde Alberdi ya estuvo nominada con La once y El agente topo-, desde este jueves está en los cines locales.
La capacidad de conmover que ha demostrado antes la realizadora, ahora se acentúa por el hecho de que a diferencia de las señoras de La once, los protagonistas con síndrome de Down de Los niños o don Sergio en El agente topo, en este caso conocemos desde antes a la pareja en la que se centra esta historia, ya que son dos reconocidas figuras, la actriz Paulina Urrutia y el periodista y conductor Augusto Góngora, fallecido en mayo.
Y justamente por eso, el material de archivo tiene aún más relevancia que en los trabajos previos de Alberdi, porque las imágenes del pasado no sólo nos contextualizan sobre sus respectivas carreras, sino además nos permiten comprender la fuerza del amor y la complicidad desarrolladas entre ambos a lo largo de los años, y la ternura, cariño y abnegación que ella dedicó durante todo el tiempo que él debió sobrellevar su Alzheimer, lo que también le da mucha potencia a la película, porque no se esquivan los momentos más difíciles e ingratos de la enfermedad.
El documental nos interpela, nos emociona y nos hace reflexionar, es un inolvidable homenaje a Urrutia y Góngora, y tanto su título como la película misma no sólo se conectan con la memoria personal y privada de ambos, sino con la memoria de un país y su gente, lo que tiene una resonancia aún más significativa en el contexto chileno actual.
Antuco en marionetas
La compañía Silencio Blanco presenta obras que tratan de seres marginados, silenciados, y que están en relación directa con la naturaleza, la cual siempre se impone. Lo hizo antes con Chiflón, el silencio del carbón y Pescador; y lo hace ahora con Antuco. Está basada en la tragedia ocurrida en ese lugar de la Región del Biobío, en 2005, donde 44 soldados y un sargento murieron en una caminata negligente en medio de la nieve.
La obra, como es característico en esta compañía, usa marionetas que son manejadas por actores que se pasean también por el escenario. En este caso, las marionetas ponen en escena a tres personajes: un joven soldado entusiasmado por los ejercicios de montaña, su madre y su abuelo. Todos viven en una pequeña casa en un sector rural cerca de Los Ángeles. La propuesta -la primera de este grupo para público adulto- profundiza en un lenguaje escénico de sensaciones y sonidos que no precisan de texto hablado. Todo comienza en una atmósfera viva y alegre, pero que luego se va volviendo oscura y pesada.
Hasta el 3 de septiembre en el GAM.
La infancia blindada
En tiempos donde el país está metido en un ejercicio de memoria, la escritora Lina Meruane acaba de publicar su libro Señales de nosotros, donde repasa su infancia y su adolescencia en los años ‘70 y ‘80. El foco está en el mundo protegido en que ella se movía, lejos -aunque no tanto, precisa- de la contingencia política y los eventos de la dictadura que sucedían alrededor. Todo eso parecía quedar fuera de los muros y las enredaderas que rodeaban su colegio inglés.
La narradora cuenta que, pese a todo, igual había señales que se colaban en ese territorio aparentemente a salvo. Noticias en la televisión, por ejemplo. O la experiencia de una compañera, cuyo padre se mantenía escondido por sus ideas políticas. O cuando después de la crisis económica de 1982, varios alumnos empezaron a ausentarse porque sus familias ya no podían pagar las mensualidades. Las señales estaban, pero -como dice la narradora- lo usual era no verlas, no oírlas.
Señales de nosotros es un libro lleno de preguntas. Las que hace la narradora en el texto. Y las que se hace inevitablemente el lector a sí mismo cuando se enfrenta a la historia.
Películas como sinfonías
Star Wars, Jurassic Park, Indiana Jones, Superman y La lista de Schindler son algunas cintas cuyas composiciones musicales pertenecen al prolífico John Williams, responsable de las bandas sonoras de más de 100 películas y quien ha sido reconocido con premios como cinco Oscar, 25 Grammys, siete BAFTA y cuatro Globos de Oro.
Esa música icónica compuesta por Williams será el repertorio que la Orquesta Sinfónica Nacional presentará en dos conciertos: el 8 y el 9 de septiembre en el teatro de la Fundación CorpArtes. La dirección estará a cargo de Christian Lorca, actual titular de la Orquesta Sinfónica Estudiantil Metropolitana de Santiago, de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Rancagua y la Orquesta Sinfónica Municipal de Copiapó. “Podremos escuchar música llena de dinámicas, colores y pasajes orquestales que nos remontarán a escenas de cada película”, dice el maestro.
El 15 y 16 de septiembre, Lorca y la Orquesta Sinfónica ofrecerán otros dos conciertos, esta vez con clásicas composiciones de Tchaikovsky -las suites de Cascanueces y El lago de los cisnes- y una pieza del chileno Luis Advis, Suite latinoamericana.
Más información y entradas en www.corpartes.cl