Cultura
Guillermo Quintana, curador de The art of Banksy, defiende anonimato del artista: "Lo importante es el mensaje"
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“Soy un creativo transdisciplinario. Ejerzo la creatividad en cualquier disciplina que me lo permita”, así se define el artista mexicano Guillermo Quintana, curador de la muestra The Art of Banksy: Without limits.
En un rápido recorrido por la carpa de mil metros cuadrados, llena de andamios y paneles en construcción que se encuentra tras el GAM, Quintana va dando indicaciones y correcciones a quienes están montando las primeras piezas y réplicas que completarán la muestra tributo al incógnito artista británico.
En un rápido recorrido por la carpa de mil metros cuadrados, llena de andamios y paneles en construcción que se encuentra tras el GAM, Quintana va dando indicaciones y correcciones a quienes están montando las primeras piezas y réplicas que completarán la muestra tributo al incógnito artista británico.
Advierte que al momento de sacar las fotos para la entrevista él tampoco muestra públicamente su rostro. “Dentro de este proyecto yo solo soy el mensajero. No importo. Me importa más traer un mensaje en una máscara o camiseta”, dice el curador.
En una pausa, sentado a un costado del montaje junto a decenas de cajas de madera con el logo de la exposición, el mexicano explica parte de su quehacer: “Doy cursos de creatividad desde abogados, arquitectos, contadores o artistas. También hago muchas asesorías de manager a artistas”.
Trabaja como curador hace 16 años, tuvo una galería de arte en Ciudad de México y otra en Mérida, Yucatán. Hace seis años vive en Berlín, pero calcula que pasa nueve meses al año viajando junto a la muestra de Banksy.
En una pausa, sentado a un costado del montaje junto a decenas de cajas de madera con el logo de la exposición, el mexicano explica parte de su quehacer: “Doy cursos de creatividad desde abogados, arquitectos, contadores o artistas. También hago muchas asesorías de manager a artistas”.
Trabaja como curador hace 16 años, tuvo una galería de arte en Ciudad de México y otra en Mérida, Yucatán. Hace seis años vive en Berlín, pero calcula que pasa nueve meses al año viajando junto a la muestra de Banksy.
“Se me da muy bien la curatoría, entender espacios y generar experiencias, el concepto de esta exhibición lo tengo en mis manos desde hace ya cuatro años”, dice.
-¿Existe algún tipo de contacto con Banksy respecto de esta muestra?
-¿Con quién? ¿Quién es? ¿Cómo hablamos de derechos?
-Pero desde su anonimato tampoco ha presentado obstáculos o quejas.
-¿Y a quién va a mandar? ¿Bajo qué base jurídica? Tampoco él pide permiso para pintar paredes. Al final de cuentas, el objetivo en el que yo me muevo es seguir transmitiendo su mensaje. Banksy ha sido un referente en el mundo del arte hace muchos años. Dejó de ser solo un grafitero o street artist cuando sus obras comenzaron a ser subastadas en casas de arte.
-¿Consideras que es un artista político?
-Para mí es de los pocos que habla de temas sociales, no sé si llamarlo activismo, pero su obra viene con un mensaje. Es alguien que quiere cambiar el individualismo que existe para volvernos nuevamente humanos, y desarrollar nuestra empatía.
Por eso me gusta hacer este tributo. Siempre digo que no me importa cómo la gente venga a las exhibiciones, me importa cómo salen. Si más de 160 obras te hacen modificar algún pensamiento y desde ahí generar un cambio social.
Quintana también apunta a la transversalidad de Banksy y destaca que se trata de una exhibición para todo público. “No importa de dónde vengas, Chile, Australia, México o Alemania, ni cuántos años tengas. Su mensaje es global y lo transmite de una manera tan sarcástica e irónica que sí o sí entiendes el mensaje. Como artista tengo mis reservas, hay piezas que no me convencen, pero como creador, que tengas la capacidad de generar tu propio lenguaje y que todo el mundo lo reconozca, es genial”.
La apuesta del artista por el anonimato también le hace sentido: “Ha matado su ego. No nos importa si Banksy usa Nike o Adidas, Tesla o Ford. Lo importante es el mensaje. Una de las citas que ha publicado en Instagram dice algo muy cierto: Andy Warhol se equivocó en una cosa, actualmente todos tenemos 15 minutos de fama, pero eso no es lo más importante. En la contemporaneidad lo relevante es ser anónimo. Banksy puede ir al supermercado sin que nadie se le acerque o le saque fotos”.
-Pero en la lógica capitalista, se está perdiendo la posibilidad de ser multimillonario.
-¿Y quién te dice que no lo es? En ocasiones ha criticado el mundo del arte, las galerías y el capitalismo, y luego dice: “bueno, a lo mejor tampoco tengo mucho que decir desde mi mansión”. Él se burla de sí mismo.
Montar The Art of Banksy: Without Limits no es un copypaste, aclara Quintana. Él realiza un estudio de cada lugar donde se va a mostrar la exposición. “Ninguna exhibición se parece a otra, es el mismo contenido, pero dispuesto de manera totalmente distinta. Le debo respeto al artista y también al público, porque además están pagando. Llegar y pegar sería quitarles el alma a las obras”.
La muestra no solo contiene arte callejero; hay esculturas, pinturas, óleos. “Las réplicas de murales que hacemos responden a que no todo el mundo tiene la oportunidad de viajar y ver un Banksy original. Nuestra intención es hacer una copia fidedigna con artistas que se dedican al street art”, menciona, en respuesta a quienes critican la decisión de replicar obras del aire libre dentro de un montaje.
Es primera vez que el curador está en Sudamérica y cuenta que ha disfrutado mucho el conocer Chile, que, además, dice, tiene muchas similitudes con su país de origen.
Estar instalados en el centro de Santiago también tiene relación con el estallido social, fenómeno que siguió atentamente en cuanto a sus expresiones callejeras: “Estoy aprendiendo muchísimo. Más que nada es seguir documentando cómo habla la ciudad a través de sus paredes. Darle una continuidad, por eso nos colocamos aquí. También reconozco una manera de trabajar más latinoamericana: si te dicen mañana, entonces son tres días”.
Primero contactó a los muralistas chilenos Caiozzama y Fab Ciraolo, a quienes conocía anteriormente, y como ellos no son directamente artistas de stencil, lo ayudaron con una lista de exponentes chilenos para que participaran de la muestra pintando las réplicas de Banksy y también sus propias obras.
Considerando que la paridad es un factor importante, y él ya trabaja con dos artistas hombres de manera estable, Desastre (México) y Brookesia (Berlín), optó por sumar a dos mujeres: Maida K y Antiza.
“Ellas trabajan muy bien y entienden la técnica. Han dejado muy en alto el street art”, agrega el curador. Sentadas unos metros más allá mientras pintan unas metralletas de cartón, las artistas coinciden en que ha sido una gran experiencia, siete días de trabajo muy intensos, pero en un ambiente muy profesional y productivo.
Quintana también menciona a Red Eyes, la productora a cargo de la exhibición en Chile, y también al GAM, como espacio anfitrión. “Agradezco la apertura, el entendimiento. Estoy muy contento, y eso que soy perfeccionista. Vivo pidiendo ‘Señor, dame paciencia’, y eso que no creo en Dios. Pero es parte del proceso, lo sé manejar”, dice mostrando su herramienta antiestrés, un Kerala o rosario budista.
-¿Cómo manejas las expectativas del público?
Es que esas son suyas. Tan alto se quieran subir, tan duro se van a dar el golpe. Yo solo tengo que rendirles cuenta a dos personas: mi niño de 8 años y a mi adulto de 80. Es decir, cómo me imaginé que sería y luego cuando mire hacia atrás. Todos los demás que lidien con sus expectativas. Siempre alguien va a tirar hate, porque nuestra sociedad se ha programado para eso. Pero cada exhibición que hacemos es mejor que la otra. Ese es el chiste, seguir aprendiendo. No replicar una fórmula. Me parecería obsceno, más hablando de un artista como Banksy.
-¿Hay un compromiso ligado a la admiración?
Admiración es una palabra muy fuerte. Me resulta un bocado muy apetecible, pero admiro a muy pocas personas en este mundo.
-¿No eres un Banksymaniaco?
Ni de cerca. Me gusta y respeto mucho su trabajo y lo hago con todo gusto porque, insisto, aprendió a matar el ego y hay muy pocos artistas en todo el mundo que han sabido hablar universalmente.
-¿Cómo definirías la experiencia Without Limits?
No hago exhibiciones para TikTok o Instagram. Guarda tu teléfono, sé un niño y ven con curiosidad. Esa es la manera en que deberíamos ver arte. En el montaje hago chistes al momento de organizar las obras. Hay distintas técnicas; mapping, proyecciones, espejos, luces, sonido. Como curador no traigo tantos procesos de academia, aprendí fuera de la caja, y eso me permite ser más natural. Llegas acá y eres mío, haré que te sorprendas.
“Arte y dinero siempre se han llevado"
-De las 160 piezas de la muestra, ¿cuál es tu favorita?
Hay una que me vuelve loco y que me encantaría tener el original. Se llama Morons (2007). Muestra una subasta y la obra que se remata es un cuadro que dice I Can’t Believe You Morons Actually Buy This Shit. La mejor cachetada con guante blanco. Esa pieza la compraron entre varios usuarios, por 120 mil dólares, y la quemaron. Luego, con esa grabación, hicieron un NFT.
-¿Qué piensas de estas nuevas maneras de comercializar arte?
Arte y dinero siempre se han llevado. Nunca he entendido el conflicto de la gente con que los artistas coman. Déjame desarrollar mi talento y vivir de eso. No hay tensión. Como artista, en el momento que tu obra sale del taller deja de ser tuya, porque no puedes incluir una descripción que diga cómo te tienes que sentir cuando la veas.
Hay una que me vuelve loco y que me encantaría tener el original. Se llama Morons (2007). Muestra una subasta y la obra que se remata es un cuadro que dice I Can’t Believe You Morons Actually Buy This Shit. La mejor cachetada con guante blanco. Esa pieza la compraron entre varios usuarios, por 120 mil dólares, y la quemaron. Luego, con esa grabación, hicieron un NFT.
-¿Qué piensas de estas nuevas maneras de comercializar arte?
Arte y dinero siempre se han llevado. Nunca he entendido el conflicto de la gente con que los artistas coman. Déjame desarrollar mi talento y vivir de eso. No hay tensión. Como artista, en el momento que tu obra sale del taller deja de ser tuya, porque no puedes incluir una descripción que diga cómo te tienes que sentir cuando la veas.