Cultura
El jugador que representará a Chile por cuarta vez en un mundial de Go, en Corea del Sur
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Era estudiante de Arquitectura en la Universidad Mayor y un día escuchó que a un compañero le sonaba el movimiento de unas fichas de juego al interior de la mochila. Le preguntó si andaba con un ajedrez, para que se echaran un partido. Pero era Go.
Esa fue la primera aproximación de José Gómez con el juego de fichas de origen asiático. Esa vez su compañero le enseñó las reglas básicas y jugó por primera vez. Siempre aficionado a los juegos, este le interesó tanto que comenzó a asistir a clases de Go en el Instituto Chileno Japonés dos veces a la semana y ahí conoció a su maestro, el sensei Yoshinobu Sakamoto. Eso fue el 2005, han pasado 19 años.
El actual miembro de la Federación Chilena de Go hace una introducción básica al complejo y fascinante mundo de este juego. “Está dentro de la definición de los juegos mentales. Un juego de estrategia territorial. Data de 3.000 años aproximadamente y nace en Asia oriental. Luego, con la guerra asiática, hace unos 1.500 años, se difunde hacia Corea y Japón. Y Japón, hace unos 100 ó 150 años, lo difunde al resto del mundo, primero a Europa y luego a América”, ilustra el jugador. A Chile llegó hace unos 50 años, calcula.
Explica además la relevancia que éste tiene en sus países de origen: “En sus inicios quienes lo jugaban en China eran las familias guerreras, los que peleaban por territorios entre pueblos y los nobles de la elite intelectual. Después con la guerra asiática Japón lo adquiere como parte integral de su cultura, logrando que el Go lo puedan jugar todos, en las casas, en los clubes, en las plazas. Hoy es como el gran dinosaurio que está vivo y cada día toma más relevancia. Son pocos los juegos que se sabe tienen más de tres siglos. Y en un momento prendió. Se empezó a difundir muchísimo y no sólo se tomó como algo ligado al ocio, sobre todo en Japón empezaron a considerarse también los múltiples beneficios para la vida cotidiana, sobre todo para los niños, y se comenzó a implementar en los colegios: ayuda a hacer amigos, a entretenerse, desarrollo del pensamiento estratégico, la paciencia, la memoria, resolución de problemas, autodisciplina... No es que haya que difundirlo sólo por su origen milenario, está agarrando cada vez más vuelo, diría yo. Y para tener más visibilidad y conexión internacional, existen dos instituciones, la Federación Internacional de Go y (IGF) la Korean Baduk Federation (KBF) que organizan estos torneos mundiales”.
Parte del trabajo de difusión del Go también involucra que la Japan International Cooperation Agency (JICA) envíe a maestros jubilados, no son profesionales, pero sí jugadores de buen nivel, a enseñar este juego en distintas partes del mundo. Generalmente permanecen en cada lugar por un periodo de dos años. Ese fue el caso del sensei Sakamoto en Chile.
“En mis primeros seis meses me embalé heavy. El sensei me regaló como 10 libros. Jugaba con él, me enseñó harto, pero después, en la casa, además me dedicaba a resolver problemas. Le puse empeño y subí muy rápido de nivel. Llegué a 4K que ya es competitivo para participar en torneos”.
Para situarse: sólo por el hecho de aprender las reglas y lo básico, eres 30 kyu. Si vas mejorando tu nivel vas a ir bajando: 29, 28, 27K y así. Si llegas a primer kyu, luego pasas a primer dan en ranking amateur (aparte está la categoría profesional). Lo máximo sería 9Dan. “Eso sería como llegar a cinturón negro. Pero hay un solo campeón en Go, son varios cinturones negros que compiten”, apunta.
Su explicación de cómo se juega es la siguiente: “El tablero tiene una trama de 19 líneas verticales y 19 líneas horizontales. Cada jugador tiene unas piedras que son las fichas. Uno usa las color blanco y el contendor las negras. Todas tienen la misma función (a diferencia del ajedrez). El tablero está completamente vacío. Se juega de manera alternada y parten siempre las negras. Las piedras se van poniendo en la intersección de las líneas, y lo que busca el juego es ir ganando más territorio. Entonces las piedras van cercando ciertas áreas. Mientras puedas cercar un área más grande, tienes más puntos. El juego es ultra minimalista, en los torneos se juega con reloj y los partidos pueden durar dos horas”.
En 2007 José clasificó a su primer torneo internacional y viajó a Corea del Sur. La experiencia fue alucinante, recuerda. El 2010 compitió en China, en Hangzhou, cerca de Shanghai, y luego el 2016 volvió a Corea. De ese último viaje hizo un blog bitácora donde iba contando sobre el torneo, los puntajes, los otros jugadores, pero también de los lugares que tuvo la oportunidad de conocer, la comida que probó y más.
La dinámica del viaje, además de incluir comodidades como transporte y buenos alojamientos, contempla turismo. Generalmente los competidores llegan a Seúl y al día siguiente se trasladan a alguna localidad más alejada. Las horas de torneo se concentran en la mañana y transcurren en lugares de interés histórico y patrimonial, como templos donde se jugaba antiguamente. “Nos pasean por la mística del Go”, relata Gómez.
Por las tardes la organización lo lleva a recorrer lugares importantes, el fin va más allá del juego, tiene que ver con transmitir a los competidores algo de su cultura. En la noche salen a comer a algún lado y de vuelta en el hotel, el que quiere se va a acostar y el que quiere va al salón a jugar Go. Imagínate, somos 80 fanáticos, jugadores de alto nivel que te van enseñando mucho”.
Clasifica un jugador por país, en total se hacen presentes unos 80 representantes. Un 25% son mujeres, calcula. La competencia en sí es prácticamente imposible de ganar porque el nivel de los jugadores de Corea del Sur, Japón y China es muy superior. “Es como que Brasil haga un Mundial de fútbol y venga Taiwán y le gane en el Maracaná. Ese es el contraste”, ejemplifica.
Explica: “Aprender a jugar es muy fácil, las instrucciones son sencillas y en cinco minutos puedes estar jugando, pero es el juego más complejo de estrategia a nivel mundial. En ajedrez la máquina Deep blue le ganó a Kasparov en 1996. La máquina AlphaGo recién en 2016, y con inteligencia artificial, logró ganarle a Lee Sedol. Los mejores jugadores son realmente cabezones, tipos mentalmente cabrones”.
Durante los últimos años, el arquitecto se alejó del nivel competitivo, principalmente porque la paternidad y el trabajo absorbieron casi todo su tiempo, pero siempre se mantenía jugando online un par de veces a la semana.
“Hace como un año empecé a entrenar y a tomármelo más en serio, hasta participar de algunos torneos. Estaba con muchas ganas de jugármelas para volver a un Mundial, pero me sorprendió clasificar.Ahora muy agradecido por el empuje que ha dado la Federación Chilena de Go, y full motivado esperando dar lo mejor”.
El jugador, actualmente nivel 1 Dan, comenta que está haciendo los preparativos para poder viajar junto a su familia; a sus dos hijos les ha enseñado a jugar Go y le gustaría que tuvieran la posibilidad de acompañarlo, para eso espera conseguir algún patrocinio. Por el momento participa de algunos chats con jugadores de Go, uno con integrantes de Latinoamérica donde intercambian información, ahí recomendaron recientemene el libro Maniac del chileno Benjamín Labatut, que en su última parte hace un recuento del enfrentamiento del Go y la inteligencia artificial, al igual que el premiado documental AlphaGo del director Greg Kohs, que está disponible en YouTube.