Cultura
Matías González por el documental sobre su padre Coco Legrand: “Mi viejo es una persona bien transversal”

Matías González por el documental sobre su padre Coco Legrand: “Mi viejo es una persona bien transversal”
La próxima semana se estrena en cines el documental que repasa la vida del famoso comediante chileno, con sus luces y también sus sombras. Un retrato emotivo que su hijo complementa con sus propios recuerdos: “Mi viejo es más introvertido bajo el escenario, arriba del escenario se transforma de una manera impresionante”.
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Mario Kreutzberger, Maitén Montenegro, Stefan Kramer y Eduardo Frei fueron algunos de los famosos que el jueves en la tarde llegaron hasta el Teatro Oriente en Providencia para asistir a la avant premier del documental El gran Coco Legrand, que el jueves 27 se estrena en cines. La cinta del director Sebastián Moreno se pasea por la vida de Alejandro Javier González Legrand (77).
Nació en 1947, hijo de José González Videla y Raquel Legrand, y al poco tiempo su padre, hermano del entonces presidente Gabriel González Videla, lo abandonó. Su madre era profesora y él se educó en internados. Luego llegó a su vida Amado Paredes, marido de su madre y su padre de corazón, como siempre dijo.
González Legrand estudió diseño y se especializó en matricería en Estados Unidos. Luego trabajó dos años para Citroën en Arica. Allá fue donde dio sus primeros pasos en el humor. En 1972 se consagró con su show en el Festival de Viña del Mar, donde presentó personajes legendarios como el “Lolo Palanca” y el “Cuesco Cabrera”.
Durante los ‘80 y ‘90 su café concert y shows en vivo fueron éxito absoluto, en los 2000s además animó estelares de televisión y fundó su teatro Circus OK. Toda una vida en escenario y pantalla que en 2023 celebró actuando por todo el país con el espectáculo 70 o sé tonto. En junio de 2024 anunció su retiro de los escenarios tras tener algunos problemas de salud asociados al vértigo.
El documental repasa estos momentos con entrevistas a él y a sus más cercanos, extractos de sus monólogos, risas y reflexiones. También dolores, como la muerte súbita de un hijo de siete meses. Uno de los familiares que aparecen en la cinta es su hijo Matías González Spencer (46), con quien compartió 10 años en escena con la obra Hasta aquí no más llegamos y Los coquitos dicen. Desde Republica Dominicana, donde vive hace tres años junto a su mujer y sus tres hijos, Matías se conecta para hablar de su “viejo”.
Allá reside en la zona de Puerto Plata, cerca de la frontera con Haití, un sector muy distinto a los resorts de Punta de Cana, explica. “Acá la vida es con harta naturaleza, hay viento, olas, montañas”. Él surfea, hace kitesurf y anda en bicicleta.
“Es un orgullo, una felicidad, muchas emociones”, comenta sobre la cinta, el preestreno y sus asistentes. “Frei fue muy cercano a mi viejo, siempre lo apoyó en sus obras de teatro. Ellos tenían una buena relación dentro de lo público. Se tuvieron mucho respeto, cariño y admiración, diría yo, por el trabajo que hizo cada uno. Así que me parece bonito gesto de parte de cada una de las personas que estuvieron ahí. ¡Don Francisco! Lo conozco desde que yo era muy chiquitito y él era medio viejito (ríe). Me llama la atención su energía, ¡es de otro planeta!”
“No tengo nada pendiente con mi viejo”
De niño a Matías le tocó acompañar a su padre en presentaciones en vivo y también en giras; en esa época, recuerda, salían en casa rodante de norte a sur. Uno de los momentos que lo marcaron especialmente fue cuando siendo muy pequeño asistió a una función de la obra Tú te lamentas, ¿de qué te lamentas? que protagonizaba Coco Legrand junto a Jaime Azócar.
“En una escena mi viejo se pegaba un balazo, se suicidaba, la gente se reía y yo lloraba. No podía entender lo que estaba pasando en el escenario. Después de algunos minutos salía vestido de angelito en el cielo y la gente se volvía a reír y yo seguía llorando. No me causaba gracia”. Lo mismo le pasaba, recuerda, cuando lo veía en televisión, se acercaba a la pantalla a hablarle a su papá y le costaba entender que no le respondiera. “Era una pelada de cable bien especial tener un viejo artista”, dice.
- En la película dices que hay diferencias entre Alejandro González y Coco Legrand. ¿Cómo las definirías?
- Los puedo unir y desunir y a la vez, en el fondo son la misma persona, pero quienes no lo conocen creen que mi viejo está en constante movimiento, siempre bromeando, pasándolo bien, siempre arriba. La verdad no es tan así. Muchas veces para hacer su trabajo tenía que tomar distancia de las cosas y mirarlas desde afuera. Es una persona tranquila, calmada, muy observadora. Como hijo nunca me faltó, nunca se lo llevaron las tentaciones, siempre estuvo con nosotros. Pero mi viejo es más introvertido bajo el escenario, arriba se transforma de una manera impresionante.
- Tu padre es un comediante que se toma muy en serio su trabajo. ¿Les transmitió a ustedes la importancia del rigor?
- Siempre fue una persona que nos dejó ser bastante nosotros mismos. Sin decirnos lo que había que hacer, pero sí nos dio el ejemplo. No solamente del rigor, sino que de buscar lo que tú realmente quieras hacer. Los tres hermanos provenimos de la misma matriz y algo nos quedó. Yo siendo el más desordenado igual he podido ser bastante leal a los valores familiares. Eso siento que es importante cuidar: la familia. Y verlo como abuelo también es muy bonito, porque los papás empiezan a ser niños nuevamente. El cariño y el amor se va expresando de la misma forma, pero por otros canales, a través de abrazos, besos, caricias, llamadas por teléfono. Es maravilloso.
- ¿Sientes que tienes resuelta la relación con tu padre?
- Sí. Tuve mucha suerte con mi viejo. Siempre estuvimos cerca, muy unidos. Muchas veces peleamos, nos separamos y nos hemos vuelto a encontrar. No tengo nada pendiente con mi viejo, nada que no le haya dicho. Siempre fue una relación demasiado honesta y desde el amor. Cuando nos vemos, nos derretimos. Yo adoro a mi viejo. No pudo haber sido mejor.
Corazón triste, vocación alegre
La adoración a su padre está plasmada en su cuerpo. Tiene varios tatuajes dedicados a él. Uno es la imagen del retrato que usó para su última obra, donde aparece con el pelo blanco hacia arriba, tipo Albert Einstein. Pero además hay varios de los chistes más emblemáticos de Coco Legrand escritos en tinta sobre su piel. “Me parece muy divertido y gracioso. Siempre me lo recuerdan al mirármelos”, dice.
Son muchos los personajes del Coco que le gustan, pero al momento de elegir se queda con dos de sus obras: La camiseta puesta, donde el comediante salía vestido de punk, y Al diablo con todo. “Mi viejo personificaba muy bien al demonio, me reí mucho. Además de ser un gran humorista y productor de su obra, era un gran actor”. También destaca los dos montajes que padre e hijo realizaron juntos: Hasta aquí no más llegamos y Los coquitos dicen.
- ¿Cómo fue compartir con él en el escenario?
- Extraordinario. Yo era un cabro joven que disfrutaba de los beneficios de ser el hijo del Coco Legrand. A mí me dio el espacio para enrielarme. No fue una batalla ni una guerra, pero me quiso tener a su lado en un momento en que yo estaba dubitativo en lo que quería hacer en mi día. Me vio un poco débil en ese sentido, y lo lindo fue que me agarró y pude compartir 10 años con él. Recorrer Chile y otras partes del mundo con el viejo, disfrutarlo y aprender demasiado. Gracias a eso hice teatro y televisión durante varios años. Y lo pasé extraordinario.
“Un corazón triste con vocación de alegre”, así se define González Legrand, cuentan en el documental. El abandono del padre y la muerte de un hijo, fueron dos sucesos dramáticos que sin duda lo marcaron. “Siempre hablé de eso con él y agradezco que nunca nos enrostró a nosotros como hijos lo duro que había sido para él. Nunca le vi una mala cara. Mi hermano murió de forma trágica y jamás nos traspasaron ese dolor, esa rabia. Al contrario, nos abrazaron más que nunca. Pero en sus momentos de calma, además de una gran paz interior, se le podían ver las heridas de guerra”, recalca.
Un personaje querido y transversal
Matías menciona además la sorpresiva noticia de una hermana de la cual no tuvo conocimiento hasta hace cuatro años. Como contó Coco Legrand en 2022 en el programa De tú a tú con Martín Cárcamo, una mujer se le acercó y le dijo que era su hija. Un test de ADN arrojó un 99,9% de coincidencias. El comediante se lo tomó como un regalo de la vida, y su “nueva” hija conoció a sus hermanos, con quienes hoy mantiene una amigable relación.
“Yo lamento haber conocido a mi última hermana hace tan poquito tiempo porque me duele que no haya podido compartir más de su vida con nuestro viejo que es una persona de tanto cariño”, dice Matías.
Hace casi un año Coco está jubilado. “Tiene sus añitos encima, está tranquilo en la casa, bastante bien, saliendo de sus problemas de vértigo. Pero le cuesta andar al 100%, parte de envejecer”, relata. En diciembre su padre lo visitó en República Dominicana y hace un par de semanas él vino a Chile a verlo: “Siempre estamos tratando de ir. Si no, conversamos. Ese hilo no se pierde por ningún motivo”.
- ¿Lamentas que no haya podido estar presente en la premier para ver este homenaje??
- Lo lamento, pero creo que no se ha perdido de nada porque la gente que lo quiere y los reconocimientos sí le llegaron. No como la mayoría de los artistas chilenos que tienen que pasar muchas cosas para ser reconocidos. A nuestros artistas hay que reconocerlos en vida y aplaudirlos, porque son la gente que nos hace soñar, reír, bailar y llorar.
- Pilar Sordo -psicóloga y autora que trabajó mucho tiempo con Legrand- dice que el día que tu papá ya no esté, siempre será recordado con una gran sonrisa. ¿Cómo te lo imaginas tú?
- Mi viejo es una persona bien transversal, cruzó a todo un pueblo. Ha sido muy querido. Le gente se acordará de él como un buen hombre y una persona que entregó mucha felicidad. Y aportó mucha reflexión de forma entretenida. ¡Grande Coco Legrand de Chile!