Cultura
Nano Stern aún cree en la belleza: su nuevo disco y su mirada más política
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El 14 de octubre cerró una gira por Chile con un concierto en el Nescafé de las Artes donde presentó su último disco, Aún creo en la belleza. Un álbum que estuvo marcado por el estallido social y también por la pandemia.
“Fue espectacular. Desde que pisamos el escenario estaba feliz, algo que no suele pasar, porque algo se cae, se cruza un cable o suena un teléfono. Tocamos bonito y eso se da cuando hay cariño y mucho trabajo detrás”, comenta Nano Stern (37) el miércoles por el mañana sentado en un café de Avenida Italia antes de ir a una reunión en la SCD.
Tiene varios conciertos por delante, estará en el festival REC en Concepción, luego viene una activa agenda de verano, Lollapalooza 2023 en marzo y desde ahí al aeropuerto para partir una nueva gira por Europa.
La vida de Stern ha estado marcada por la música y por los viajes; comenzó a tocar violín a los 3 años, recibió una educación privilegiada, como él mismo ha señalado, y a los 19 años partió a vivir a Alemania y luego a Holanda, donde participó de distintas agrupaciones musicales. En 2006 lanzó su primer disco solista, Nano Stern, y desde entonces ha estado componiendo, grabando y girando sin parar. En 2012 volvió a vivir a Chile.
Reflexiones de estallido y pandemia
En 2020 Stern publicó Décimas del estallido, crónicas en verso donde iba anotando sus impresiones y sentimientos, casi a modo de diario de vida, durante los agitados días de movilizaciones sociales. Hoy, a tres años del 18-O, el músico hace un análisis en tres dimensiones de cómo vivió ese momento.
“Como individuo tuve la sensación de que era inevitable lo que estaba ocurriendo. Lo contrario del ‘no lo vimos venir’. Venía sintiendo que el statu quo no daba, y no me lo estoy inventando ahora, eso se nota en dos de mis discos, Santiago (2017) y Lucero (2018), por lejos los más oscuros de mi discografía. Fue constatar que no estaba tan loco”, señala Stern.
A nivel colectivo, cuenta, estuvo en comunidad junto a los vecinos del cité de Ñuñoa donde vive. “Compartir la primera pata de encierro, los toques de queda, cuando no sabíamos todavía lo que venía, nos hizo cohesionarnos y vivir esto como un hecho colectivo. Fue muy interesante porque vecinos con posturas distintas, y hasta opuestas, gente muy de derecha, también cayó en cuenta de que lo que estaba pasando era en respuesta a una situación de profunda desigualdad”.
Como músico y cronista, la experiencia fue muy intensa. El lunes 21 de octubre asumió que todos los conciertos que tenía en agenda para fines de 2019 se suspendían. Habló con su manager y con su equipo:
“Les dije: ‘El trabajo que teníamos se acabó, pero hay más espacios que nunca para tocar, porque las calles están abiertas’. Tomé una decisión muy consciente de ir a todas. Estamos viviendo un momento histórico, el arte y la música en Chile siempre han tenido una relación con los procesos sociales y yo he venido hinchando con esto. Hablé con mi equipo y hubo consenso. Fuimos a cuanto escenario había, fue muy intenso, hermoso y sobrecogedor”.
Stern venía con un training creativo acelerado, reconoce, componiendo, grabando álbumes, escribiendo décimas con contenido social, y de pronto todas esas herramientas las puso al servicio de lo que estaba pasando.
“Desde el 18 de octubre tuvimos la intuición, y rápidamente la certeza, de que estábamos viviendo momentos históricos. El verso es una herramienta que ha sido importante en la historia de Chile, momentos importantes han estado narrados en verso, desde la Conquista con Alonso de Ercilla y La Araucana”, comenta el músico y escritor.
“Luego, casi como respuesta sádica de la vida, vino el encierro de las cuarentenas que nos obligó a irnos todos para adentro y se cortó de manera muy violenta ese proceso colectivo”, sigue.
Para él el confinamiento fue una oportunidad: “Lo disfruté sobremanera. Antes de la pandemia lo único que quería era parar un rato, y el Covid fue la excusa. Tuve tiempo para leer, para hacer otras cosas, además del privilegio de tener el nivel de exposición que me permitió subsistir, hacer conciertos online, cursos”.
Durante ese tiempo armó y grabó su último álbum, que ya había empezado y que fue cambiando en el camino: “Tenía una idea previa de la que me tuve que deshacer. Más de la mitad del disco cambió”. No poder ensayar presencialmente con sus músicos, grabar solo, todas esas dificultades hicieron que fuera un proceso muy especial: “Este disco siempre va a tener ese sonido tan particular de este tiempo que vivimos en pandemia”.
El cargo v/s la amistad
Es amigo del Presidente. Se conocieron en el contexto del movimiento estudiantil del 2011 participando en los distintos actos convocados por la Fech.
“Hubo un concierto muy hermoso que hicimos adentro, en una asamblea y que después salió a la Alameda. Se fue dando un cruce entre el mundo de la música y de las dirigencias estudiantiles, y también un cruce generacional; ahí conocí a los Inti-Illimani y a los Illapu, entre otros. Siento que hubo olfato en reconocerse en cuanto a afinidades políticas, estéticas y de opciones de vida”.
Sobre Gabriel Boric, prefiere ser cauto: “por respeto a la institución y por respeto a la amistad”. Lo describe como un líder natural con una gran capacidad de movilizar a quienes lo rodean. “Mi percepción es que no es un tipo sediento de poder, lo cual puede sonar muy contraintuitivo porque está donde está. Pero creo que hay ciertas personas a las que la historia les toca. Y yo lo encuentro muy admirable porque es un sacrificio enorme. Sea quien fuera Presidente o Presidenta de Chile en este ciclo, iba a tener que hacer un sacrificio muy grande. Hay que tener una convicción, no es baladí”.
Desde que Boric asumió como mandatario han compartido en algunas instancias sociales: “No conozco a nadie más ocupado, pero de repente se ha dado. La política tiene esa cuestión extraña de que todos tenemos derecho a opinar porque es el arte de gobernarnos unos a otros, pero sería ridículo que un amigo panadero me venga a opinar del acorde que puse en mi canción y viceversa. Una cosa es mi amigo y otra cosa es que esa persona, que es mi amigo, habite el cargo de la presidencia de la República, y tengo muy clara esa separación”.
La belleza y una nueva Constitución
A propósito del tercer año de aniversario del estallido y de las múltiples revisiones y análisis que se hicieron por estos días, algunos de ellos cuestionando lo que sucedió en términos de violencia, y de cómo se ha mantenido su percepción de los eventos en su memoria, Nano se toma un momento antes de explayarse. Quiere elegir bien las palabras.
“La percepción en presente es siempre susceptible a la emoción. El paso del tiempo nos obliga a poner las cosas en perspectiva o a comparar con lo que ha pasado después. Por lo mismo me resulta tan satisfactorio haber escrito este libro, porque es una fuente primaria, es un testimonio en tiempo real. Cada décima fue escrita en el día cuyos hechos relata, excepto al principio y al final que hay una reflexión extemporánea que de hecho son las únicas que me hacen sentido hoy. Me impresiona el tono que usé y creo que eso es lo más valioso como testimonio, me obliga a aceptar que así lo viví en ese momento. Me recuerda que en algún momento no tan distante de nuestra historia palabras como pueblo, esperanza o dignidad, pertenecían a un acervo común y significaron algo”.
Su disco Aún creo en la belleza habla de una cierta voluntad luminosa, pero es clave la palabra “aún”, apunta el músico. “Eso manifiesta un reconocimiento de que la cosa está difícil, y lo dice la canción. Parto de la base de que pasamos por un momento extremadamente complejo, convulso, incierto y feo, pero creo en la reivindicación de la belleza como una cuestión estética y ética”.
-¿Y qué es la belleza? Porque para algunos es justicia, para otros es orden…
-Desde que titulé el disco sabía que esa iba ser una pregunta que nunca iba a poder responder. El otro día estaba atravesando por un momento medio existencial y leí una entrevista a Rosa Montero respecto del sentido de la vida. Ella decía: ‘Mira, me di cuenta de que la vida no tiene sentido y aceptando eso quedan dos cosas: tratar de ser feliz y ser amable con las personas que nos rodean’. Crear paréntesis de cariño y belleza, creo que es lo más que me puedo acercar a una definición".
"Y cuando un cabro hace un grafiti en la puerta de un museo, puede ser una aberración, pero probablemente lo está haciendo desde una convicción de lucha, y ahí es donde se pone en jaque esta cuestión de la belleza estética. El punk tiene una cierta belleza porque mandar todo a la cresta muchas veces está motivado por una certeza de que la vida es injusta y tiene que cambiar. Algo que me resulta un poco iluso, pero es cosa de cada uno. No me adentraría en definiciones, pero sí hay una voluntad de hacer el bien a los demás. Eso es algo por lo que yo quisiera jugármela".
-¿Fue muy duro para ti el triunfo del Rechazo en el plebiscito del 4 de septiembre?
-No fue ni inexplicable, ni inesperado, pero sí la distancia fue brutal. Me quedó por unas pocas horas el sinsabor del meme que circulaba y que para los que estuvimos ahí era particularmente desgraciado: ‘Pero si en el concierto éramos caleta’. Y éramos caleta. Hubo una campaña linda, llena de cultura, con mucha gente, entonces cuando el resultado es tan abrumador y contrario, uno dice: ‘¿Habrá servido de algo?’
"Pero esas son cavilaciones propias de una derrota y tienen que sacudirse rápido, porque así es la democracia y creo que no tiene ningún sentido ser autocomplaciente. Yo participo desde un lugar bastante externo, no estoy metido en la discusión política que define cosas, sería un poco arrogante que salga yo a hacer una autocrítica, pero creo que quienes estuvieron ahí tienen que hacerlo de manera más acuciosa de lo que se ha hecho hasta ahora, y eso es algo que probablemente se va a ir dando con el tiempo".
-¿Mantienes la esperanza de una nueva Constitución?
-Poca. Creo que va a ocurrir, sería demasiado el papelón para la derecha no cumplir con su palabra. Pero en este momento tengo una sensación de distancia con ese proceso. Ahora está ocurriendo en el Congreso, donde hay fuerzas que a mí me representan muy poco. Encuentro paupérrimo el nivel, también era paupérrimo muchas veces en la Convención Constituyente pero al menos había una especie de épica.
"Creo lo que está realmente en discusión es si Chile va a pasar de un Estado subsidiario a un Estado social democrático de derecho, esa es la diferencia más grande. Estoy hablando como si fuera súper experto, y no lo soy, pero creo que muchos aspectos de la propuesta no necesariamente tenían que estar ahí porque no son materias constitucionales".
-¿Te refieres a los aspectos más identitarios?
-Exactamente. Ese es un tema en el cual no me gustaría profundizar mucho porque sé que no sé. Pero el tema de la política identitaria y de la cultura identitaria es algo que a mí intuitivamente no me termina de cuajar. No voy más allá porque el día tiene 24 horas, y yo las dedico a hacer música".
"Sería sano que las fuerzas progresistas, lo digo en oposición a las conservadoras, sinceraran su postura respecto a si vamos a ir por cuestiones de base, colectivas, o vamos a ir en defensa particular de distintas causas, que es lo que vimos en la Constituyente y, que, intuyo, no es la manera de hacer grandes transformaciones".