Cultura
Notes for Growth: “La idea es inundar Chile de pianos”
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La idea original cumple 20 años. En ese tiempo el abogado chileno Felipe Lecaros vivía en Estados Unidos, país donde también estudió Derecho y después ejerció 13 años. Quería regalarle un piano a su hijo mayor, José, en ese entonces de 4 años. En la búsqueda se encontró con la sorpresa de que eran varios los sitios donde literalmente los regalaban.
“Por temas de espacio, de renovación, porque los gringos compran y a veces no los usan, pero como los traslados son difíciles, ofrecían: ‘llévatelo’”. Se le ocurrió que esos pianos disponibles en Chile podrían ser un gran aporte. Se sentó y escribió un proyecto. “Después la vida tuvo muchas vueltas: terminé separándome y me volví a Chile el 2015”, cuenta Lecaros.
Al año siguiente conoció a la ingeniera italiana Silvia Iaia, quien hace poco había llegado a trabajar a nuestro país. Comenzaron a salir y descubrieron que los unía un fuerte amor por la música, principalmente la clásica. En una oportunidad, Felipe le contó a Silvia sobre la idea que había dejado archivada en su cabeza. Ella se entusiasmó. “¿Qué hacemos para materializar esto?”, pensaron. Y echaron a andar el proyecto de traer pianos de Estados Unidos a Chile.
En 2018 constituyeron legalmente la fundación Notes for Growth, en Estados Unidos y en Chile, lo que facilita el levantamiento de financiamiento ya que permite otorgarles beneficios tributarios a los donantes. El lanzamiento oficial tuvo lugar en 2021 y fue un gran evento en el Carnegie Hall de Nueva York. La cantante lírica Verónica Villarroel ofreció un concierto de música con raíces indígenas latinoamericanas y cantó en mapudungún y en aymara, recuerda Lecaros. Fue una propuesta del pianista chileno residente en Estados Unidos, Patricio Molina, agrega.
“Nos logramos posicionar en el mercado musical a pesar de que no somos músicos. Hemos aprendido mucho, pero estamos más tras bambalinas, apoyando a la gente que enseña música”, dicen los creadores de la fundación.
Armaron una logística con gastos mínimos. Durante sus años en Nueva York, Lecaros trabajó en la naviera italiana Mediterranean Shipping Company (MSC) y mantuvo buenos contactos allá, a los cuales acudió para invitarlos a sumarse a esta cruzada. “Ustedes avísenme cuándo necesitan el container”, le respondieron. Acordaron, en principio, llenar unos tres contenedores al año que transportaran gratuitamente entre 13 y 15 pianos cada uno.
En Notes for Growth se encargan de contactar a los donantes y luego gestionan “piano movers” que recolectan los pianos y los trasladan hasta los contenedores, tarea que requiere de particular cuidado por las características de este instrumento. Una vez embarcados activan un concurso abierto en su sitio web.
El llamado ha funcionado principalmente de boca a boca, sin necesidad de darle difusión, dice Silvia. Los interesados deben explicar para qué quieren el piano, cómo se le va a sacar provecho social y cuál es el impacto que va a tener. “No sacamos nada con traer pianos que están juntando polvo en Nueva York para que vengan a juntar polvo acá”, enfatiza Lecaros. Luego hay un comité de selección compuesto por el pianista Roberto Latorre y Andrés Rodríguez, de la Fundación Ibáñez Atkinson y exdirector del Teatro Municipal de Santiago. “Y yo, el que menos sabe de piano”, agrega el abogado, riendo.
La Fundación Teatro del Lago, Nocedal, Corporación Amigos de Panguipulli, Municipalidad de Renca, Fundación Música para la integración, Fundación Cultural Papageno, Fundación Verónica Villaroel, Fundación Misericordia, son algunas instituciones beneficiadas con los 33 pianos que hasta el momento ha repartido la fundación a través de tres concursos.
Ya en Chile, cuentan con otro importante aliado: el agente de Aduana Felipe Serrano, quien los ayuda con la internación de los instrumentos y les facilita una bodega en Lampa. La cadena logística les sale casi gratis. Asumen ciertos costos portuarios, pero son bajos: “Traemos 13 pianos por el precio de lo que cuesta en Chile un piano, usado y vertical”.
“Nosotros también somos voluntarios. Entonces la plata que levantamos es para costear gastos como los traslados y la afinación de los instrumentos. Nuestro sueño es traer más pianos y ponerlos en distintos lugares. Hasta ahora hemos llevado pianos desde Antofagasta a Puerto Montt”, dice Silvia. Felipe agrega: “La idea es inundar Chile de pianos”.
Explican que tienen buen SEO (Search Engine Optimization), entonces si alguien busca “donación piano” en Internet, tanto en Estados Unidos como en Chile, aparece Notes for Growth Foundation. Existe la oferta -reciben mensajes de muchos interesados en donar pianos desde los Estados Unidos-, y la demanda, por parte de quienes quieren adjudicarse un instrumento en Chile. “Queremos ser puente entre dos necesidades, dando nueva vida a estos pianos”, suma la ejecutiva italiana.
A futuro les gustaría escalar el modelo y replicarlo en Perú y Colombia, considerando la ruta de la costa oeste de Latinoamérica, para efectos del traslado. Pero de momento están concentrados en Chile y en hacer crecer el flujo.
“Sólo hemos tomado los pianos que nos han ofrecido, ni siquiera hemos comenzado a levantar piedras”, grafica Lecaros. Describe que sólo en la Universidad de Duke, en Carolina del Norte, donde estudió, existían decenas de salas de piano subterráneas, que cada tanto deben renovar.
Cada piano tiene su historia, dicen. En una oportunidad una tienda en Boston renovó stock y les donaron 13 pianos, llegar y retirar, directo al puerto. “Eso fue un home run”, comentan. Otro caso especial fue el piano de cola que les donó el reconocido actor, titiritero y cineasta Frank Oz, intérprete de los Muppets y de Yoda en Star Wars. Ese instrumento, que tuvieron que retirar de un piso 30 en Manhattan, con grúa, actualmente está en Valdivia, y Oz los contactó posteriormente para saber de su destino.
También recibieron un piano de Princeton University, que les donó el hermano de su fallecido dueño, y que fue a dar al Teatro Municipal de Santiago, abriendo la posibilidad de comunicación entre ambas entidades. Al interior de otro piano encontraron una carta dirigida a los futuros receptores. “Y así muchas historias maravillosas”, acota Silvia.
Además del traslado de pianos, desde la fundación organizan In crescendo: un programa de conciertos benéficos que suma dos ediciones. La última fue el pasado sábado 24 de agosto en la sala de teatro de la Galería Patricia Ready. En la ocasión el pianista y embajador de Notes for Growth, Danor Quinteros, y el músico Giovanni Cultrera, de 94 años, desplegaron un repertorio con piezas clásicas, blues y jazz.
Además se presentó Juliano Reyes, un joven venezolano de 13 años que forma parte de la Fundación Música para la Integración, que trabaja con migrantes y que ha recibido la donación de dos pianos. “Fue una gran experiencia ya que toqué junto a importantes pianistas, fue un honor, pero por lo mismo me puse muy nervioso”, comenta Juliano. Cuenta que guando crezca le gustaría ser animador digital, para lo cual la música es parte fundamental.
“La misión de la fundación es más amplia que mover pianos. Tampoco es crear al próximo Claudio Arrau, sino incorporar la música y el aprendizaje de un instrumento dentro de la educación formal de los niños como un instrumento de rescate social, en muchos casos, y darles disciplina, independiente de lo que decidan ser en el futuro”, sostiene Felipe Lecaros.
Silvia detalla más acciones que vienen por delante, como las actividades que planean junto a Teatro Móvil SuperArte, un camión que se transforma en escenario. Durante octubre o noviembre realizarán cuatro conciertos, durante un fin de semana, en las comunas de Huechuraba, La Pintana, Puente Alto y Santiago Centro.
La italiana dejó el mundo corporativo en marzo para dedicarse a la fundación y a otro proyecto, junto a su pareja. A Chile llegó casi accidentalmente, cuenta. Trabajaba en una empresa de energía en Milán, cuya base central está en París. Pidió un traslado a la capital francesa, pero le dijeron que no había vacantes. Sí existía un proyecto para ella en Chile.
“Quedé un poco asustada, pero acepté y me encantó. No tenemos la Torre Eiffel, pero tenemos el Costanera Center. No está el Sena, pero sí el Mapocho”, dice bromeando. “Es un país que me ha acogido muchísimo. Notes for Growth me llena el corazón y puedo utilizar mi background de Project Director para manejar estos proyectos, que son siempre desafiantes, pero a una escala mucho más chica y con un propósito maravilloso”, comenta, ahora en serio.