Cultura
Paula Hawkins: “La mayoría de nosotros podría llegar a matar”

Paula Hawkins: “La mayoría de nosotros podría llegar a matar”
La escritora británica esta semana estuvo en Chile para presentar su última novela "La hora azul". Un thriller que revive en sus páginas la tensión que la lanzó a la fama con "La chica del tren", su bestseller de 2015. Sobre su pasado como periodista, su mirada al feminismo y cómo alguien podría llegar a matar, conversó con DF MAS.
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Durante una visita al Tate Museum un paleontólogo se percata de que un hueso utilizado en una escultura de la prestigiosa -y fallecida- artista Vanessa Chapman corresponde al de un ser humano. Inmediatamente se encienden las alarmas porque éste podría pertenecer al marido de la artista, desaparecido varios años atrás.
El responsable de la fundación dueña del legado artístico de Chapman, comienza a investigar. El primer paso es ir a visitar a su albacea, una mujer que vive en la solitaria isla mareal donde pasaron juntas los últimos años previos a su muerte. Todo lo que sucede en adelante viene cargado de misterio y tensión. Es la trama de La hora azul (Planeta), una nueva ficción oscura de Paula Hawkins (52) que mantiene al lector alerta a lo largo de 450 páginas.
El mediodía del martes, la escritora superventas británicas está sentada en la terraza del hotel Bidasoa, y ya se comienzan a sentir las altas temperaturas pronosticadas para ese día. Faltan pocas horas para el lanzamiento La hora azul en un evento organizado por editorial Planeta y Vitacura Cultura.
Paula cuenta que está trabajando en una nueva novela, pero cuando se encuentra de gira, mentalmente se sitúa en otro lugar y deja de escribir. Siempre toma notas, pero necesita volver a su casa y sentarse a trabajar para concentrarse. Dice que es disciplinada, que le gusta la rutina. Si está inspirada puede pasarse una jornada completa escribiendo, otros días dura sólo un rato.
Paula Hawkins nació y creció en Rodesia, colonia británica ubicada en Zimbabue. Hija del académico Anthony Hawkins, profesor de economía y periodista económico, se trasladó a vivir a Londres cuando tenía 17 años. Estudió filosofía, política y economía en la Universidad de Oxford y trabajó como periodista en la sección económica de The Times.
En 2006 escribió un libro de asesoramiento financiero para mujeres, titulado The Money Goddess. Más adelante publicó cuatro historias románticas bajo el seudónimo Amy de Silver. Pero la autora saltó a la fama como novelista en 2015 con La chica del tren, un super éxito de ventas que al año siguiente llegó a la pantalla grande bajo la dirección de Tate Taylor y protagonizada por Emily Blunt.
-¿Has considerado situar una de tus historias en Zimbabue, donde creciste?
- Lo he pensado, pero me fui en 1989, hace ya mucho tiempo. Creo que sería bastante diferente, y complejo para mí, escribir sobre algo que me fue tan cercano. Me preocuparía mucho equivocarme. Quizás algún día. Mis padres todavía viven ahí y los he visitado muchas veces, aunque ahora son más ellos los que vienen a Europa. Tengo muy buenos recuerdos de Rhodesia donde tuve una infancia muy feliz y privilegiada. Pero es complicado cuando ves desigualdades tan marcadas como en esa sociedad. Hoy creo que no me sentiría cómoda viviendo allí, es un lugar bastante conflictivo.
Desde niña fue buena lectora y también le gustaba escribir historias. No era de lecturas muy culta, dice, más bien consumía libros de aventuras infantiles tipo Enid Blyton. “Niños resolviendo misterios. Eso siempre me gustó”, afirma. Optó por dedicarse al periodismo porque no pensó que escribir novelas pudiera ser una carrera profesional. “Simplemente no conocía a nadie que lo hiciera. No sabía cómo te convertías en escritor. Mi papá en cambio se dedicaba al periodismo y tenía muchos amigos periodistas. Yo quería ser corresponsal en el extranjero y viajar por el mundo. Eso no sucedió. Pensé que sería más valiente”, responde riendo.
Los años de periodismo le otorgaron muchas herramientas. Aunque dice no ser una gran investigadora, Hawkins valora el rigor que le dejó el oficio: “Cuando eres periodista, te sientas por la mañana y escribes. Tienes que ponerte manos a la obra porque hay un plazo y no puedes tardarte tanto en encontrar la palabra perfecta. También es muy útil hacer muchas entrevistas, escuchar lo que te dicen y también lo que no te dicen. Como periodista intentas leer a la gente, descifrarla, y eso sirve para escribir ficción”.
Mujeres, finanzas y feminismo
- Hace ahora casi 20 años publicaste La diosa del dinero. ¿Cómo ves la evolución de la participación femenina en el mundo de las finanzas? ¿Hay más igualdad?
- Para ser sincera no estoy actualizada sobre cifras, pero gran parte de ese libro trataba de animar a las mujeres a tomar más el control de sus finanzas personales, porque en ese entonces muchas mujeres que estaban en una relación dejaban que el hombre manejara su dinero. Es mala idea no tener el control de tus ahorros e inversiones porque puedes terminar en un mal lugar. Creo que eso ha cambiado.
-Y como feminista, ¿sientes que denominarse así hoy requiere más explicaciones o matices que hace tres años atrás? ¿Cómo observas el repliegue de la última ola feminista?
- Así son las olas: dos pasos adelante, un paso atrás. Ha ocurrido siempre. En los 90, cuando yo tenía 20 años, también decías “soy feminista, pero...” Y existía la idea de que las feministas eran mujeres sin sentido del humor. Creo que ahora hay muchos retos serios para el feminismo. Si nos fijamos en lo que ocurre en Estados Unidos o en la forma en que los hombres jóvenes están siendo influenciados por personajes como Andrew Tate, que predica que las mujeres no deben ser respetadas. El trabajo nunca termina, asique hay que seguir adelante, aunque es difícil, y cansa.
- Un tema presente en tus libros son personajes femeninos inseguros respecto de su aspecto físico. ¿Crees que el movimiento body positive está cambiando las mentes o las mujeres todavía estamos sujetas a ese mandato de la belleza?
- Cuando miro la publicidad y los medios de comunicación siento que muchas cosas han cambiado, ahora se ven formas corporales diferentes y distintos tipos de personas representadas. En los años 80 y 90 sólo había mujeres rubias y delgadas con grandes pechos. Definitivamente ahí hay una mejora, pero tengo amigas con hijas adolescentes y me cuentan que la comparación constante en redes sociales puede ser horrible. En La hora azul aparece un tipo específico de hombre que simplemente no tiene tiempo para mujeres que no le sean útiles y/o atractivas físicamente. He conocido hombres así, que califican el valor de una mujer a partir de su apariencia. Es vil que te descarten al instante sólo por eso.
-Otro dilema presente en tus libros es la potencial capacidad de matar de los seres humanos. Después de leer y escribir sobre el tema, ¿qué concluyes? ¿Somos todos capaces de matar?
- La mayoría, espero, nunca estará en situaciones tan extremas. Pero puede darse la combinación de muchos factores que confluyen en un momento terrible. Así que probablemente sí, la mayoría de nosotros podría llegar a matar en defensa propia o para defender a un ser querido. Es una inquietud que me viene al leer noticias sobre gente normal que ha hecho cosas terribles, siempre pienso ‘¿cómo llegaron a ese punto?’. Me parece interesante imaginarse en esa situación y tratar de entender. Yo no juzgo a mis personajes, eso se lo dejo al lector.
-En La hora azul también te adentras en el mundo del arte, uno donde muchas veces las apariencias mandan. ¿Quisiste deslizar una crítica al esnobismo?
- Me encanta el arte, me encanta ir a galerías, colecciono algo de arte. Pero entiendo el rechazo de personas que se dedican a salvar vidas ante un tipo de artista que mira al resto por sobre el hombro, que se sienten superiores y se ven ridículos. El arte no es de vida o muerte, pero es increíblemente importante. Enriquece nuestras vidas y nos permite comprender a otras personas y otras culturas. Ahora, ¿quién entiende cómo funciona el mercado del arte? ¿Cómo una obra llega a vender 80 millones de dólares? No entendemos cómo funciona y eso lo hace interesante. Para muchos se trata de estatus, poder, control. Un activo para moverte de un sitio a otro.
-La chica del tren, además de ser un inmenso bestseller, se convirtió en una película. ¿Eso influenció tus libros posteriores? Cuando escribes ¿piensas las escenas cinematográficamente?
- La verdad es que no. No pienso en escribir de esa manera. Creo que esta novela es bastante cinematográfica y me gusta evocar una cierta visualidad, pero pienso cómo se la imaginará el lector. No cómo la filmaría un director.