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Cultura

Una historia con ALMA: el proyecto que quiere contar cómo se construyó el observatorio más grande de la Tierra

Una historia con ALMA: el proyecto que quiere contar cómo se construyó el observatorio más grande de la Tierra

Cómo organizaciones de varios continentes lograron instalar un poderoso telescopio que estudia desde la luz de los objetos más fríos del universo hasta los vestigios de la radiación del Big Bang, es la historia que Pablo Álvarez y el equipo de su consultora Verde se han propuesto contar.

Por: Por Sofía García-Huidobro | Publicado: Viernes 24 de marzo de 2023 a las 15:00
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Hace unos seis años, calcula Pablo Álvarez, visitó por primera vez Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA), el observatorio más grande del mundo ubicado a 5 mil metros de altura en el llano de Chajnantor, cordillera de los Andes.

Alucinado con el lugar y las 66 antenas gigantes que componen el sitio astronómico, preguntó dónde podía conseguir el libro con la historia de ALMA. “No se ha escrito”, le respondieron.

“Eso no tiene ningún sentido”, pensó entonces el ingeniero industrial y fundador de la consultora Verde, que hace más de 20 años se dedica a generar contenidos de cultura, patrimonio, divulgación científica y astroturismo. Y se propuso remediarlo

Primero ALMA lo contrató para una asesoría de dos meses que consistió en una investigación acotada donde se definía qué temas podría abordar la historia, cuáles eran los mejores formatos para considerar, posibles fuentes de financiamiento y plazos.

Una especie de diseño maestro con presupuesto y carta Gantt”, sintetiza. El costo estimado era de $ 340 mil dólares. En ALMA les interesó mucho el proyecto, pero le respondieron que no contaban con el financiamiento ni la capacidad para producirlo internamente y los animaron a ejecutarlo de manera externa. 

Como consultora siguieron avanzando en la senda que ya habían iniciado, esta vez identificando más finamente quién podría financiar un proyecto de esas características, y a continuación postulando a todos aquellos fondos donde tuvieran chance.

En menos de un año se concretaron dos apoyos: La Fundación Simons, organización creada por Marilyn y James Harris Simons en 1994 en Nueva York, y la embajada de Estados Unidos en Chile. Los aportes ascienden a $ 220 mil dólares entre ambas instituciones. 

Desde la fundación Simons, que recientemente financió el documental nominado al Oscar, Fire of love (Disney+), les corroboraron que la historia de ALMA tenía mucho potencial pero que debían resolver a qué público iban a llegar y de qué manera.

Como requisito los pusieron en contacto con la productora inglesa Storythings, integrada por varios profesionales ex BBC.

“Es gente de primerísimo nivel, que ofrecen asesorías que apuntan a definir los mejores formatos para cada contenido: documental, serie, cápsulas o documento online con videos, infografías, fotos, animaciones. ALMA es extremadamente fotogénico, tiene imágenes alucinantes para armar un libro, pero no queremos que sea un coffee table book o libro decorativo, aquí el elemento narrativo es fundamental. En Storythings se dedican también a aplicar una metodología especial para precisar públicos objetivos”, explica Álvarez. 

Actualmente tienen un equipo de seis personas en plena etapa de investigación y diseño. Han entrevistado a más de 30 personas que estuvieron involucradas en la gestación de ALMA y que se encuentran en Chile, Estados Unidos, Europa y Asia. Un miembro del equipo estuvo hace pocos días en Estados Unidos consultando archivos en el Instituto Smithsonian y en el National Radio Astronomy Observatory.

En esta etapa, avanzan en tres frentes, acota Pablo: precisar la historia, definir la audiencia y levantar financiamiento. La idea es no llegar únicamente a un público fanático de los temas científicos, sino que ir más allá.  Además, cuentan con apoyos estatales como el del ministerio de Relaciones Exteriores y el de Ciencias. “Nos importa que esta sea una historia que llegue a la audiencia chilena, lo contrario sería imperdonable”. 


La epopeya ¿Qué hace única la historia de ALMA?, pregunta Álvarez. Se responde solo: “No hay otro lugar así. Es el observatorio más grande que hay en la Tierra”. La mayoría de los documentales sobre astronomía parten con imágenes espaciales y paisajes cósmicos, comenta, aquí se quiere optar por otro camino:

“Este es un proyecto delirante. Para hacer realidad estas 66 antenas que funcionan articuladamente y tienen 16 kilómetros de diámetro, se requirió un esfuerzo de cooperación internacional inédito. Hay muchos de los dispositivos que se diseñaron especialmente, no existían antes. Es la historia de una gesta, una epopeya”. 

Entra en el detalle organizacional de la inmensa instalación astronómica. ALMA es una colaboración entre Europa, América del Norte y Asia Oriental en cooperación con la República de Chile.

En Europa está financiado por el Observatorio Europeo Austral (ESO), en América del Norte por la fundación Nacional de Ciencia de los Estados Unidos (NSF) en cooperación con el Consejo Nacional de Investigación de Canadá (NRC) y el Consejo Nacional de Ciencias (NSC) de Taiwán; y en Asia Oriental por los Institutos Nacionales de Ciencias Naturales de Japón (NINS) en cooperación con la Academia Sinica (AS) de Taiwán. La operación del sitio está a cargo de ESO; National Radio Astronomy Observatory, gestionado por Associated Universities Inc; y en Asia Oriental por el Observatorio Astronómico Nacional de Japón (NAOJ). 

“Es una hazaña ponerse de acuerdo entre estas organizaciones que ni siquiera comparten el mismo año fiscal. Han logrado una relación muy profunda, compleja y exitosa, y eso para nosotros también es una moraleja que queremos transmitir. Colaborar es súper difícil, pero vale la pena. Hasta la elección del lugar es una historia fascinante en sí misma”, agrega el gestor del proyecto. 

Proyectan terminar esta etapa de diseño de aquí a julio, y aunque lo ideal sería que el documental y libro vieran la luz dentro de este año que se cumple la década de ALMA, la prioridad es que honre lo alucinante de la historia y trabajar un relato de la manera más atractiva posible.

Lo principal es alejarse de un formato institucional que sólo le interesa a los directamente involucrados, y que generalmente omite los conflictos, afirma Álvarez.

No existe una buena historia sin personajes y conflictos. Queremos que cualquier persona quede fascinada y diga: ‘Qué heavy los problemas con los que se encontraron y qué buena cómo lo solucionaron’. Que sea inspirador. Finalmente se trata de la locura de unos científicos, con ambición desbordaba por el conocimiento, que lograron el financiamiento de gobiernos de países poderosos: quiénes lideraron ese proyecto, cuáles fueron los primeros pasos, cómo entran en contacto con Chile, cómo se fue abriendo camino ALMA”.

También hay detalles técnicos que resultan ingredientes asombrosos, relata. Cómo funciona el camión que traslada las antenas o cómo desarrollaron unos receptores que funcionan a -270°C para lograr superconductividad eléctrica, son algunos de los ejemplos que cita Álvarez. 

Otro de los desafíos actuales es lograr que un auspiciador chileno se sume al proyecto. “Nos parecería muy triste no tener un partner dentro de Chile. Tiene que haber una empresa de tecnología, o con sensibilidad tecnológica, que quiera asociar su nombre a este proyecto de divulgación científica, que además está aprobado por la ley de donaciones culturales”. 

Mientras avanzan en el desarrollo del proyecto, mantienen diálogo constante con ALMA. Sus interlocutores son Sean Dougherty, director del observatorio, y Valeria Foncea, gerenta de comunicaciones. Con ellos comparten los avances y posibles caminos a seguir.

Dougherty, director desde abril de 2018 y cuyo periodo se acaba de extender hasta febrero de 2028, apunta: “La historia de ALMA es extraordinaria: el sueño de décadas de un observatorio de última generación para transformar nuestra comprensión del universo; la formación exitosa de una alianza que ha permitido producir ciencia asombrosa casi a diario. Qué historia tan fantástica es esta, compleja, pero muy exitosa, y que, por supuesto, necesita ser contada”.

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Desde Verde invitan a quienes hayan visitado ALMA en sus primeros años y tengan material fotográfico, documentación, o que les interese colaborar de alguna manera con el proyecto, que se comuniquen con Pablo Álvarez al correo pablo@vrd.cl

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