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Bandeja de salida

La columna de J.J.Jinks: La hinchada enamorada

La columna de J.J.Jinks: La hinchada enamorada

No hay duda de que Boric es parte de una épica generacional que lo llevó al poder. El problema, y eso lo sabe cualquiera que haya vivido un poco, son las expectativas que se generan alrededor de estos fenómenos mediáticos y el siempre difícil manejo del ego personal.

Por: J.J. Jinks | Publicado: Sábado 25 de diciembre de 2021 a las 21:00
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El desenlace político electoral ha eclipsado noticias que en esos antiguos y añorados tiempos calmos hubiesen llenado portadas y conversaciones. El Betis, popular equipo de Sevilla, ha renovado el contrato a Manuel Pellegrini hasta el 2025. Una prueba más de la extraordinariamente exitosa carrera profesional de nuestro compatriota en tierras europeas.

Los éxitos se han ido acumulando en su paso por Villarreal, Real Madrid, Málaga, Manchester City y West Ham United. Hubo un pequeño paréntesis en China donde durante un par de años pensamos que Manuel se había cansado de competir y había optado por llenar las arcas personales previo a la vuelta a Chile, pero como muchas veces nos tapó la boca.

La hinchada del Betis está en éxtasis con el ingeniero. Después de muchos años los tiene peleando en la parte de arriba de la tabla, el equipo juega bien y gana. Qué más se puede pedir. Si alguna vez alguien dudó sobre la importancia de un entrenador para el rendimiento de un equipo, la carrera de Pellegrini es el ejemplo perfecto donde la valía del director de orquesta está a la vista.

Un trabajo metódico -alguna vez leí que hacía a los jugadores pesarse todos los días como primera actividad-, un trato franco y cordial con sus dirigidos y un concepto claro de cómo le gusta que jueguen sus equipos, ha sido su “secret sauce” que le ha permitido competir al más alto nivel por 20 años y que la fanaticada lo idolatre en cada uno de los clubes donde ha estado.

A una semana de la elección, el electo presidente Gabriel Boric se ha convertido en un verdadero rock star. Los medios y electores que lo votaron parecen encandilados por cada una de sus acciones (“mira cómo se agacha para hablar con un niño”). El resto de los ciudadanos que también nos agachamos para hablar con los niños observamos estupefactos y con algo de distancia los superpoderes del nuevo presidente.

Como toda celebridad, todo lo que lo rodea también se ha convertido en foco de atención. Así tenemos al perro Brownie con miles de seguidores en Twitter, los gustos musicales y literarios de Boric son ensalzados, los tatuajes analizados y el amor entre el futuro presidente e Irina Karamanos habría hecho las delicias de la hoy alicaída prensa rosa. En un segundo plano ha estado Bulu, el gato de Irina, pero ya tendrá su momento.

No hay duda de que Boric es parte de una épica generacional que lo llevó al poder. Y todo este culto a la personalidad que se ha desarrollado en pocos días, donde él tiene poca o nula responsabilidad, muestra la necesidad de una parte importante de la población de depositar sus esperanzas en alguien que los guie a un mejor vivir.

El problema, y eso lo sabe cualquiera que haya vivido un poco, son las expectativas que se generan alrededor de estos fenómenos mediáticos y el siempre difícil manejo del ego personal. Sería más sano para todos que el amor de la hinchada dé cuenta del agradecimiento por el trabajo hecho, más que de una labor que aún no ha comenzado. Eso lo sabe bien Manuel, ojalá así lo entienda Gabriel.

J.J.Jinks: Realidad virtual

Es casi de mal gusto recordar que el actual Presidente interrumpió su campaña para poder votar a favor del último intento de retiro. ¿La política es así, dice usted? Bueno, cuando se ha jugado con el bienestar de los más pobres uno que es ingenuo esperaría algún tipo de explicación aunque fuese mala, pero nada. A llorar a la FIFA parecen decirnos, y aquí estamos escribiendo cartas a Suiza.

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