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La columna de J.J. Jinks y colusión en el transporte de valores: Cuando las instituciones funcionan

La columna de J.J. Jinks y colusión en el transporte de valores: Cuando las instituciones funcionan

Esta semana conocimos la acusación de colusión de las empresas de transporte de valores. Frente a esto hay dos miradas, una es sufrir porque en el mercado chileno siguen estas prácticas; y la otra valorar que haya una institucionalidad funcionando.

Por: J.J. Jinks | Publicado: Sábado 23 de octubre de 2021 a las 21:00
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El mercado local es pequeño, y eso determina que salvo honrosas excepciones en la mayoría de los distintos rubros económicos más del 80% de la participación de mercado esté concentrada en tres o cuatro empresas.

Si bien los vientos que corren son los del voluntarismo, esto es un hecho de la causa y mientras sigamos siendo un país de pocos habitantes no queda más que arar con los bueyes que tenemos. Naturalmente los incentivos a coludirse cuando el mercado está en pocas manos son altos y las pulsiones humanas nunca han sido hacia el bien público.

Ya lo decía don Adam Smith hacia finales del siglo XVIII: “los comerciantes del mismo rubro rara vez se reúnen, ni para entretenimiento ni diversión, pero cuando lo hacen la conversación termina siempre en una conspiración contra el público, o una estratagema para aumentar los precios”.

La problemática planteada por don Adam permanece vigente hasta hoy día, dejamos que el capitalismo se desarrolle, pero poniendo las cortapisas necesarias ya que la naturaleza humana tiende a la acumulación y a la pequeñez o soñamos con un hombre nuevo (mujer nueva, también) impoluto que supere estos instintos básicos.

Esta semana conocimos la acusación de colusión en el mercado local de las empresas de transporte de valores Brink’s, Prosegur y Loomis. Todas empresas multinacionales con sus casas matrices en el primer mundo y que establecieron un sofisticado sistema de acuerdo de precios para repartirse el mercado.

Las instrucciones venían dadas por gerentes regionales, que se encargaban de coordinar las actividades delictivas de estas compañías. Frente a esto hay dos posibles miradas, una es sufrir porque en el mercado chileno siguen habiendo prácticas de colusión y aprovechar de despotricar contra el neoliberalismo, los empresarios, el lucro y la pata de la guagua, y la otra es mirar el hecho con satisfacción al ver a la institucionalidad funcionando.

El caso salta a la luz a partir de la delación compensada de una ejecutiva de Brink’s, quien evita ser perseguida penalmente y ser seriamente multada a cambio de destapar la olla. La olla se destapa y la policía allana oficinas y casas de los ejecutivos involucrados, obteniendo pruebas que ayudan a desenmascarar el tinglado armado.

Hay documentos encriptados que son enviados al FBI para tener acceso a ellos. Se establecen fuertes multas contra las compañías y los gerentes involucrados, incluidos aquellos que viven en el extranjero que también son perseguidos.

Los hechos hablan por sí solos, toda la estructura para cuidar y fortalecer a la libre competencia ha funcionado en forma ejemplar. De hecho, desde una dimensión política la crítica hacia las empresas coludidas ha sido implacable desde las más altas esferas empresariales.

En un momento en que el país cruje en diversos ámbitos, es alentador ver a sus instituciones funcionando en gran forma.

La naturaleza humana va a seguir siendo la misma, da lo mismo quien sea que nos gobierne, el afán de andar apuntando con el dedo a empresarios no nos llevará a ninguna parte, o al menos a ninguna parte buena. Más vale establecer reglas claras y hacerlas cumplir con estrictez. No hay que inventar la rueda, don Adam indicó con claridad el camino hace 250 años.

J.J.Jinks: Realidad virtual

Es casi de mal gusto recordar que el actual Presidente interrumpió su campaña para poder votar a favor del último intento de retiro. ¿La política es así, dice usted? Bueno, cuando se ha jugado con el bienestar de los más pobres uno que es ingenuo esperaría algún tipo de explicación aunque fuese mala, pero nada. A llorar a la FIFA parecen decirnos, y aquí estamos escribiendo cartas a Suiza.

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