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El agresivo plan de Matías Puga para llevar a School of Rock a España y Miami
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El martes 13 de junio fue el último día laboral de Matías Puga Hamilton, ingeniero comercial UC, como gerente de Finanzas (CFO) de Derco. La noche previa, el lunes, había sido su tradicional despedida, donde terminaron todos sus compañeros de oficina tocando canciones.
Es que Puga, junto con su rol de alto ejecutivo en la automotriz que históricamente estuvo en manos de la familia Del Río, tiene hace casi una década otra faceta como emprendedor, a la que ahora va a poder dedicar más tiempo: es el socio, director ejecutivo y artífice de la llegada a Chile de School of Rock, la conocida escuela de música surgida en Estados Unidos en 1998, de la mano de Paul Green, cuyo modelo de negocios logró notoriedad mundial hace justo 20 años, tras la película de 2003 protagonizada por el actor Jack Black.
En ella, Black da vida a un profesor de una escuela que hace que sus discípulos se transformen en una verdadera banda de rock de alto voltaje.
En ella, Black da vida a un profesor de una escuela que hace que sus discípulos se transformen en una verdadera banda de rock de alto voltaje.
A Chile la franquicia llegó de la mano de Puga en 2015, quien hasta ahora había combinado este rol emprendedor con el de ejecutivo en Derco. Pero luego de la compra de esta compañía por parte de Inchcape, la inglesa trajo a otro ejecutivo para este cargo de CFO, y a Puga le ofrecieron un cargo regional como financial controller.
“Pero preferí salir. Para mí fue un cambio de ciclo. Estos últimos tres años fue trabajar el triple. Trabajaba en la operación de finanzas, en el deal de la transacción y además en School of Rock. Es un capítulo que se cerró. Se compró bien la operación, hoy está integrada, y decidí salir y dedicarme a otras cosas”, explica.
“Pero preferí salir. Para mí fue un cambio de ciclo. Estos últimos tres años fue trabajar el triple. Trabajaba en la operación de finanzas, en el deal de la transacción y además en School of Rock. Es un capítulo que se cerró. Se compró bien la operación, hoy está integrada, y decidí salir y dedicarme a otras cosas”, explica.
Esas “otras cosas” incluyen un vertiginoso plan de crecimiento para School of Rock, emprendimiento en el que trabaja con socios históricos: Dieter Hauser, el CEO del family office Megeve Investments (la rama de los Solari Donaggio), de quien Puga es amigo y fue compañero en la universidad, tanto en ingeniería comercial como en un magíster en Macroeconomía; Ricardo Hepp (gerente general de Falabella Inmobiliario), y Juan de Dios Ortúzar (suegro de Puga).
El agresivo plan
La historia de School of Rock en Chile comenzó en 2012, cuando Puga, tras conocer la escuela en Nueva Jersey y enrolar en ella a sus hijas, vislumbró que este modelo de negocios podía funcionar en Chile.
En una historia simplificada, debutó con una primera escuela como franquicia en Chile, en 2015, y cuatro años después -tras otras aperturas- él y sus socios lograron la master franquicia para toda América Latina, excluido sólo Brasil (2019). Por ello, hoy hay dos negocios en este sistema: las escuelas propias como franquicia, y además la máster franquicia, que a su vez se ha expandido abriendo escuelas por toda la región.
La expansión ha sido bastante vertiginosa. Tanto, que en febrero Puga se hizo acreedor del premio al Mejor Franquiciado del Año del Mundo, galardón entregado por la International Franchise Association (IFA).
“Estoy armando el modelo para ver cuál es la fórmula más eficiente de hacer esto. Tener ocho escuelas por año, y 24 en los próximos tres años requiere obviamente una inyección de capital importante (...) Yo debería tener esto armado máximo en unos dos a tres meses más, fines de septiembre”, dice Matías Puga.
Todo el sistema de escuelas School of Rock que este grupo chileno administra consta ya de presencia en cinco países, con 14 escuelas en total.
En Chile son seis, ubicadas en Los Trapenses (la primera, en 2015), Los Domínicos (2017), Chicureo y Vitacura (ambas en 2019, como subfranquicia), Concón, La Reina, y para septiembre se aprestan a abrir la séptima ubicación, en Providencia. Y otra octava, en el sector de El Chamisero, en marzo 2024, también como subfranquicia.
En Perú desde hace cinco años tienen una subfranquicia, y abrirán una segunda ubicación en marzo del próximo año, que será directa de ellos, en el barrio Miraflores de Lima. En Bogotá abrieron una en 2022 que es operación directa, e inaugurarán otra en septiembre. En Paraguay estrenaron una en 2020. Y en México, además de dos heredadas de anteriores operadores (en Monterrey y Pedregal, que están relanzando) tienen una en Ciudad de México, a la que sumarán una cuarta en octubre.
Pero además de crecer con escuelas en estos mercados donde ya están presentes, sumarán otro, Bolivia: en febrero de 2024 abrirán en Santa Cruz.
Y aunque su timing ha sido más difuso porque necesitan resolver un tema marcario previamente, también contemplan la expansión a Argentina, mercado donde proyectan tener 10 escuelas en cinco años.
Matías Puga explicita que están construyendo un proyecto para estar en todos los países, lo que incluye también arribar a Ecuador y Uruguay, mercados que, dice, están más “verdes”.
“No nos da el tiempo para a abrir tan rápido todo, porque las escuelas son un servicio súper premium, boutique, hay que tomarse su tiempo, el equipo, los profesores, encontrar el socio indicado”, detalla.
Tras un 2022 en que marcaron un hito, cerrando en un punto de equilibrio por primera vez en la máster franquicia, ahora Puga quiere dar el salto, con un plan de mayor calado, “agresivo”, dice. Se trata de la apertura de 24 escuelas en tres años, que los lleve incluso a abrir en España y Estados Unidos, para lo que están buscando un nuevo financiamiento.
Buscando socios
Este financiamiento podría tomar forma a través de un levantamiento de capital -con la consecuente incorporación de otros socios inversionistas que ingresen a la máster franquicia-, o bien que generen un fondo, con aportantes, que se dedique a generar nuevas operaciones.
“Estamos viendo todas las alternativas (…) Estamos analizando la forma para ver cuál es el mejor vehículo, pero es un plan que está siendo trabajado (para) llevarse a cabo”, dice Puga.
En términos geográficos, este plan incluye por cierto toda Latinoamérica, salvo Brasil, y la parte latina del resto del mundo, lugares como España (Barcelona, puntualmente), y Florida en Estados Unidos (Naples y Miami).
Puga puntualiza que para estos destinos no es necesario que tengan la máster franquicia en ellos, sino que ese fondo puede operar como subfranquiciador, incluso asociándose con un gestor local, el que con esta fórmula requeriría menos capital.
Para definir este plan cuentan con un asesor financiero, un gestor de private equity, Enrique Taladriz, con el que trabaja hace un mes y medio.
“Con él estoy armando el modelo para ver cuál es la fórmula más eficiente de hacer esto. Yo veo una súper eficiencia desde todo punto de vista. De simplificación del modelo, de abrirlo en forma exitosa y segura, con un solo gestor local y a una velocidad mucho mayor. Tener ocho escuelas por año, y 24 en los próximos tres años requiere obviamente una inyección de capital importante para hacerlo. El resto lo tenemos, el know how y los gestores locales.
Tenemos todo para hacerlo, sólo se necesita ese capital”, dice Puga.
Tenemos todo para hacerlo, sólo se necesita ese capital”, dice Puga.
¿Los plazos? “Yo debería tener esto armado máximo en unos dos a tres meses más, fines de septiembre”, puntualiza el empresario.
Hasta ahora la inversión materializada “en el sistema total”, ronda los US$ 4,5 millones. De eso, la inversión de los socios suma unos US$ 700 mil, pues el diferencial corresponde a la inversión de los sub franquiciados. Con la nueva apuesta, Puga calcula que requieren de unos US$ 6 millones para el proyecto.
De la batería a New Jersey y a Chicago
Al margen de su rol ejecutivo, Matías Puga siempre tuvo el sueño de tocar batería, por lo que ya en su vida profesional cuando se fue a vivir a Argentina, estando en Unilever, incluso tomó clases. Luego partió a Inglaterra, y después a New Jersey. Y siempre con la inquietud de continuar las lecciones, encontró a School of Rock, cerca de su casa.
Pero le explicaron que era una escuela más para niños, por lo que incorporó a sus hijas, que tenían 8 y 10 años en ese entonces. “Y a los tres meses estaban en un escenario público en un local de New Jersey”, cuenta Puga. Esto lo hizo interesarse en conocer más del proyecto, del negocio y la metodología, en que no sólo es una clase, sino que preparan a los niños para los shows.
“Dije ‘esto es espectacular, puede funcionar en Chile’. Y me fui a Chicago”, cuenta, proponiéndole a la matriz ser él quien trajera la franquicia a Chile. Los gringos, detalla, no sabían mucho de Chile, dónde estaba, pero le dieron la venia, todo esto en 2012. Y tras tres años de preparar la apertura, buscar el local correcto y a los profesores, en 2015 debutó con la primera franquicia.
En el mundo, School of Rock data de 1998, y se basa en una metodología de enseñanza que incluso está patentada, porque no es sólo una escuela donde se enseñe a tocar instrumentos musicales, sino que apunta a tocar en vivo, como una banda.
Al margen de su rol ejecutivo, Matías Puga siempre tuvo el sueño de tocar batería, por lo que ya en su vida profesional cuando se fue a vivir a Argentina, estando en Unilever, incluso tomó clases. Luego partió a Inglaterra, y después a New Jersey. Y siempre con la inquietud de continuar las lecciones, encontró a School of Rock, cerca de su casa.
Pero le explicaron que era una escuela más para niños, por lo que incorporó a sus hijas, que tenían 8 y 10 años en ese entonces. “Y a los tres meses estaban en un escenario público en un local de New Jersey”, cuenta Puga. Esto lo hizo interesarse en conocer más del proyecto, del negocio y la metodología, en que no sólo es una clase, sino que preparan a los niños para los shows.
“Dije ‘esto es espectacular, puede funcionar en Chile’. Y me fui a Chicago”, cuenta, proponiéndole a la matriz ser él quien trajera la franquicia a Chile. Los gringos, detalla, no sabían mucho de Chile, dónde estaba, pero le dieron la venia, todo esto en 2012. Y tras tres años de preparar la apertura, buscar el local correcto y a los profesores, en 2015 debutó con la primera franquicia.
En el mundo, School of Rock data de 1998, y se basa en una metodología de enseñanza que incluso está patentada, porque no es sólo una escuela donde se enseñe a tocar instrumentos musicales, sino que apunta a tocar en vivo, como una banda.
Rentabilidad
El modelo de negocios de School of Rock por el grupo gestor chileno es rentable. Cada escuela abierta empieza a rentar entre el mes dos y el mes cuatro desde su apertura, según indica Matías Puga, con una rentabilidad entre el 15% y el 24% sobre la venta.
Claro que en el backstage, el modelo de expansión se sustentó desde las escuelas que primero abrieron en Chile, cuando la empresa era una franquicia de School of Rock, Los Trapenses y Los Domínicos. Ellas fueron las que financiaron el crecimiento de la máster franquicia, que comenzó a operar como tal en 2019. Con la operación de aquellas escuelas chilenas se pagaban los fees y el costo operativo de esas expansiones que llevó a cabo la máster franquicia.
Pero el año pasado la máster franquicia llegó a su punto de equilibrio, es decir, cada operación ahora le logra pagar sus propios royalties y sus propios costos operativos de gestión.
Claro que en el backstage, el modelo de expansión se sustentó desde las escuelas que primero abrieron en Chile, cuando la empresa era una franquicia de School of Rock, Los Trapenses y Los Domínicos. Ellas fueron las que financiaron el crecimiento de la máster franquicia, que comenzó a operar como tal en 2019. Con la operación de aquellas escuelas chilenas se pagaban los fees y el costo operativo de esas expansiones que llevó a cabo la máster franquicia.
Pero el año pasado la máster franquicia llegó a su punto de equilibrio, es decir, cada operación ahora le logra pagar sus propios royalties y sus propios costos operativos de gestión.