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El "hombre hielo" de Pfizer, clave en la distribución de la vacuna
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Su nombre es James Jean, pero le dicen "hombre hielo" en Pfizer, el primer laboratorio en obtener la luz verde por la FDA para iniciar el proceso de vacunación contra el Covid-19. Su labor al interior de la empresa es clave para las millones de vacunas que está produciendo la compañía, ya que él es el encargado de mantener la temperatura a raya de cada una de las dosis.
"Mi trabajo es desarrollar las capacidades para transportar el producto en la temperatura deseada, desde los sitios de manufactura hasta los distintos rincones del mundo", dijo en un video-presentación en las redes sociales de la gigante farmacéutica. Además, debe cerciorarse de que cada vacuna se mantenga en los -70°C que necesita para sobrevivir.
El título de su cargo define su desafío: es líder de logísticas de control de temperatura. Jean vive en Filadelfia y lleva cuatro años y medio trabajando en la compañía. "Soy el experto en la cadena de frío. Por ello, mi nickname en Pfizer es Ice Man, todos me llaman así porque mi trabajo consiste en velar para que los remedios lleguen a destino, desde su fabricación, a la temperatura correcta. Mantengo las vacunas en hielo y cuando desarrollamos una estrategia de distribución, queremos entender qué pasa con la medicina y por qué influyen las temperaturas y sus variaciones en los productos", afirma.
En cuanto a las dificultades que implica el desafío, confiesa en el video: "Mi jefe nos dice que la frase 'no puede hacerse', no es una opción valida en este trabajo".
Pero los riesgos siempre existen. Y, si llega a suceder un imprevisto en el traslado, asegura que "si algo sale mal, llevamos de vuelta las vacunas o remedios a la plana ejecutiva a cargo".
Sobre la contingencia sanitaria que enfrenta el mundo enterno, reflexiona: "Este tipo de situaciones hace que se produza mucha innovación".
James Jean es uno de los personajes clave en Pfizer, pues, como se ha comentado estas semanas, la cadena de frío es de los principales desafíos de la vacuna. Su trabajo, relata, se extiende por 12 a 16 horas. "No estoy solo. Lo grandioso es que está mi familia apoyándome para que esto resulte".
Y mientras toma a una de sus hijas en brazo, concluye: "Estar en la industria farmacéutica, me ha permitido ayudar a muchas personas. Con el poco tiempo que tenemos en esta vida, todos tenemos claro lo que significa salvar el mundo, pero yo pienso que si lo que hago aquí ayuda al menos a una persona, valió la pena".