Argentina está llamada, este domingo 19, a elegir entre dos modelos económicos y políticos diametralmente distintos. El telón de fondo del balotaje entre Sergio Massa y Javier Milei está teñido por una crisis marcada por una caída en la actividad económica, aumento de la pobreza, devaluación de la moneda y una inflación anual de tres dígitos.

Los alimentos y bebidas son uno de los elementos más golpeados por las alzas de precios. Desde la devaluación del peso argentino que se realizó en agosto, este ítem en su conjunto ha subido un 42,3% de acuerdo a las cifras del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec).

En el Gran Buenos Aires, hacer el carro de compras se ha complicado. El arroz blanco ha escalado en los últimos tres meses un 96%, el kilo de plátano ha aumentado un 70%, el paquete de fideos de 500 gramos ha saltado un 58%.

A pesar de que Argentina es uno de los mayores productores y consumidores de carne en el mundo, los productos necesarios para la parrilla tampoco han quedado exentos de la ola inflacionaria: el corte asado y paleta ha subido un 66%.

En la calle explican que parte del incremento de los precios en los alimentos se debe a la subida del dólar, teniendo en consideración que el tipo de cambio paralelo ha tenido una alza de 38,7% desde las PASO.

Si bien el gobierno trasandino aseguró que hará pequeñas devaluaciones mensuales de 3% sobre la moneda, no hay claridad sobre quién será el próximo mandatario y qué pasará con el dólar más allá de diciembre cuando arribe el nuevo ocupante de la Casa Rosada.

Ante este panorama, los medios argentinos han reportado que las familias están yendo a los supermercados para abastecerse de productos para evitar más golpes a sus bolsillos. De acuerdo a las cifras del Indec, un hogar necesita 345.295 pesos argentinos (equivalente a US$ 363) para no ser pobre.