De la Tierra a la Luna, la columna de J.J. Jinks

De la Tierra a la Luna, la columna de J.J. Jinks
Un humilde columnista dominical no es nadie para venir a decirle a Bezos o Branson en qué gastar su plata o energía, pero sería deseable ver toda esa creatividad y la fantástica capacidad de ejecución volcada a enfrentar el acuciante desafío que tenemos como humanidad: el cambio climático.
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Los seres humanos normales como nosotros miramos con asombro desde el planeta Tierra como los híper-mega multimillonarios Richard Branson y Jeff Bezos compiten mano a mano en sus viajes privados al espacio.
Podremos discutir si es megalomanía (algo de eso debe haber) o una fantástica capacidad de emprendimiento, pero lo que no es discutible es que es sorprendente que en cosa de días estos dos empresarios hayan realizado sendos viajes fuera de nuestro planeta. Los deseos de viajar a espacio exterior son muy antiguos: un poco más de 100 años antes de la llegada a la Luna por parte del hombre, Julio Verne publicaba en 1865 su maravillosa novela De la Tierra a la Luna, donde se relatan las peripecias de un grupo de entusiastas para lanzar un proyectil tripulado a la Luna mediante un cañón gigantesco. Una lástima que los niños actuales no lean a Verne, se pierden de algo bueno.
Siempre me ha gustado el aforismo gringo “timing is everything” y, claro, las circunstancias en las que se dan estos viajes espaciales no dejan de ser especiales. La Tierra está crujiendo por todos lados, calores infernales en zonas de Europa, inundaciones increíbles en Alemania, decenas de muertos en China producto de un verdadero diluvio en pocos días y nosotros con 25 grados en pleno julio haciéndonos añorar los inviernos lluviosos de nuestra niñez. Los efectos del cambio climático los estamos viviendo en tiempo presente y la ilusión de que de alguna forma el ser humano encontrará la forma de resolver esto mágicamente se empieza a diluir.
En su libro The Uninhabitable Earth, el periodista estadounidense David Wallace-Wells relata con crudeza cuáles son los efectos esperados del cambio climático si
continuamos sin tomar acciones decididas y radicales al respecto. La lectura se vuelve terrorífica por momentos cuando visualizamos los grupos de la población que tienen que abandonar sus hogares producto de la sequía o de las inundaciones y los dramas potenciales asociados a grandes bolsones de refugiados, hambrunas, enfermedades y guerras son algunas de las perlas que aparecen en el futuro escrito por Wallace-Wells. Si bien hay lecturas que hacen mejor al ánimo, no está de más un pequeño baño de realidad con respecto a lo que está pasando con nuestro planeta.
Un humilde columnista dominical no es nadie para venir a decirle a Bezos o Branson en qué gastar su plata o energía, pero sería deseable ver toda esa creatividad y la fantástica capacidad de ejecución volcada a enfrentar el acuciante desafío que tenemos como humanidad. El problema que enfrentamos es realmente mayor, con dificultades de coordinación entre Estados muy difíciles de resolver y donde sabemos que cuesta mucho que las preocupaciones de la política sean algo distinto a los votos en la próxima elección.
Ahí están nuestros parlamentarios empujando por una reducción del impuesto al diésel. El mundo privado tiene un gran rol que jugar en enfrentar el cambio climático, y líderes empresariales como Branson y Bezos tienen mucho que aportar; ellos se pueden mandar a cambiar al espacio exterior, nosotros nos quedaremos aquí, y nuestros hijos y nietos también.