Ideas
Dos constituyentes científicas hablan sobre la Nueva Constitución al ritmo de la música
-
Cuéntale a tus contactos
-
Recomiéndalo en tu red profesional
-
Cuéntale a todos
-
Cuéntale a tus amigos
-
envíalo por email
Es jueves y a las 9 pm (10 de la noche en Magallanes) se conectan al Zoom Cristina Dorador (41) y Elisa Giustinianovich (37), constituyentes electas por dos extremos del país. Una nació en Mejillones pero ha vivido toda su vida en Antofagasta, mientras la otra es oriunda de Concepción y reside solo hace cuatro años en Punta Arenas.
Ninguna había escuchado de la otra antes de ser electas. Dorador es del Movimiento Independientes del Norte y Giustinianovich, de la Lista del Pueblo. Antes de este encuentro, apenas sabían que tenían una cosa en común: ambas son investigadoras científicas. Y en este espacio descubrieron, además, que las dos trabajaron con las mismas bacterias -anammox- en sus respectivos doctorados y que tienen cercanía con la música.
-Yo toco el violín desde chica- cuenta Elisa.
-Yo el contrabajo- le responde Cristina.
-¡Que buena! Vamos a tener que hacer una banda constituyente- dice la primera.
Las dos están agotadas y reconocen que están colapsadas de trabajo. Hoy es la segunda vez que se ven virtualmente, porque tuvieron en la mañana un conversatorio sobre el agua.
Dorador es licenciada en Biología de Ciencias de la Universidad de Chile y doctora en Ciencias Naturales. Se especializó en microbiología en el Instituto Max Planck de Limnología y en la Universidad de Kiel, en Alemania, y hace 13 años, ejerce como académica de la Universidad de Antofagasta. Giustinianovich, por su parte, es licenciada en Bioingeniería y doctora en Ingeniería Química de la Universidad de Concepción.
Esta última salió electa con 17,5% de los votos en el Distrito 28 (Antártica, Cabo de Hornos ex Navarino, Laguna Blanca, Natales, Porvenir, Primavera, Punta Arenas, Río Verde, San Gregorio, Timaukel, Torres del Paine). Dorador obtuvo un 12,68% del total de votos en el Distrito 3 (Antofagasta, Calama, María Elena, Mejillones, Ollagüe, San Pedro de Atacama, Sierra Gorda, Taltal, Tocopilla) y ha sido mencionada como una posible candidata de la “Vocería de los Pueblos” para presidir la Convención.
-La primera tarea que tendrán será elegir la presidencia y vicepresidencia de la Convención. En La Segunda el viernes se aludía a Elisa Loncón como posible líder. ¿Ustedes tienen alguna idea de quién debería ser?
-E. Giustinianovich: Creo que podría ser alguna mujer de pueblo originario y de regiones. Me parece que Elisa Loncón, así como muchas otras compañeras de pueblos originarios, pudieran estar cumpliendo un rol muy importante, sobre todo en un contexto donde necesitamos nutrirnos de su perspectiva porque estamos en un contexto de crisis muy profunda, ambiental, climática e hídrica. Creo que hay mucho que aprender y rescatar de las formas de vida que te ofrecen las culturas ancestrales.
-C. Dorador: Cualquier mujer sería ideal para la presidencia, para superar esta exclusión histórica y concuerdo en que debiese pertenecer a los pueblos originarios. Elisa Loncón es una persona que admiro mucho por su trabajo y me parece que la Convención aparte de ser un trabajo de políticos va a tener muchas implicancias culturales. Quizás no lo notemos, pero que sea una mujer y que sea mapuche o de otro pueblo originario, va a ser muy relevante.
-Varios convencionales han dicho que esta constitución debe ser verde e incorporar el cuidado del medioambiente. ¿Qué es lo mínimo respecto a ese tema que debiese estar presente?
EG: -Va ser ineludible tomar la decisión de consagrar el derecho humano al agua, y creo que esa discusión va a pasar súper rápido. Después se van a abrir otras discusiones muy interesantes, porque tenemos que avanzar hacia un cambio de paradigma, de cómo nos re vinculamos de forma armónica como seres humanos con la naturaleza. Hay que sacar del régimen de propiedad muchísimos elementos de la naturaleza y dejar de tener esta visión clasificadora de los elementos de la Tierra. Hay muchísimos recursos naturales que tienen que salir del régimen de propiedad. Por ejemplo: los glaciares, montañas y ríos, pensando en que son esenciales para la vida de todos. Además, hay que respetar en nuestra Constitución a las distintas cosmovisiones de los pueblos originarios.
CD: -El tema de la propiedad va a ser interesante de abordar. El agua no puede ser privada, el aire tampoco. Creo que en la Convención a Elisa y a mí nos va a tocar persuadir, o dar contexto, de muchas realidades que son muy lejanas para las personas que toman la mayoría de las decisiones. Hoy existe una construcción de una realidad que no es tal, que me parece muy plástica, numérica y alejada de lo que la gente piensa y siente en los territorios. Es importante considerar en la conversación constitucional que no solamente es tema la concentración de recursos que hay en ciertos lugares, sino que también la concentración de conocimiento y de ideas que en cierto modo ha predominado. Creo que tienen que haber transformaciones profundas, ya que no basta con que una empresa diga “ok, vamos a ser sustentables”.
-¿Piensan que no se toman en cuenta muchas ideas y conocimiento que existen en regiones?
CD: -No se toma en consideración la opinión de la localidad. Te dicen por ejemplo “vamos a hacer la nueva mina acá” y se pone. Por ejemplo Dominga. Da lo mismo lo que piense la gente. Que alguien desde el centro de Santiago en un escritorio decida mirando el mapa dónde van a poner las termoeléctricas, es súper violento para una comunidad. Nadie pregunta nada y más encima crean un discurso lindo explicando que básicamente van a dar empleos y la vida les va a cambiar y va a haber más progreso. Pero pasan 20 años y vemos lo que vemos. Más contaminación, desigualdad, pobreza y falta de oportunidades. Eso no es progreso. Sin embargo los que se llevan el dinero son los que están en el escritorio.
EG: -Aquí, como dice Cristina, necesitamos con urgencia un cambio de paradigma. No podemos seguir bajo la idea de un crecimiento ilimitado en base al extractivismo, que es sacrificial de los ecosistemas y de las vidas humanas. Este repensar no pasa solamente por ver cómo seguimos haciendo lo mismo que hemos estado haciendo, pero de una manera verde, menos contaminante o con menos impacto, sino que es volver a pensar el porqué estamos produciendo, para qué y de qué manera lo estamos haciendo. Con repensar nos referimos a volver a un desarrollo de escala humana, a una economía que sea local, solidaria y circular. Tenemos que salir de la lógica de la competitividad.
La vida en los extremos
Para ambas la Constitución de Ecuador es muy inspiradora en su forma de encarar el cuidado ambiental. “Claro, ha tenido sus ribetes de interpretación y aplicación, pero sí podemos tomar bastantes ideas de ellos, creo yo”, explica Dorador.
Y cuenta que el cambio climático afecta las vidas cotidianas. Dice que le encantaría tener una huerta en su casa, pero que dadas las condiciones de extremo calor que hay en Antofagasta no es posible hacerlo. En su vida ha tratado de viajar lo menos posible en avión, porque le “duele el corazón” todo el CO2 que producen los viajes aéreos; sin embargo, para la Convención tendrá que hacerlo con frecuencia.
Elisa Giustinianovich no está segura si va a seguir dedicando su vida a la investigación científica. Quiere dedicarse a cuidar sus plantas y gallinas y sobre todo a la terapia. “Así como están las cosas no me motiva seguir con la ciencia, quiero armar mi camino en la terapia. Ya partí, y después de la Convención me gustaría hacer acompañamiento a víctimas de violencia”, revela.
Giustinianovich no conoce Antofagasta pero sí ha ido varias veces a San Pedro de Atacama porque allá vive su abuela materna. Dorador en cambio ha visitado dos veces Punta Arenas.
“A mí lo que me pasa con la pampa fueguina es similar a lo que me pasa en el desierto. Ambos me producen una sensación de profundidad. Con estos paisajes amplios y extensos me conecto con el vacío y tengo la posibilidad de revisar mis miedos y mis temores. Eso me pasa en los dos extremos. Me parece impresionante lo que ofrecen estos dos paisajes”, reflexiona la constituyente austral.
Cristina Dorador está de acuerdo con el relato de su compañera y agrega: “Es la inmensidad, y que uno se siente parte del todo. El altiplano a mí me genera una conexión vital. Quizás puede ser por esa falta de oxígeno que hay que me siento recargada. De hecho antes de la elección lo último que hice fue subir a Ollagüe, estuve un ratito en los salares y bajé. Me conecto mucho con la naturaleza…”.
-¿Creen que la Convención debería llevarse a cabo en distintos lugares de Chile?
EG: -Si, va a ser súper importante la movilidad en la convención, tal vez no las 155, pero que las distintas mesas técnicas puedan irse a regiones.
CD: -No tiene ningún sentido hacerla 100% en Santiago. Ya que la ceremonia sea ahí, a mí me causa un poco de regañadientes. Pero, al igual que Elisa, pienso que es muy importante que lleguen las mesas técnicas a los territorios. Así la gente va a participar, se van a sentir parte y van a tener un espacio para que sean escuchados. Pero es importante que si vamos a itinerar, que sea “the real” y no sea en las capitales regionales. La idea es que vayamos donde el Estado generalmente llega poco.
-¿Son optimistas de la diversidad que hay entre los 155 constituyentes?
EG: -Diversidad es riqueza.
CD: -Sí, siempre la diversidad es beneficio.
-Lo que dice sobre ciencia la actual Constitución (“corresponderá al Estado... estimular la investigación científica y tecnológica”), ¿es suficiente?
CD: -No, no, eso no es suficiente porque está dentro de un montón de otros enunciados que aparte si no tienen una regulación posterior no se hacen realidad. Bueno, respecto a eso Chile creó hace poco el Ministerio de Ciencia, pero yo creo que estamos en un momento de replantearnos todo, incluida la institucionalidad de la investigación. El 70% se hace en la RM, y eso ha evitado el desarrollo de las regiones desde el punto de vista del conocimiento. Esta es una oportunidad, creo yo, para que a través de la ciencia, la tecnología y el conocimiento desarrollemos los territorios fuertemente. Y este conocimiento debe incluir los saberes locales y los conocimientos ancestrales en la toma de decisiones. Tenemos que estar abiertos a distintas disciplinas, y esto tiene que ver con la Declaración de Derechos Humanos donde se señala que las personas tienen derecho a participar del progreso científico y los beneficios que de él resulten.
EG: -Sí, estoy totalmente de acuerdo. Va a ser muy importante reconocer otro tipo de conocimientos además del académico que es el predominante. Hay que incorporar los saberes de los indígenas y los campesinos.
-¿Y les interesaría seguir en politica?
-Nooooo- responden ambas al mismo tiempo.
CD: -Ha sido muy agotador, te absorbe toda tu energía vital interior.
EG: -No hay tiempo para nada. Y ni siquiera hemos empezado.
CD: -Creo que el horario es un tema que vamos a tener que regularlo en el reglamento de la convención.
Se quedan conversando un rato sobre sus estudios : “Hice mi doctorado con anammox en salares. En el salar de Huasco”, dice Dorador. “Tenemos un tema largo para hablar en la Convención sobre bacterias”, bromea Giustinianovich. “Nadie nos va a entender”, responde entre risas la primera. Cuando son las 11 pm (medianoche en Punta Arenas), puedo dar fe de que estas dos constituyentes se hubieran quedado conversando aún un largo tiempo más.