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La bisagra de Chile
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Si se pudiera sacar de cuajo este largo país de sus bases de piedra y lava y levantarlo hacia el cielo se doblaría simétricamente en dos, porque en su centro hay una bisagra llamada Santiago que controla si la puerta al progreso se abre para el resto del país.
Tenemos instalado que el dogma del desarrollo –económico, político o científico– solo puede surgir desde una estructura centralizada, que concentre la totalidad de decisiones. Todo aquello que surja desde otro rincón del país incomoda y es minimizado como un adulto autoritario ignora a los niños.
La belleza de un país se refleja en la diversidad de culturas, paisajes y realidades. Tratar de homogeneizarlas es, inevitablemente, empobrecernos. Chile es mucho más que el lugar donde van de vacaciones los santiaguinos. Gran parte de nuestra riqueza social, económica, y política está radicada a lo largo de nuestro territorio, riqueza que no puede manifestarse en su verdadero valor si la capital no le da su bendición.
El principal capital de un país es su conocimiento. Y no lo conseguiremos si es que se no damos un paso significativo en impulsarlo y fomentarlo. Debemos crear espacios para su desarrollo en regiones, en sus universidades, con centros de investigación de excelencia, con recursos y autonomías, que permita a cada uno de los territorios avanzar de manera más autónoma hacia su propio desarrollo cultural.
Ser un país desarrollado es mucho más que un promedio de números. Es que cada chileno pueda alcanzar un mínimo de dignidad en su vida. Eso no se resuelve con políticas homogéneas que se dictan desde un ente centralizado. Requieren espacio para desarrollar la propia creatividad, la propia identidad. Requiere un país que se trata a sí mismo como un adulto, no como un niño.
Desde el momento que se le abren los espacios, la capacidad humana nunca deja de sorprender. Hoy apelo a que se cree ese espacio, a creer en la sociedad que tenemos y en el país que somos capaces de construir. Solo un país descentralizado alcanza el desarrollo, solo capitalizando nuestra diversidad podemos hacerlo sustentable.
El problema es que muchos son los que hablan de que la descentralización del país es una necesidad, pero pocos la implementan. Creo que una manera -puede haber muchas- de hacerlo es crear políticas que así como se han establecidos acciones que están siendo efectivas en cuanto a la equidad de género podrían ser efectivas en la” equidad de las regiones”. Discriminemos positivamente permitiendo a aquellos que encantados dejarían el smog, puedan instalarse entre los alerces o mirando el mar con el adecuado sustento.