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Lecciones de Vida

Elías Figueroa, a sus 77: "Hoy no veo mucho fútbol, hay cosas que me cuesta entender"

Elías Figueroa, a sus 77: "Hoy no veo mucho fútbol, hay cosas que me cuesta entender"

Una encuesta Cadem, realizada en enero, lo ubicó como el mejor futbolista en la historia chilena. Al mismo tiempo, está en marcha la biopic que recorrerá sus 77 años de vida. Dentro y fuera de la cancha, con las luces y las sombras. Elías Figueroa se toma todo con calma. Y hace recuerdos. En este testimonial, habla de su infancia con enfermedades, de su padre, de su celebrada carrera deportiva, de sus días actuales, de su buena salud. “En julio pueden ser las 10 de la noche, salgo del sauna y me meto a la piscina helada”, cuenta.

Por: Patricio De la Paz - Foto Verónica Ortíz | Publicado: Sábado 13 de abril de 2024 a las 21:00
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"Es una mezcla de sentimientos, pero lo primero que siento con una película que cuente mi historia es orgullo. Y lo segundo, la posibilidad de mostrarle a la gente, especialmente a los jóvenes y a los niños, que hay que enfrentar las cosas y que siempre se puede salir adelante. Las personas generalmente tienden a pensar que no pueden, pero ésa no es la actitud. Hay que tratar; al menos hay que intentarlo.

Lo digo por mi propia experiencia. Yo tuve varios problemas en mi niñez. Tuve difteria (a los 3 años) y me tuvieron que hacer una traqueotomía. Me dejaron un tubito puesto aquí en el cuello, por el cual respiraba. Mi mamá tenía que limpiarlo y me alimentaba por ahí. Aún tengo la marca en el cuello. Después (a los 8) tuve poliomelitis. Un año en cama y tuve que aprender a caminar de nuevo. Por la ventana veía a los otros niños jugar fútbol en la calle y pensaba: ‘Yo quiero estar ahí’. Soñaba con eso.

En esa época se jugaba la pichanga en la calle, uno se sacaba la chomba y con eso hacíamos el arco ahí mismo. Entonces, desde mi cama yo miraba a estos niños jugar. Sentía la fuerza interna de querer estar con ellos. Pero no podía caminar. Mi mamá me vendaba las piernas como momia, para que no se enchuecaran.

Me acuerdo que en las noches, cuando ella y mi papá estaban durmiendo, yo me sentaba en la cama, me paraba, trataba de dar pasos. Un día me paré firme y me sostuve solo; entró mi mamá y me dijo: ‘Elías, te vas a caer mi niño’. Le dije que no y di tres pasitos. Mi vieja casi se desmayó de alegría. Era un logro. Después entraría a jugar fútbol, me haría profesional y seguiría toda la historia que ya se conoce.

Por eso mi mensaje es siempre de optimismo. Los sueños pueden cumplirse, depende de uno.

“Todo lo hacemos en familia”

Con mi señora (Marcela Küpfer) nos casamos cuando teníamos 15 años. Todo el mundo decía que no íbamos a durar nada, y aún seguimos juntos. Pronto vinieron los hijos; primero Marcela, después Ricardo. Siempre anduvimos todos juntos. Cuando me fui a Uruguay (para jugar por Peñarol, donde estaría cinco años), todos -mi mujer, mis hijos, yo- éramos menores de edad; así que tuvimos que pasar los cuatro por un juez de menores para poder salir del país.

Todo lo hacemos en familia desde siempre y es así hasta hoy. Trabajamos en bloque. Tenemos los vinos Don Elías, con producción propia en Casablanca y que vendemos por Instagram, ya que por la pandemia cerramos la tienda que teníamos allí. Tenemos el Parque Don Elías, que funciona en el Club de Campo de la Caja 18 (en la salida sur de Valparaíso), donde tenemos la concesión por 10 años, renovables por otros 10. Tenemos la Fundación Gol Iluminado, donde se ha hecho trabajo social por años. Y ahora mis hijos están también en la película.

"Yo tuve varios problemas en mi niñez. Tuve difteria (a los 3 años) y me tuvieron que hacer una traqueotomía. Me dejaron un tubito puesto aquí en el cuello, por el cual respiraba. Mi mamá tenía que limpiarlo y me alimentaba por ahí. Aún tengo la marca en el cuello. Después (a los 8) tuve poliomelitis".

Además hago charlas motivacionales para empresas, en distintas ciudades. Hay muchas cosas que en ellas me salen espontáneas, pero tenemos un guion (que trabaja con su hijo Ricardo, que es su principal asesor). Ahí hablo de liderazgo positivo, en la idea de que uno debe al menos intentar las cosas y no partir diciendo que no puede. Jamás hay que quedarse con la duda. De verdad que son muchas las similitudes entre el fútbol y la vida.

“Como que el iluminado era yo”

Si miro lo que fue mi carrera en el fútbol y tuviera que elegir tres episodios significativos, el primero sería cuando me llamó el técnico del primer equipo de Wanderers para ir a entrenar con ellos. Yo tenía 15 años, era wanderino. Eso me marcó mucho. Hubo algunos que no quisieron ayudarme mucho ahí, pero en general estuvo bien.

Un segundo episodio fue cuando me eligieron la primera vez como el mejor jugador de América (por la temporada de 1974). Yo estaba jugando en Brasil, en el Inter de Porto Alegre. Fui elegido tres veces seguidas en ese título, entonces uno piensa que ya no es sólo una casualidad. La competencia además no era menor: Pelé, Rivelino...

Y tercero, el ‘gol iluminado’ (convertido por él en diciembre de 1975, alumbrado por un repentino rayo de sol). Me marcó para siempre. Mi equipo, el Inter de Porto Alegre, logró coronarse por primera vez como campeón de Brasil. Mucha gente lo tomó como un milagro. La gente me empezó a pedir que tocara a sus niños cuando estaban enfermos, me adjudicó poderes. Como que el iluminado era yo. Hasta hoy hay mamás que se me acercan con sus guaguas para que les toque las patitas. Y lo hago, porque lo piden con tanto cariño, con tanta fe.

“Pensé en mi padre, don Gonzalo Figueroa”

Cuando en el verano supe que fui elegido el mejor jugador en la historia de Chile (en la encuesta ‘Radiografía del fútbol chileno’, de Cadem), en quien primero pensé fue en mi padre, don Gonzalo Figueroa. Él fue una gran persona y mucho de lo que fui y de lo que hice se lo debo a él.

Recuerdo cuando yo era joven y vivíamos en Quilpué, se hacían los famosos malones. Fiestas donde todos llevábamos algo. Los cabros del barrio íbamos en patota. Mi papá me ponía hora de llegada. No más allá de las 11 de la noche, que era justo cuando el malón recién estaba empezando. Yo, que tendría unos 14 años, estaba comenzando a jugar en esa época y mi papá estaba atento a que me lo tomara en serio. Un día llegué como a la 1 de la mañana, pasé por fuera del dormitorio de mis papás, pensé que estaban dormidos, pero sentí el grito de él: ‘¿Vio la hora que es? Vaya a acostarse?’. Yo jugaba en unas horas más.

"Yo, que tendría unos 14 años, estaba comenzando a jugar en esa época y mi papá estaba atento a que me lo tomara en serio. Un día llegué como a la 1 de la mañana, pasé por fuera del dormitorio de mis papás, pensé que estaban dormidos, pero sentí el grito de él: ‘¿Vio la hora que es? Vaya a acostarse?’. Yo jugaba en unas horas más".

A eso de las 8 de la mañana, siento un correazo en la espalda. Fue la primera y única vez que mi papá me pegó. ‘Última vez que usted llega a esta hora, si no nunca más va a ir a una cancha de fútbol; yo mismo lo voy a retirar’, me dijo. Aprendí la lección de tener rigor y responsabilidad. Eso se me instaló en la cabeza.

A mi viejo todo el mundo lo quería. Era ferroviario y se levantaba todos los días a las 5 o 6 de la mañana para ir a trabajar. Tenía que ir desde Quilpué a Valparaíso, donde estaba la maestranza Barón. Cuando yo pude, y tenía los recursos, le dije ‘no trabaje más, papi’, le puse una mueblería y le regalé una casa linda en Villa Alemana. ‘Todo esto es suyo, papi’, le repetí. Me pareció que era algo muy justo.

“Yo no peleo, yo no discuto”

A mí me llamaron Don Elías cuando tenía 17 años. Lo dijo (el relator deportivo) Hernán Solís, después de un partido donde afirmó que estábamos ante ‘un don jugador’. Yo era joven y me fui acostumbrando a ser llamado así. Ahora, que ya tengo 77, parece natural.

Luego, cuando jugaba en el Inter de Porto Alegre, (el escritor y periodista brasileño) Nelson Rodríguez me citó como un jugador elegante como un conde de smoking, pero peligroso como un tigre de bengala. A mí me parece una buena descripción. Cuando entraba a la cancha me transformaba. Una vez me estaban entrevistando en la televisión para todo Brasil, me levanté y apunté a la cámara: ‘Le digo a todos los atacantes que el área es mi casa y ahí entra quien yo quiera; y el que entre, aténgase a las consecuencias’.

Cuando me eligen o me dicen que soy el mejor jugador en la historia de Chile, digo que por lo menos soy el que consiguió más títulos. Creo que a lo mejor hubo gente que jugaba mejor que yo en la época, no sé; pero ahí están las tres veces que fui mejor de América, las dos veces mejor del mundo y el único chileno en la selección FIFA Conmebol de todos los tiempos. Nunca fui reserva, nunca fui sustituido en un partido. Capitán en todos los equipos que jugué. Nunca tampoco tuve un representante, los contratos los hacía yo mismo.

En la lista (de la encuesta Cadem) me siguen Alexis Sánchez, Iván Zamorano, Claudio Bravo y Carlos Caszely. A mí me es difícil opinar, porquer yo no peleo, yo no discuto, pero creo que lo merecen todos ellos. Caszely fue una gran figura también en España. Todos sabemos también lo que ha sido Zamorano. Sánchez y Bravo me parecen bien. Quizás hay nombres que siempre se escapan. Pienso por ejemplo en Jorge Robledo, en Leonel Sánchez, en Carlos Campos.

Hoy no veo mucho fútbol. El otro día vi un partido y el central pegó un puntete y mandó la pelota a la gradería. La gente aplaudía. Son cosas que me cuesta entender. Eso no pasaba cuando yo jugaba, porque te pifiaban, se consideraba un error.

"Hoy no veo mucho fútbol. El otro día vi un partido y el central pegó un puntete y mandó la pelota a la gradería. La gente aplaudía. Son cosas que me cuesta entender. Eso no pasaba cuando yo jugaba, porque te pifiaban, se consideraba un error"

Hay muy buenos jugadores chilenos hoy en día, no me cabe la menor duda. Pero no me gusta dar nombres, ni tampoco yo me creo el descueve.

“Entonces dije: ‘Ya, no juego más’”

En mi vida no sólo ha habido triunfos, también hay dolores. Las enfermedades de mi infancia, por ejemplo. O cuando tuve que ir a Europa mientras jugaba por Peñarol, y mi esposa quedó sola en Uruguay y perdió un embarazo de siete meses, de trillizas. Eso me duele hasta hoy.

También todas las veces en que tuve que separarme de mis hijos por mi trabajo. Cuando nació Ricardo, en 1966, yo estaba en el Mundial de Inglaterra; lo conocí cuando tenía un mes. Son ausencias que pesan. Uno, como jugador, se pierde momentos familiares. Por esa razón finalmente me retiré del fútbol. En Colo-Colo me programaron un partido para el 1 de enero, lo que significaba pasar el Año Nuevo en concentración. Pensaba en mi señora, en mis hijos. Entonces dije: ‘Ya, no juego más’.

De hecho, si volviera a nacer repetiría la vida que he tenido, pero siempre que encuentre la comprensión de mi familia.

"Uno, como jugador, se pierde momentos familiares. Por esa razón finalmente me retiré del fútbol. En Colo-Colo me programaron un partido para el 1 de enero, lo que significaba pasar el Año Nuevo en concentración. Pensaba en mi señora, en mis hijos. Entonces dije: ‘Ya, no juego más’"

Hoy vivo tranquilo en Villa Alemana. Leo mucho. Me gustan las novelas y los libros de Historia. Eso me mantiene activo, hay que ejercitar la mente.

En mi casa tengo un sauna, toda la vida me ha gustado. Lo hago desde los 17 años, todos los días. Incluso en invierno. En julio pueden ser las 10 de la noche, salgo del sauna y me meto a la piscina helada. Tengo buena salud. No me resfrío hace 50 años, gracias a Dios. Durante la pandemia, mi señora tuvo tres veces Covid. Y yo nada, durmiendo juntos en la misma cama.

A mí me gusta Chile, si no me habría ido. Tengo tanta oportunidad para vivir afuera, tengo casa propia en Brasil. Pero yo creo en este país. Me gusta la gente y creo que se puede hacer mucho, tenemos las condiciones. No tengo una visión pesimista, ni siquiera con la delincuencia, que siempre ha habido. Podemos salir adelante. Ni terremotos, ni volcanes, ni tsunamis nos botan.

Estoy de acuerdo con la inmigración. Chile siempre ha sido abierto para el extranjero. Que vengan y que aporten. Como en el fútbol. Cuando me dicen que traen un jugador extranjero, yo digo que bien, pero que aporte, que no sea uno más en la banca. Que sea un ejemplo para el cabrito chico que quiere ser como él, eso es fantástico”.


Los pasos de la película

Hasta ahora, el nombre es Elías, la película. Y en ella participan cuatro productores ejecutivos: Marcela y Ricardo Figueroa -hijos del protagonista-, Gonzalo Oyarce -de Corporación Fílmica Cinema Network- y Boris Varela -de Bova Producciones-, quien además es el director.

Según cuenta Oyarce, están en la etapa de completar el financiamiento de los US$ 5 millones que cuesta la cinta: “Ya tenemos el 50% cubierto, principalmente con inversionistas de fondos privados de Miami. A junio esperamos tener resuelto el resto, en una buena parte por auspicios. Auspiciadores del nivel de Adidas o Banrisul”. 

Con el financiamiento resuelto -es una novedad en el cine chileno partir por ese ítem, explica Oyarce-, el segundo semestre del 2024 partirá la etapa de preproducción: terminar el guion, en el cual ya empezaron a trabajar, definir las locaciones de grabación y el casting del elenco. Cuatro personas tendrán que representar a Elías Figueroa, en distintas etapas de su vida. “Como apuntamos principalmente al mercado brasilero, trataremos de hacer un elenco atractivo para ese mercado. Ese es nuestro primer objetivo. Como hay muchos personajes que van apareciendo cuando la historia pasa por diferentes países, pensamos que los personajes que sean chilenos los vamos a hacer con casting chileno, los brasileros en Brasil y los uruguayos en Uruguay”, agrega.

Los primeros meses de 2025 serán para el rodaje. Grabarán en Chile, Brasil y Uruguay. “Pero también tenemos grabaciones de estudio en Argentina -dice Oyarce-, con una tecnología que permite muchos efectos especiales, como la que ocupan en la serie The Mandalorian. Así podremos recrear todos los estadios de la época en que jugó Don Elías, que deben ser 50, 60”. 

El segundo semestre del próximo año será para postproducción, la cual avanzará en paralelo con el marketing de la cinta. “Básicamente es meter ruido”, dice Oyarce. La meta es hacer la avant premiere el 14 de diciembre de 2025, justo cuando se cumple medio siglo del llamado “gol iluminado”, uno de los más icónicos de Figueroa. Y se haría en el mismo lugar donde ello ocurrió: el estadio de Porto Alegre.

El 2026, según la planificación, la idea es llevar la película a distintos festivales. El estreno en salas chilenas sería el segundo semestre de ese año. “La participación de la familia es fundamental para que el proyecto se lleve a cabo -finaliza el productor-. Y también de Don Elías, que nos ha ido contando la historia. Es una película apegada a la realidad, una biopic, que funciona como legado”.

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