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Lecciones de Vida

Hernán Levy, empresario: “Dejé de ir al estadio por un par de años, no tenía ganas”

Hernán Levy, empresario: “Dejé de ir al estadio por un par de años, no tenía ganas”

Fundó hace 42 años Cerámicas Santiago, empresa dedicada a la fabricacón de ladrillos. Es un actor relevante en el rubro de la construcción. Presidió Colo-Colo por un año, del 2011 al 2012. Es un asiduo participante de carreras con sus autos antiguos. Parte de esa vida es la que Hernán Levy (75) cuenta en su libro biográfico Lo improbable, publicado a fines de noviembre por Ediciones El Libero. En el siguiente testimonial repasa esos temas, habla de momentos felices y dolorosos, y reconoce estar preocupado por lo que ve hoy en el país.

Por: Patricio de la Paz | Publicado: Sábado 16 de diciembre de 2023 a las 21:00
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¿Por qué escribí este libro? En septiembre del año pasado estábamos en uno de los viajes del diario digital El Libero, con Eduardo Sepúlveda (su director). Llegamos a Madrid dos días antes que todo el grupo. Conversamos, fuimos a comer tapas, a ver fútbol al Bernabéu. En algún minuto Eduardo me preguntó por qué tenía tantas historias. Le dije que ya tenía 75 años y las historias se acumulan. ‘Escríbelas’, me dijo. Le respondí que yo era ingeniero, empresario, que no tenía idea de escribir. ‘Piénsalo y veámoslo en marzo’, me respondió. Y así fue.

Bajo la guía de él, escribí entre marzo y julio de este año. Me grababa además todos los miércoles y se transcribía. El libro está escrito un poco de la forma como yo hablo. No es el Quijote de la Mancha ni el Mio Cid Campeador. Tampoco tiene ninguna pretensión. En principio lo hice para dejar algo para mis hijos, para la familia. Después lo fue leyendo más gente y me decían que era entretenido, como una serie.

Es una visión global de mi vida. Hay momentos extremadamente felices, de logros importantes. Por ejemplo cuando me entregué de lleno, entre 1974 y 1978, al servicio público en ProChile. El país exportaba 150 millones de dólares en productos no tradicionales y después de tres años estábamos en 800 millones. También hubo recuerdos dolorosos. Como cuando postulé a una pega (al Banco Central, durante la Unidad Popular), sabiendo que era la persona adecuada, y no quedé por no tener la ideología política. Súper frustrante.

Tal vez el tema que más me ha golpeado en la vida fue cuando mi (primera) ex esposa se fue de Chile y previo hubo un juicio de tuición de los hijos, que yo gané. Llegaron mis dos hijos a vivir conmigo en un minuto en que yo estaba postrado porque me había dañado las vértebras (en un accidente en auto). Tuve que estar horizontal por dos meses. Fue un momento clave, porque de ahí para adelante mis hijos, que tenían 11 y 9 años, vivieron conmigo.

He tenido tres matrimonios (con seis hijos en total), y sería feliz de volver a emparejarme. Aceptar una nueva pareja, que uno piensa es la que te va a acompañar por el tiempo que queda. En estas cosas hay que tener la actitud de pensar positivo. Y obviamente no hacerse expectativas, ni en andar en búsqueda. Las expectativas son complejas, en general nunca se cumplen y lo único que hacen es generar problemas. Mejor vivir el día.

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Los autos son una de mis pasiones. Cuando uno está apasionado por algo se mete en el tema, lo investiga, lo disfruta, se tira a la piscina. La gracia de un empresario es que se atreve a tirarse a la piscina y tomar el riesgo. Puedes tener éxito o fracasar; y hay que tener la humildad de darse cuenta cuando algo no resulta y bajar el moño.

Calculo que tengo unos 12 autos antiguos. La primera palabra que dije de niño fue ‘auto’, incluso antes que ‘mamá’. Ha sido una pasión que ha durado toda la vida y que hoy ya es menos. Cuando ya tienes los autos que quisiste y has cumplido hasta los sueños que soñaste despierto, las pasiones cambian. Hoy me interesa mucho más la fotografía, la música clásica.

En todo caso, en 2024 cumpliré mi sueño de los últimos 25 o 30 años: el rally Pekín-París. Es una aventura mayor, 15 mil kilómetros, 37 días, cruzando 12 o 13 países. Se presentaron 800 postulantes y fuimos seleccionados 110. Los ingleses, que son los organizadores, nos citaron a los participantes a Londres hace tres semanas. Nos enseñaron cómo funcionar con los waypoint, con los teléfonos satelitales, qué hacer en caso de accidente o emergencia. No es una ruta fácil. Por ejemplo, cuando se pasa el desierto de Gobi en Mongolia son siete días y como no hay hoteles, son siete días en carpa. Y uno a los 75 ya no está para carpa, para un saco de dormir; pero hay que hacerlo no más.

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Con Iván Dib somos amigos desde que nos conocimos, cuando teníamos 12 años. Siempre nuestras vidas han tenido coincidencias. Hace unos 20 años, Iván un día me dijo: ‘Te das cuenta de que nuestras familias vienen pegadas desde hace mucho tiempo, más de un siglo, pero ahora me va a pasar algo que tú no vas a poder. Mi hijo, el Sebita, se casa con la Francisca Lagos, la hija de un Presidente”. Bueno, pero pasaron unos años y mi hijo Ricardo se casó con Cecilia Piñera, la hija de otro presidente.

Yo conocía a Sebastián Piñera ante de ser consuegros, pero no éramos amigos. Y mientras fuimos consuegros, tuvimos la relación normal que tienen dos personas en esa situación. Ahora, que nuestros hijos ya no están juntos, mantenemos siempre un vínculo, mis nietos son también sus nietos. El link siempre se va a generar, cuando se casen esos nietos obviamente van a estar los dos abuelos. Pero no somos amigos. En las instancias familiares conversamos, se echa la talla, es la oportunidad para reírse un poco.

Con mi nuera, Cecilia, no hemos perdido contacto. El fin de semana que recién pasó, por ejemplo, se casó en Pucón una hija mía del segundo matrimonio y ella estuvo ahí. Es parte de la familia, sin duda. Y es una mujer amorosa. Yo la quiero mucho.

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Lo de Colo Colo (fue presidente de la sociedad Blanco y Negro entre 2011 y 2012) no diría que fue de los episodios más difíciles de mi vida. Diría que tuvo sus complejidades, porque es un área que uno no conoce y donde no hay experiencia anterior. Hubo que aprender en el camino.

Todo el tiempo en que fui director de Colo-Colo (después de comprar el 25% de las acciones en 2010, que estaban en manos de Gabriel Ruiz-Tagle), en que iba al directorio, escuchaba, opinaba, estuvo bien; pero ya cuando tomé la presidencia, las preocupaciones y desafíos ya eran mucho mayores. Durante el año que fui presidente, lo hice a tiempo completo.

El día que compré las acciones le avisé al Presidente Piñera, con quien ya éramos consuegros, después de haberlo hecho. No antes, porque estaba la posibilidad de que me dijera ‘oye, no’. Lo llamé por teléfono y le conté. Yo esperaba algún tipo de reacción y lo único que me dijo fue: ‘Bueno, espero que puedas ganar algo internacional con Colo-Colo’. Si tenía alguna recriminación, se la calló.

La conferencia de prensa cuando asumí de presidente fue aquí mismo en mi oficina. Estaba lleno de periodistas. Todos los canales de televisión, las radios. Un mundo desconocido para mí, pero que tenía que enfrentar. Sentí dos cosas en ese momento. Una, el ego. Iba a convertirme en un personaje, porque hay que pensar que el presidente de Colo-Colo tiene más minutos de televisión que el Presidente de la República. La otra cosa que sentí fue el miedo. Yo soy medio bruto, entonces me decía a mí mismo que no podía decir alguna barbaridad. Debía ser cuidadoso, tomarme esto con calma, bajar un cambio.

Como presidente de Colo-Colo tuve la gran ayuda de dos personas. Aquí en la oficina, el apoyo de José Miguel Jiménez, que es mi brazo derecho. Y la otra persona fue Jaime Pizarro, que para mí fue clave, mi asesor total. Un gran jugador, una gran persona, que ahora es ministro de Deporte. Asumió el día que yo cumplí 75, el pasado 8 de marzo. En la fiesta de mi cumpleaños estaba Jaime ahí. Lo considero un amigo, correcto, inteligente.

Los únicos verdaderos problemas que tuvimos durante mi presidencia de Colo-Colo fue con la Garra Blanca (a Levy se le criticó por los resultados deportivos del club, por no ganar torneos, por estar fuera de competencias internacionales). Hubo dos funas de ellos aquí afuera, pero no hubo críticas de la hinchada. Nosotros tomamos el club, tuvimos un par de cambios de entrenadores, pero se hizo el trabajo que había que hacer. Fue un desempeño normal, tampoco se le puede pedir a un equipo que sea campeón todos los años. Hicimos buenas contrataciones y eso se comprobó uno o dos años después, porque en el fútbol los resultados no son inmediatos. Se hizo una planificación estratégica que después duró varios años

Llegó un minuto en el cual a mí me pareció que debía dar un paso al lado y lo hice. Vendí todas mis acciones, divididas en dos paquetes. Dejé de ir al estadio por un par de años, no tenía ganas. Por supuesto sigo siendo colocolino.

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En el libro cuento de la muerte de varios amigos. Es cierto que la muerte de los amigos se empieza a dar después de cierta edad, claro, pero mis grandes amigos fueron desapareciendo a edad muy temprana. Por ejemplo, mi mejor amigo, que éramos primos, compañeros de curso, se llamaba Juan Miguel Durandin. Fuimos socios, soy padrino de una de sus hijas. Y resulta que a los 29 años se tiró a una piscina, chocó con la cabeza al fondo, se lesionó la médula espinal y en una semana se murió.

Yo no le tengo miedo a mi muerte, no me preocupa. Cuando toque, que toque no más. Tuve la suerte de estar cuando mi papá estaba en la Clínica Alemana de Temuco y en el minuto en que estaba conversando conmigo se murió. Fue súper natural, y espero que lo mío sea así también.

Me interesa lo espiritual. Uno recibe la fe y es un regalo de Dios. Ya desde los 12 años había algo que me llamaba la atención y que quedó como en el freezer hasta los 34 años, donde tuve el cambio de que mis hijos llegaron a vivir conmigo. Ahí empezó una búsqueda espiritual amplia, en distintas áreas. Uno va avanzando en encontrarse a uno mismo, en estar contento con lo que uno es, en estar agradecido por eso. Eso se instala en uno.

No rezo con frecuencia, pero cuando lo hago es directo para arriba y sin intermediarios. También medito, como lo aprendí en los grupos que seguían al filósofo ruso Gurdjieff. Lo hago solo, por 15 o 20 minutos.

Hoy estoy en paz, cómodo. Lo que no implica que esté tranquilo siempre. El país está sufriendo una contracción potente y dentro del sector construcción es muy fuerte. Lo inmobiliario está muy decaído y ahí cae también mi empresa. Hemos tenido una relación difícil con el ministro Montes, quien se la ha jugado por llamar a licitación 20.000 viviendas de un cierto tipo y dejando fuera a otras; entonces uno dice ‘oiga, ¿qué pasa con la libre competencia?’. Uno está en paz, claro, pero no significa que no haya problemas.

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Llevo 42 años con Cerámicas Santiago. Es una empresa que ha crecido, somos la principal en el mercado de los ladrillos. Cuando partimos en el año 81 producíamos 300.000 unidades mensuales y hoy nuestra capacidad es de 7 millones y medio. Lo más importante es la gente que trabaja en un ambiente grato. Nos entendemos bien. Nunca hemos tenido una huelga.

Estaré al pie del cañón hasta que alguien se haga cargo. Me muero de ganas de tener más tiempo libre; esto es agotador, todos los días. Pero no puedo dejarlo botado. Tengo una hija que es arquitecto, que es un avión y que probablemente en algún minuto podría sucederme. También estoy abierto a la posibilidad de que sea un ejecutivo quien lo haga.

En todo caso, tengo amigos que han dejado de trabajar y son vidas muy entretenidas para jugar golf y otras cosas, pero fomes.

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Yo soy disperso y tengo déficit atencional, que lo vine a descubrir como a los 60 años. Seguramente lo he tenido toda la vida. Pero pasó que una hija me pidió que la acompañara a un neurólogo para ver este mismo tema y antes de entrar donde el médico le hicieron una encuesta con 20 preguntas. La respondí también y al final tenía menos puntaje que ella.

Las características de una persona, creo yo, se van aumentando con la edad, ya sean positivas o negativas. Si a una persona a los 40 años le dolía una rodilla, probablemente a los 80 eso se agudiza. Pero no me preocupa. Es lo que hay no más.

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Estoy preocupado por lo que veo en el país. Independiente de lo que está muy mal económicamente y de la inseguridad en que viven las personas, lo que me preocupa a mí es la división, que hay dos grupos irreconciliables. Que ya no hay acuerdos. Este domingo tenemos este plebiscito (constitucional), en que de nuevo hay un lado contra otro.

El gobierno va a tener que tomar cartas y ponerse firme con lo que está pasando. No es sólo la violencia, la corrupción. Todo eso se ha normalizado. El fin de semana pasado hubo ocho asesinatos; antes eso no se veía. En términos de seguridad, este país se está cayendo a pedazos. Chile ha empeorado.

En algún minuto tiene que haber un acto del Presidente, un acto de humildad, de decir ‘Yo fui de una manera, ahora soy de otra’. Lo dijo hace poco, pero al día siguiente sale con otra cuestión. Entonces la gente se polariza.

Sí, tiene que haber un acto de contrición fuerte de parte del gobernante. Sin vueltas de carnero, como hoy le llaman”.

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