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El momento de Guillermo Pereira, el otro golfista chileno que dio el salto al PGA
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Mientras una bandera chilena abrazaba su espalda, Guillermo Pereira Hinke (26) alzó el trofeo que buscó por tantos años. Y ahí, en el pasto del Wakefield Plantation, en Carolina del Norte, no podía dejar de pensar en dos cosas: su ascenso al PGA Tour y su clasificación a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Y si bien ha pasado una semana de ese evento, todavía se sorprende. “He venido jugando tan bien, y haberlo confirmado con ese triunfo fue increíble”, cuenta a DF MAS el golfista profesional desde un Airbnb en Greenville, Carolina del Sur.
Su desembarco en la meca del golf mundial será en septiembre. Ahí se encontrará con su amigo Joaquín Niemann (22) y juntos harán historia: será la primera vez que dos golfistas chilenos estén en el circuito más importante de esta disciplina. “Hace un tiempo era impensado tener a dos jugadores locales en el PGA Tour. Además, toparse con un muy amigo mío en la misma temporada es increíble. No pasa siempre”, confiesa.
- ¿Qué hiciste con el trofeo?
- Lo mandé para la casa de Joaco Niemann. No puedo viajar con eso todas las semanas. Me voy a ir a vivir cerca de él a fin de año. Tengo muchas cosas en su casa (la cual queda en North Palm Beach, a 90 minutos de Miami).
- ¿Cuál es tu primer recuerdo de él como jugador?
- Cuando partió jugando siempre usaba unos pantalones amarillos. Parecía abeja. Años después empecé a trabajar con Eduardo Miquel, que es nuestro coach. Desde ahí nos juntamos casi todas las semanas.
Mientras espera su ascenso oficial al PGA, Pereira está jugando el BMW Charity Pro-Am, torneo del Korn Ferry Tour, el circuito de ascenso a la primera división del golf. Su objetivo es juntar la mayor cantidad de puntos para asegurar su entrada a todos los torneos del máximo certamen mundial. Y, hasta el momento de esta entrevista, marchaba primero.
Como toda buena historia, la de Guillermo Pereira tiene altos y bajos. “Mito”, como le dicen sus cercanos, comenzó a jugar golf a los 3 años con palos plásticos. Con recién 8 participó de su primer mundial en Estados Unidos, ritmo que se mantuvo durante siete años más: viajes, entrenamientos, concentraciones y torneos internacionales. Mucho deporte, poca libertad. “Miro para atrás y es chocante darme cuenta lo chico que era. Salía a las 4 de la tarde del colegio. Vivía en Pirque y viajaba todos los días a Santiago a entrenar. No era una vida normal de niño”, recuerda.
Y, con el tiempo, la exigencia le pasó la cuenta. Todo se frenó en seco cuando cumplió los 15, mientras entrenaba en la David Leadbetter Golf Academy, uno de los internados para golfistas junior más importantes de Estados Unidos. Viajó a Chile y le dijo a su familia que se retiraba del golf. Y lo cumplió. No pisó una cancha por dos años. “En ese tiempo hice todo lo que no había hecho en 10 años. Fue la etapa en que consolidé a mis amigos, hice otros deportes y fui a fiestas”, recuerda.
“Miro para atrás y es chocante darme cuenta lo chico que era. Salía a las 4 de la tarde del colegio. Vivía en Pirque y viajaba todos los días a Santiago a entrenar. No era una vida normal de niño”.
Pero a los 17, mientras cursaba tercero medio, un amigo lo invitó a jugar. “Me acuerdo de que lo hice increíble. Ahí decidí volver”, recuerda. Actuó rápido: se cambió de colegio a uno especializado en deportistas de alto rendimiento, jugó la mayor cantidad de campeonatos posibles y consiguió una beca en la Texas Tech University.
Y nueve años después, logró lo que tanto anheló: clasificar al PGA Tour.
- ¿Te arrepientes de haberte tomado ese tiempo?
- Nunca me he preguntado eso. No me arrepiento porque esos dos años fueron increíbles e hice muchas cosas que quizás nunca más podré volver a hacer. Si no lo hacía en ese minuto iba a quedar con ese bichito.
Su primer torneo como jugador oficial del PGA Tour será el Safeway Open, en Napa Valley, California. Su objetivo ahí será lograr el mejor lugar posible para trepar posiciones en el ranking. Para eso tiene un equipo de cuatro personas, entre los que se encuentran Eduardo Miquel, su entrenador; Eugenio Lizama, psicólogo deportivo; Tomás Landerer, preparador físico; y su caddie, el argentino Arnaldo “Nany” Pereira.
Una vez que termina sus jornadas de entrenamientos y competencias, trata de relajarse. Duerme, lee y, generalmente, juega el videojuego Call of Duty con Joaquín Niemann y un grupo de golfistas profesionales.
- ¿Tienes pensado cambiar algo de tu rutina para el PGA?
- Quiero tratar de mantenerlo lo más simple posible. Cuando hay algo nuevo uno tiende a cambiar cosas que funcionan. No por estar jugando por más plata debería cambiar más cosas. Voy a tratar de hacer lo que me ha funcionado todo este tiempo. El otro día, hablando con uno de los organizadores del Korn Ferry, me dijo algo muy cierto: “Lo que te funciona acá te va a funcionar en el PGA”. Obviamente hay cosas que uno quiere mejorar, sobre todo en el golf, donde nunca llegas a la perfección. Siempre hay que ir afinando la guitarra.
Respecto al futuro del golf nacional, Pereira dice que “ha crecido harto”, pero que lo más complicado es convertirlo en una disciplina masiva. “Sigue siendo un deporte caro, llamado de élite. No así en Estados Unidos. Acá las personas tienen más facilidades”, cuenta el golfista, quien asegura que la popularidad sí ha crecido mucho: “Partiendo por Felipe Aguilar, que hace diez años estaba en su peak en el European Tour, todo se ha ido sumando. Con lo de Joaco (Niemann) ha habido mucha más gente interesada en el golf. Es un proceso lento donde la Federación o las empresas podrían hacer algo”.
- ¿Ahora viene lo más difícil?
- Todo es lo más difícil. No hay algo fácil o que lo puedas dar por hecho. Como en todo deporte, tienes que estar por mucho tiempo peleando por hacer lo mejor posible. En ningún minuto te puedes dormir. Todo va a ser difícil. Pero todo es posible.