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La experiencia y el debut: dos deportistas chilenos frente a los JJOO 2024
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Kristel Köbrich: “Hace muchos años que no tengo pendientes deportivos”
La primera vez que Kristel Köbrich (38) participó en unos Juegos Olímpicos fue en Atenas 2004. Además, vestida de huasa, fue la abanderada del grupo de competidores chilenos en la capital griega. Eso, en todo caso, no fue la única cuota extra de emoción que experimentó.
“Es que en ese 2004 todo fue un extra, porque todo fue único, especial, por primera vez. La verdad es que fue todo nuevo para mí, todo era ‘guau, qué lindo, así estamos, así se vive, así se convive’”, comenta desde Córdoba, en Argentina, donde vive hace dos décadas. Hasta allá se fue, precisamente, porque no encontraba en Chile el nivel de entrenamiento que quería y que sí veía en las nadadoras trasandinas.
Después para ella vino Pekín 2008, Londres 2012, Río de Janeiro 2018, Tokio 2020 (que se hizo el 2021, debido a la pandemia) y, a partir del 26 de julio, París 2024. En medio, participó también en Mundiales de natación y en torneos nacionales, regionales y panamericanos, donde ha sumado medallas y reconocimientos en las pruebas en las que compite: 800 y 1.500 metros libres.
Sus sextos Juegos Olímpicos la convierten en la deportista chilena que más veces ha ido a esta competencia. No es, en todo caso, el único récord: es también la nadadora que más ha estado en pruebas singles en JJOO a nivel mundial, la primera que participó en seis ediciones de los Panamericanos y la única en participar en 11 ediciones de Mundiales de natación.
Sobre lo hecho y lo por hacer, Kristel Köbrich toma la palabra:
“Estoy muy feliz, muy agradecida, súper orgullosa y a la vez con una responsabilidad por este honor enorme que significa competir por Chile y estar de nuevo entre las mejores en los Juegos Olímpicos. En todo caso, el desafío en este y en todos los torneos es el mismo: dar el 100%. Lo que pasa es que los Juegos Olímpicos son cada cuatro años, y son algo único, una magia que solamente se vive ahí. Se genera un entorno distinto, porque uno vive de otra manera, se relaciona de otra manera, lo que significa estar en la Villa Olímpica”.
“Sólo veo ventajas en poder participar de nuevo. Es algo que yo busco, siempre es un objetivo con mi entrenador poder estar realmente en el nivel que corresponde a unos JJOO. Son muy pocos los que pueden hacer lo que les gusta y además representar al país. En eso me siento muy afortunada”.
“Participar seis veces en las Olimpiadas entiendo que es histórico, que muy pocas personas en el mundo lo han hecho. La responsabilidad es gigante por el hecho de competir para Chile, pero la presión no viene de afuera, sino de uno mismo. Es uno quien se pone los objetivos, que a veces salen, a veces no. Yo tengo un equipo atrás que me apoya, me aguanta, me empuja”.
“Estoy súper orgullosa y a la vez con una responsabilidad por este honor enorme”, dice.
“Pero esto de los récords de participación, si bien nunca lo pensé, no es algo que yo estuviera buscando o anhelando. No. Esto ha sido una causalidad de un trabajo constante, de una disciplina, de una perseverancia, de una forma de trabajar de muchos años; y se van dando resultados, historias o cosas extraordinarias. Aquí nada tiene que ver la humildad o el ego que se infla o se desinfla, yo simplemente trato de ser como soy, transparente, una persona que crece, que a veces se equivoca, a veces no, que aprende, que le gusta lo que hace, que ama a su familia, que trato de estar bien y ser siempre mejor persona, que para mí es lo fundamental”.
“Siempre, en cada torneo, tratamos de hacer algo distinto, de modificar algo; mi entrenador trata de sacarme de mi zona de confort, de buscar diferentes cosas y probar, pero obviamente tenemos que estar en el agua, tenemos que nadar, tenemos que hacer metros; esto es así”.
“Se me hace muy difícil hacer un recuento de estos 20 años de competencias... Es mucho tiempo y creo que sería muy injusto que fuera en pocas palabras. He pasado por muchas cosas en estos 20 años, he crecido mucho, me he equivocado mucho, he tenido resultados extraordinarios, he tenido resultados más o menos, pero siempre sabiendo que es una elección mía. Mi pasión es competir”.
“En mi carrera he tenido muchos costos, pero han sido elecciones todas conscientes y por eso no me arrepiento. Mi vida personal la elijo junto con mi vida profesional. No están separadas, porque mi vida profesional está basada en mi vida personal como elección. Así que, la verdad, es que no lo veo como algo malo”.
“Además, ¿desde qué lado es un costo? Yo entiendo que se pueda ver como un costo o un sacrificio para algunos, pero esto es una elección. Nadie me está empujando entre la espada y la pared para decir alguna verdad o para hacer algo. El alto rendimiento no pasa por ahí, porque el alto rendimiento es una elección, una decisión consciente. Uno sabe por qué y para qué lo hace. Eso no significa que salgan siempre las cosas bien, pero hay que ser muy disciplinado, hay que trabajar muchísimo, hay que ser consecuente, hay que tener respeto, hay que tener comunicación con el equipo. Es todo un aprendizaje con uno y con la gente que te rodea, ya sea familiares o amistades”.
“Lo de los costos es algo muy individual. Para algunos puede ser un costo que yo me levante a las 4 de la mañana, pero yo entiendo que tiene que ser así. Yo tengo que entrenar doble turno en el agua, tengo que hacer otra sesión de pesas, tengo que tener distintos horarios de alimentación, tengo que tener un descanso, tengo que tener una rutina. Eso para algunos puede ser un costo y para otros quizás no tanto, pues estás muy decidido con el objetivo que tienes”.
“En la preparación de una competencia como los Juegos Olímpicos no sólo hay trabajo físico. También mental, que yo siempre he tenido con mi equipo. Además de mi preparador físico y mi nutricionista, tengo mi psicólogo y mi entrenador que a veces también cumple un rol súper importante como psicólogo. Hace más de 20 años que trabajo con psicólogos, y hay momentos en que se trabaja de una manera, y hay momentos en que se hace de otra. Depende de cómo uno va transitando en la vida, cómo te van pasando las cosas, cómo uno las va tomando, valorando, analizando. Nuestras perspectivas cambian, nuestras vivencias cambian y hay que tener distintas herramientas en las distintas circunstancias que te van ocurriendo”.
“¿Si tengo aún pendientes deportivos por cumplir? La verdad es que no. Hace muchos años que no. Así que me siento muy tranquila desde ese lado. ¿Si estos serán mis últimos Juegos Olímpicos? No lo sé. Y si lo fueran, la sensación que me provoca pensarlo es alegría, satisfacción, tranquilidad y mucho agradecimiento de todo lo que he vivido, de todo lo que vivo y de todo lo que espero poder seguir viviendo”.
Mauricio Molina: “Todos me empezaron a mirar distinto, como con respeto”
En el ciclismo BMX Racing, conocido popularmente como bicicross, partió a los 8 años. Mauricio Molina (22) recuerda que tenía que ir desde su casa en Puente Alto hasta el Estadio Nacional para poder entrenar. Cuando pequeño, lo acompañaban. Ya más grande, solo, a veces lograba subirse a una micro, con la bicicleta a cuestas, pero la mayoría de las veces cubría el trayecto pedaleando. Sin embargo, no comenzó solo. Su hermano mayor, Cristóbal, que tenía 16, comenzó junto con él en el mismo deporte: llegó a ser campeón nacional, pero se retiró años después. El menor sí resistió. Y hoy es el primer chileno que llegará a unos Juegos Olímpicos en esta disciplina.
“Es un sueño cumplido y no sólo mío, sino de muchas generaciones que lo intentaron antes y no lograron clasificar, porque igual es difícil. Sólo llegan 24 competidores de este deporte a los Juegos Olímpicos. Estuvimos a punto de lograr la clasificación para Tokio (anteriores JJOO), pero no se logró. Yo no bajé los brazos, seguí pedaleando, esforzándome. Seguí con mi rutina, levantándome a las 8 de la mañana, tomando desayuno a las 9, yendo al gimnasio cada día”, cuenta desde Anadia, en Portugal, donde se está preparando en los días previos a la cita en París.
En Chile ya ha ganado más de 10 veces el campeonato nacional. Ha tenido destacadas participaciones en torneos latinoamericanos y mundiales. De hecho, compitiendo en junio en el Mundial Rock Hill de BMX Racing en Estados Unidos supo que había clasificado para los JJOO.
“Me acuerdo haber cruzado la meta, saber que tenía el cupo y ponerme a llorar. Fue un sinfín de emociones juntas”, dice.
A menos de 15 días de que comience el nuevo torneo olímpico, Mauricio Molina repasa su propia historia y mira el futuro:
“Como deportista yo he resistido todo porque tengo sueños. Siempre he querido ser grande. Una vez mi papá me sentó a tomar once y me retó, entre comillas, porque yo no estaba yendo al colegio. Le dije que yo no soportaba estar allí encerrado, que yo quería dedicarme al deporte, gastar ahí mi energía. Que quería llegar lejos, ser de alto rendimiento; que en vez de estar leyendo un libro, quería estar en los libros, en la historia de Chile. Que quería llegar a los Juegos Olímpicos, que no iba a parar hasta llegar ahí”.
“Desde el 2016 mi entrenador es Felipe Vidal. Él me hizo volver al deporte ese año, porque en 2014 y 2015 yo había parado por una situación familiar. Él es alguien importantísimo para mí. No es sólo mi preparador físico, sino también papá, hermano, amigo, enemigo, psicólogo. Nos apoyamos mutuamente, juntos hacemos siempre un 100%”.
“Desde el 2018 vivo en la residencia deportiva (Centro de Alto Rendimiento), ahí en el Estadio Nacional. Después de que le agarré el gustito de entrar al alto rendimiento y se me dio la oportunidad de entrar allí, me quedé concentrado en ese lugar. Yo he tenido la oportunidad de quedarme haciendo carrera fuera de Chile, obviamente representando al país, pero quien me amarra a permanecer aquí es mi abuela. Mi viejita, Silvia Romero, lo es todo. Es quien me crió y me malcrió a la vez”.
“En BMX Racing son años de preparación para 30 o 35 segundos de una carrera. La gente puede pensar que eres loco por eso. Pero para mí es pasión. Cuando estás en el partidor, esa sensación que experimentas antes de la competencia vale la pena por cada año entrenado”, señala Molina.
“Cuando en el campeonato de junio en EEUU se supo que yo tenía el cupo olímpico, todos me empezaron a mirar distinto. Como con respeto. ¿Por qué respeto? Porque vengo haciendo circuito mundial en los últimos tres años y somos muy pocos, contados con los dedos de una mano, los que andan como yo: con suerte con entrenador, sin equipo, sin poder costear una carpa propia. Otros competidores andan con masajistas, nutricionistas, mecánicos, chefs, de todo. No les falta nada, sólo deben concentrarse en andar en su bicicleta. En cambio uno tiene que cocinarse, transportarse, ver todas las gestiones, ir el día previo a pagar tu inscripción. Todo eso es una mochila extra. Entonces que igual logres clasificar a unos JJOO, genera respeto”.
“En BMX Racing son años de preparación para 30 o 35 segundos de una carrera. La gente puede pensar que eres loco por eso. Pero para mí es pasión. Cuando estás en el partidor, esa sensación que experimentas antes de la competencia vale la pena por cada año entrenado. Llega ese momento, todo se queda en silencio, miras lo que ha quedado atrás y dices: ‘llegué, aquí estoy’. Aunque hayan pasado miles de cosas, lesiones, cirugías, recuperaciones, lo que sea, tú continuaste persiguiendo tu objetivo. No perdiste el norte”.
“Hasta el 5 de julio tuvimos la oportunidad de entrenar en la pista donde competiremos en París. Fueron seis sesiones de entrenamiento. Costó, pero se pudo. Cada sesión valía 500 euros, pero de alguna manera se logró el financiamiento. Luego de eso, cada cual se está preparando calladito y trabajando como caballo de feria para la competencia el 1 y 2 de agosto. Aquí en Portugal están entrenando ahora los colombianos, quienes me dieron la oportunidad de venir y no entrenar solo. Así que tomé el auto que arrendé y manejé 13 horas hasta aquí. Volveré a París de la misma forma”.
“Estoy enfocado ahora en disfrutar el proceso de estos últimos días que me quedan de preparación e ir a buscar en la competencia el mejor resultado. Tengo 22 años, todavía me quedan dos o tres ciclos olímpicos más. Así que luego de París, y de las dos semanas que me tomaré de vacaciones en Europa, voy a llegar a Chile a sentarme con personas que me apoyan hace mucho rato y comenzar a planificar los siguientes cuatro años. Empezaré también a tocar puertas, para contar todo lo que se ha logrado sin tener nada y cómo, sumándose, se podría armar un buen proyecto. Si ya llegué acá, voy a ir con todo y mucho más preparado a Los Ángeles 2028”.