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La chilena que representa a las handbolistas europeas
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La primera vez que María Eugenia Musalem jugó hándbol tenía 10 años. Fue Pamela Bórquez, profesora del colegio Mayflower, la que le enseñó las primeras reglas y técnicas. “Fue mi mentora”, dice sobre quien la introdujo en esta disciplina. Fue ella quien se dio cuenta de que su derecha “era imbatible”.
Se convirtió en su primera entrenadora en el colegio y luego de la selección en la universidad. “Jugamos los campeonatos interescolares en Mar del Plata y en Temuco. Fueron mis primeros acercamientos en la cancha”, recuerda la joven.
Sin sospecharlo, años más tarde, sería ella quien representaría a talentos deportivos. Y no sólo en Chile. También en Europa.
La manager
Hoy, Musalem es parte de Expert Sport Management (ESM), la agencia internacional de hándbol -con representación en 25 países- que se dedica al “trade” deportivo de profesionales del balonmano femenino. Ella es una de las agentes deportivas de la empresa y maneja un book de más de 100 jugadoras del más alto nivel de la liga europea.
A diferencia de los “scouts” que tienen la misión de encontrar jóvenes talentos, la tarea de María Eugenia (37) es de convencer a las deportistas para integrarse a la agencia, generar los contactos con los clubes y gestionar la firma de los contratos que varían entre US$18 mil y US$20 mil, a diferencia del fútbol que pueden llegar US$400 millones. Lo más importante es generar un lazo de confianza con la deportista. “Ser manager tiene una mirada de largo plazo, porque acompañas a la jugadora desde el inicio de su carrera, en sus peaks y cuando no está rindiendo bien o está lesionada y manejas mucha información privilegiada en relación a los contratos con los clubes”, cuenta al teléfono desde su departamento en Bourg-de-Péage, un pequeño pueblo a 60 kilómetros de Lyon, en Francia, donde vive desde agosto.
Un golpe de suerte
Tras salir del colegio, entró a estudiar Psicología en la UC. Y al egresar, no dejó su pasión de lado. En diciembre de 2009, con 27 años, María Eugenia participó en el XIX Campeonato Mundial de Balonmano Femenino en China. Su desempeño como central del equipo -uno de los puestos clave entre las siete jugadoras de la cancha- fue destacado. Sin embargo, la selección nacional obtuvo el penúltimo lugar de los 24 equipos del torneo. “Haber llegado a esa instancia fue un mérito. En Chile hay jugadoras excelentes pero el nivel europeo es superior”, señala. Incluso en Latinoamérica, las brasileñas aventajan a las chilenas por mucho. Ni hablar de las españolas, rusas y danesas.
Tras el campeonato, partió a España a visitar a una amiga en Alicante. Allí conoció a quien hoy es su marido. Por coincidencia, el muchacho tenía un hermano gemelo dedicado al balonmano que vivía en Viena. Él estaba casado con Alexandra do Nascimento, una reconocida handbolista carioca. La jugadora le ofreció ayuda para jugar en el país. Sin darle demasiadas vueltas al asunto, a las pocas semanas, la pareja chilena se mudó a Austria para tomar el desafío. Viajó a Chile, renunció a su trabajo como psicóloga en la Municipalidad de Peñalolén y no volvió más.
Cinco años entrenando 6 horas diarias
Instalada en Viena, la deportista se dedicó a entrenar “sin parar” junto a su cuñada quien jugaba en el Hypo, el top 1 de Austria. A mediados de 2010, tras 5 meses de preparación consiguió un cupo como central en el Kärtnten, equipo de la liga austríaca que recién había subido a primera división.
Su rendimiento llamó la atención del entrenador del Weiner Neustadt, uno de los mejores clubes de la liga austríaca: en 2012 la fichó. Jugó 3 temporadas y, a finales del 2015, entró al Hypo que ese año ganó el campeonato y la llevó a la Champions League. Se convirtió en la primera chilena en la historia en jugar ese torneo. “Nunca imaginé que jugaría con las campeonas de Europa, a un nivel casi irreal”.
Entrenó por 5 años más de 6 horas diarias. “Practicaba todo el día pases, fintas - amago que se hace para engañar al contrario y superar su oposición- y “wrist shots”, como se le conoce al lanzamiento de muñeca directo al arco con el fin de anotar un gol.
En agosto de 2015, habiendo alcanzado un nivel de rendimiento profesional, con 32 años decidió terminar su carrera de alto rendimiento. “Colgué las zapatillas con la camiseta de la selección chilena en los Juegos Panamericanos en Toronto, Canadá”. Al año nació su hijo Raimundo.
Mamá y manager en pandemia
A Alexandr Krasnii, fundador de Expert Sport Management (ESM) lo conoció a principios de este año, durante una comida. El moldavo le comentó que estaba buscando una representante de jugadoras que hablara varios idiomas porque querían expandir su mercado en España, Alemania y Dinamarca y en especial con un grupo de jugadoras de Brasil y de Angola que estaban irrumpiendo en el escenario europeo. Debía tener también habilidades blandas para relacionarse con presidentes de clubes, otros managers y deportistas.
Además de español María Eugenia habla inglés, alemán, italiano y portugués y sus estudios de Psicología la convertían en la candidata para el cargo. Tras un mes de prueba -tuvo que conseguirle equipo a una jugadora en Alemania-, la contrataron.
La pandemia le ha impedido ir a las oficinas centrales de EMS en Chisinau, la capital moldava. Desde Francia, ha viajado dentro de Europa en la medida que las cuarentenas se lo han permitido. Los periplos son cortos. En un almuerzo o un café se sellan acuerdos y condiciones. “Los parones producto del Covid-19 han sido letales. Un caso positivo en un equipo hace que todas se vayan a cuarentena y dejen de entrenar. Pasado los 14 días vuelven con todo y ahí es donde aparecen las peores lesiones porque el entrenamiento no es continuo”, señala.
De diciembre a febrero es la época de los traspasos de jugadoras por lo que está atenta a los movimientos para colocar a 6 jugadoras que dependen 100% de ella.
De momento no tiene pensado venir a Chile. Espera poder hacerlo una vez que la vacuna se masifique.