Opinión
Francisco Covarrubias: “No cargo con culpas por columnas que haya escrito”
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“El estrés empieza los viernes como a mediodía. Nunca tengo claro el tema que mandaré antes de las cuatro de la tarde. Me encierro en mi oficina de la UAI en Peñalolén y me concentro. Es raro, rarísimo. Es como un proceso místico que puede durar cinco minutos o una hora, sin escribir nada y de ahí aparece una idea, y en cinco minutos o en diez minutos armo un borrador y con eso ya me tranquilizo.
Después todo fluye. Ni una vez, desde 2010 que empecé a escribir columnas políticas en El Mercurio, las he redactado antes del viernes a la hora de almuerzo. Nunca. Me gusta ir contra el tiempo.
La gente siempre quiere darte ideas y se agradece, pero en general son fomes. Trabajé en diarios (Diario Financiero y El Mercurio) y estoy seguro de que hay un montón de columnas que nunca nadie las leyó. Siempre me reía y proponía hacer este ejercicio: poner en la mitad de una columna “si usted está leyendo llame a este teléfono y exija su regalo sorpresa”.
El titular es un tema súper importante y siempre lo pongo al final. A veces opto por un juego de palabras, una columna se llamó Ponce Leru Leru, por su apellido y por la forma de burlarse del resto.
Me acuerdo de una columna que se titulaba Margaret Thatcher no podría estar en Chile Vamos y tuvo harta repercusión al interior de la coalición que se estaba formando. Esto porque nadie en esta nueva agrupación podía estar a favor del aborto, como sí estuvo la primera ministra británica. Se generó polémica interna y me da la impresión de que ayudó a correr el cerco.
No cargo con culpas por columnas que haya escrito y de las cuales me arrepienta, pero seguramente uno dice pesadeces. A mí me gusta usar la ironía y puede que se me pase un poco la mano.
Me llaman harto para quejarse por las columnas, el sábado en la mañana cuando salen publicadas. Lo peor son los eufemismos. Varios ministros de Piñera me llamaban para invitarme a tomar un café. Yo les decía: “Si es para reclamar por lo que escribí, no me junto a tomar ningún café. Si quieres que conversemos de los temas de fondo, claro”.
Mis columnas no reflejan mis enojos, pero sí se me cuelan algunas obsesiones. Por ejemplo, para mí la grosera actuación de Espacio Público durante la pandemia. Siempre he pensado que al final un columnista tiene su propia historia y es como una despensa llena de especias que vas acumulando y de repente las usas y ni siquiera sabías que las tenías.
Yo tengo mucha memoria de cosas inútiles, me acuerdo de la frase que dijo Fra Fra el año 90 cuando perdió la elección. Entonces junto cosas de ese estilo, porque al final yo creo que la columna debe tener un cierto guion para que sea atractiva.
Me gustan las columnas de Daniel Mansuy. No particularmente por lo dicharachero, pero por su claridad argumentativa. A Max Colodro también lo encuentro buen columnista. Carlos Peña es un referente indudablemente. Me gusta mucho Fernando Savater en El País porque tiene una cosa que no tiene la intelectualidad chilena: humor. La intelectualidad chilena no tiene una gota de humor.
Yo creo que este domingo de elecciones los medios debieran suprimir la columna, porque uno no tiene nada que decir. Una vez escribí una columna buena para un momento como este, que decía ‘¿Cómo leer el resultado de la elección?’ Pero cualquier análisis, la gente no lo lee. Yo creo que son las columnas menos leídas”.