Opinión
Francisco Orrego: "El Rechazo es mucho más que la derecha, mientras el Apruebo es mucho menos que la izquierda"
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Fueron 12 meses en que la Convención Constitucional intentó por todos los medios posibles refundar el país y tuvo éxito. El 4 de julio, en su última sesión, presentó el borrador final que trajo cambios profundos en materias como Sistema Político, Formas de Estado, Sistema de Justicia y Derechos Fundamentales. Un verdadero experimento sin pies ni cabeza. Como señaló The Economist, un “cambio radical y un desastre de irresponsabilidad fiscal”.
Y no podíamos esperar otro resultado cuando la visión predominante al interior del órgano se cargó hacia una izquierda refundacional y estatista, contraria al libre mercado. De los 154 convencionales, 117 de ellos se autodefinieron de izquierda, mientras que la aprobación de normas requirió de 103 votos. Con esas mayorías no fue necesario escuchar a las minorías, destruyendo así el sueño de “la casa de todos”.
En estos 12 meses la Convención consiguió lo imposible. Pasar del apoyo mayoritario de la ciudadanía hacia un rechazo transversal. Y no fue la derecha, ni la élite, ni el imperialismo yanqui los que provocaron tal descalabro, sino que fueron ellos con sus constantes “salidas de libreto”: interrupción del himno nacional, solicitud de libertad a los presos del estallido, tramitación de ley de amnistía, aumento de asignaciones, rechazo de minutos de silencio por víctimas del terrorismo, corpóreos varios, sahumerios, rondas de San Miguel, plurichile es tu cielo azulado, funas públicas, convencionales votando desde la ducha, entrega del borrador sin ninguna bandera de Chile y, la guinda de la torta, no invitar a los exPresidentes de la República.
Si el proceso es malo, no esperes un buen resultado.
El Apruebo tomó la decisión táctica de tildar a todo el que no piense como ellos de “mentirosos”. Eso en una actitud totalitaria, donde se ataca a las personas y no los argumentos. Acá mi consejo, gratis y sin que nadie me lo pida, a los amigos del Apruebo: el texto tiene ideas estatistas de izquierda, esas son sus ideas, sería bueno que las defendieran y dejaran las caricaturas de lado. Si piensan que el Rechazo es solo la derecha están muy equivocados. Con ese discurso solo seguirán bajando en las encuestas.
El Rechazo es mucho más que la derecha, mientras el Apruebo es mucho menos que la izquierda.
Estoy tranquilo, tenemos profesionales del más alto nivel para enfrentar la crisis económica que atraviesa nuestro país. El ministro de economía, Nicolas Grau, señaló el 16 de junio que “lo razonable” es que el dólar “o se mantenga o baje un poco”. Un mes antes nos tranquilizó con otro potente mensaje: “la gente no compra en dólares”. En cualquier momento nos sorprende señalando que el valor de un producto depende del esfuerzo de la producción. Marx estaría feliz.
El 26 de junio respaldó el anunció de Hacienda sobre la venta de activos por hasta 5 mil millones de dólares, en esa época el dólar bordeaba los 900 pesos. Hoy lo tenemos bordeando los mil pesos.
No estamos en la FECH, las decisiones que toma el gobierno afectan la vida de millones de chilenos. Llegó el momento de ponerse a la altura.
Aprobar para reformar o rechazar para reformar, he ahí la cuestión. Seamos sinceros. Transversalmente la ciudadanía considera que el texto emanado de la Convención es malo, y son pocos los audaces que consideran haber redactado un buen texto constitucional.
Lo relevante es que al borrador se le pusieron candados. Sus autores no querían que fuera modificado. Primero, un quórum de 4/7 general, sí, un quórum supra mayoritario, esos que criticaron durante años por ser enclaves de la dictadura. Segundo, un referéndum ratificatorio para toda reforma que implique alterar el régimen político, periodo presidencial, diseño del Congreso y Cámara en regiones, formas de estado regional, principios, derechos fundamentales, reformas y reemplazo, naturaleza y medioambiente, y disposiciones transitorias. La forma de saltarse el referéndum, “la trampa para la trampa”, es obtener 2/3 en el Congreso: sí, el quórum supra mayoritario más elevado del ordenamiento jurídico. Tercero, el candado final se consagró en el artículo 191, el cual establece el consentimiento previo, libre e informado de los pueblos y naciones indígenas en aquellas materias o asuntos que les afecten en sus derechos reconocidos “en esta Constitución”, sin limitación.
La tesis aprobar para reformar fue sepultada por los mismos convencionales. He aquí una nueva “Constitución Tramposa”.