Opinión
J.J. Jinks: "Echamos de menos alguna palabra asociada a lo que permite prosperar a los países, el trabajo, el ahorro y la inversión"
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Tal como decía un antiquísimo spot publicitario de pasta de dientes, tuvimos cuenta anual de noche y de mañanita. De cuenta anual tiene poco y nada cuando llevamos recién tres meses de gobierno (pareciera bastante más), pero es un ejercicio útil para delinear la visión de las autoridades entrantes respecto al futuro del país.
Hay bastante consenso que el presidente Boric es un buen orador y que la pluma de los speechwriters corre con facilidad y elegancia.
El mundo oficialista quedó extasiado con el discurso y puesta en escena, todos los adjetivos que prudentemente no se incluyeron en la alocución presidencial aparecieron en la boca de sus partidarios para ensalzar la performance.
Después de semanas difíciles para el gobierno con la popularidad cayendo en picada fue un momento catártico para las huestes que los transportó emocionalmente otra vez al día de la entronización.
Los opositores, por su parte, mascullaron indisimuladamente su malestar al ver que el gobierno salía bien del brete frente a la opinión pública cambiando en buena parte el eje de la discusión pública.
No deja de ser maravilloso los efectos que puede provocar un discurso bien armado y adecuadamente entregado. Después de todo, cada una de las dificultades que enfrenta el país, y que no son pocas, naturalmente seguían estando en el mismo estado luego de finalizada la homilía.
No obstante, hay ciudadanos para los cuales los sueños y las esperanzas son importantes y los ponen en muchas ocasiones en manos de terceros y en ese rol los políticos juegan un rol insustituible.
Para esas personas las palabras bien hiladas son un bálsamo frente a la realidad siempre más áspera y buscan despegarse de la filosofía de vida del taxista que en época de elecciones entre dientes señala “da lo mismo quien gane, total mañana hay que trabajar igual”.
Estamos también los seres aburridos y grises, entre los que me cuento, que echaron de menos alguna palabra en el discurso asociada a lo que permite prosperar a los países, el trabajo, el ahorro y la inversión. Por muy apedreado que esté el rancho del capitalismo todavía no se inventa alternativa para generar prosperidad y bienestar.
Hasta el momento ha estado brillante Mario Marcel su rol de cancerbero, pero el país necesita más que eso. El flujo de capitales hacia el exterior crece día a día y se necesita con urgencia señales e incentivos que aborden este tema. Si nos limitamos a buscar repartir lo que hay no vamos a llegar muy lejos.
Y hay otros que son peores aún, los concretos, no les interesa nada la palabrería y quieren ver hechos y buena gestión. Son personas genuinamente preocupadas por la inflación, el terrorismo en el sur, la inmigración desbocada, la violencia en la sociedad y el calamitoso estado de la educación público.
Bostezan frente a los sueños y fruncen el ceño frente a las citas poéticas no porque desprecien la cultura, nunca tan burros, sino porque cual Cuba Gooding Jr. en Jerry Maguire se paran frente al televisor de noche y de mañanita y gritan: SHOW ME THE MONEY.