Desde el rincón de La Moneda voló una toalla en medio de la reunión entre el Presidente y los representantes del arco de partidos políticos del país.

Ante el descalabro humano e institucional que significó el asesinato de tres carabineros en menos de un mes, el Presidente Boric solicitó una tregua a la oposición para poder canalizar una respuesta adecuada del Estado frente a la descomposición de la seguridad de los ciudadanos y de las propias fuerzas de orden.

Es prácticamente imposible abstraerse del hecho que quienes hoy solicitan el armisticio estuvieron en las antípodas de ese comportamiento cuando el gobierno anterior tambaleaba frente a la crisis social y de violencia generada post estallido. El diputado Boric, la diputada Vallejo, el diputado Jackson fueron los rostros de quienes negaron la sal y el agua al gobierno de Piñera imputando todo tipo de responsabilidades en momentos en que la democracia chilena crujió probablemente más que lo que nos gustaría reconocer.

No hay duda que las acciones pasadas les fueron funcionales a los actuales gobernantes para su objetivo de alcanzar el poder político y esa tentación también existe hoy para la oposición.

Estamos a un mes de la elección de convencionales y el clivaje instalado no puede ser peor para las fuerzas oficialistas. Las personas votan impulsadas por aspectos emocionales más que por el contenido propio de la elección y en esta ocasión todo parece apuntar que la elección será mucho más sobre orden público que sobre quienes están más capacitados para redactar la nueva constitución.

No debemos olvidar que la debacle de la derecha en la primera elección de constituyentes estuvo marcada muy fuertemente por el tercer retiro de las AFP con un gobierno inerme y el desorden total de las fuerzas que respaldaban a Piñera. La historia no se repite, pero rima decía Mark Twain.

El acicate para mantener al gobierno en las cuerdas está más presente, pero sería una miopía de la oposición no actuar con generosidad en momentos tan difíciles para el país.

No se trata de olvidar lo que ocurrió hace poco tiempo, pero el avance y sobre todo la velocidad del avance de la criminalidad y la narco cultura requiere una respuesta de Estado y la única manera de que eso ocurra es dándole aire a un gobierno hoy día acorralado por sus propias acciones y por una situación objetivamente de muy difícil manejo con los recursos humanos y materiales con los que cuenta.

Algo de eso vimos con la presencia de los expresidentes Lagos, Bachelet y Piñera en el funeral del carabinero asesinado. Estaba el Estado de Chile presente y creo que varios sentimos cierto alivio al verlos actuar como un solo cuerpo.

Como toda tregua esta tampoco debiera ser gratuita. No es posible que mientras se les pide ayuda a las fuerzas opositoras los parlamentarios del Partido Comunista y del Frente Amplio no respalden a su propio gobierno en la cruzada en que está empeñado. Lo primero es lo primero y eso pasa por ordenar a las fuerzas oficialistas.

Lo otro es seriedad, no más guiños a quienes causaron la violencia en el país. En ese sentido sería saludable que se descartaran gestos como el memorial que se pretende construir en Estación Baquedano. Nada de lo que ocurrió ahí merece ser recordado.

Siempre habrá quienes señalen que esto sería un exceso de candor, que nuestros gobernantes no han aprendido nada y que en circunstancias parecidas volverían a actuar como lo hicieron. No se puede descartar, pero a veces es mejor ir de ingenuo por la vida.