Opinión
J.J.Jinks: "Gane quien gane, cerremos esto, bien cerrado y durante mucho tiempo"
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Con esto el momento constitucional se cierra: ¡Vota A Favor! Con esto el momento constitucional se cierra: ¡Vota En Contra!
Así estamos, no tenemos acuerdo transversal en casi nada en el país salvo en que estamos agotados de todo lo que huela a seguir dándonos vuelta en un proceso desgastado y que ha crispado a la sociedad chilena sin traer casi nada a cambio. Una gran paradoja después de las millones de ilusiones individuales que se pusieron en terminar con nuestro malestar a través de darnos otra carta magna. Una ingenuidad dirá usted después de todo lo que ha pasado, pero ahí estuvieron las masivas marchas y votaciones que avalaron ese sentimiento.
El único episodio rescatable de todo esto ha sido el proceso llevado por los expertos, quienes fueron capaces con sobriedad y sabiduría de urdir un texto donde cupieran en él todos los sectores. Una anomalía de profesionalismo y discreción en medio de un ambiente tapizado de eslóganes y medias verdades que saturan al más paciente.
De eso sólo queda el recuerdo y ninguno de los sectores parece valorar más allá de la conveniencia coyuntural el hecho de haber establecido un articulado común. Fue un momento valioso e inesperado y donde se pudo haber construido sobre ello, pero lamentablemente se desaprovechó. Toda la prudencia y buen juicio que mostraron los expertos fue la que les faltó a los actores políticos que tomaron la posta.
La campaña que estamos viendo estos días es de una tristeza total, nada de lo que se discute es relevante y se utilizan pequeños trucos marketineros, unos más ingeniosos que otros, para prometer cosas que tienen poco y nada que ver con una constitución o distorsionar la posición del oponente. La democracia se ha transformado en rehén de la dictadura de las cuñas y de los videos de TikTok, de ahí su debilidad y el poco apego que muestran los ciudadanos a ella a la hora de solucionar sus problemas como muestran preocupantes encuestas recientes.
La conclusión de este proceso es que la sociedad chilena no está preparada para darse una Constitución consensuada por medio de un proceso de asamblea, aun cuando se le pongan múltiples límites y cortapisas al procedimiento. Es una lección triste, pero ojalá útil a la hora de que nuevamente nos traten de vender la infalibilidad del asambleísmo para resolver cosas que requieren conocimiento y reposo.
Mayorías coyunturales han llegado a proponerle a la ciudadanía textos radicalmente diferentes en un breve período de tiempo, eso por si solo nos debiera llevar a fruncir el ceño.
Es cierto que no hay dramatismo en esta elección. Los dos caminos posibles son bastante similares y los principales efectos son más políticos que constitucionales. La mayoría terminaremos votando más por la tribu a la que pertenecemos que por alguna consideración conceptual.
Para algunos muy vociferantes la que era la Constitución de Pinochet se transformó por arte de birlibirloque en la de Lagos y para otros que nunca tuvieron problema con la legitimidad de origen hoy valoran el tener la ley fundamental nacida en democracia. Acomodos aquí y acomodos allá. Gane quien gane, cerremos esto, bien cerrado y durante mucho tiempo.