Opinión
J.J. Jinks: "La pusilanimidad de las autoridades frente a la violencia estudiantil no es nueva"
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Los más reconocidos bufetes de abogados estadounidenses enviaron hace pocos días una breve carta pública a los decanos de las escuelas de derecho norteamericanas más prestigiosas para hacerles ver que las múltiples expresiones públicas de antisemitismo desatado en sus escuelas post ataque terrorista de Hamás a Israel eran simplemente intolerables e insoportables.
En pocas líneas, con el habitual y vernáculo pragmatismo yanqui, pusieron presión donde duele, sin decirlo mostraron el garrote: señor decano, si usted no controla lo que está pasando con sus alumnos no nos ande pidiendo que nosotros los contratemos. El mundo de los incentivos opera 24/7 en las tierras del tío Sam y no deja aspecto de la vida sin cubrir.
En nuestra realidad local hemos sido tristes espectadores de como el académico Sergio Micco ha sido insultado y vejado por alumnos de la escuela de Derecho de la Universidad de Chile después de dar una charla en la propia Facultad. Una “funa” es el término coloquial que suele usar para estos hechos, término que suele edulcorar hechos violentos e inaceptable más aún en una escuela de derecho que se ufana de su prestigio nacional.
El pecado mortal de Micco es haberse enfrentado a la izquierda radical con una valentía poco acostumbrada en estas tierras. Puso rigor y profesionalismo en los hechos acaecidos post estallido impidiendo que con su firma como Director del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) se avalara la buscada destitución del entonces Presidente Piñera. Este compromiso con la democracia y la verdad es el mismo que mostró en los años de la dictadura siendo un activo opositor desde la Federación de Estudiantes de la Universidad de Concepción.
A esta altura nadie puede extrañarse del mal rato pasado por Micco, estudiantes secundarios y universitarios han dado larga muestra de estar intoxicados con ideologías radicales donde el respeto a la convivencia y al debate de ideas no son temas relevantes. Donde sí hay espacio para la estupefacción es en la respuesta de los académicos y autoridades de Derecho en la Chile.
Fernado Atria, uno de los emblemas de la Facultad, hizo una larga lista de denostaciones del afectado para luego tibiamente criticar el hecho acaecido.
Peor aún estuvo el decano Pablo Ruiz-Tagle, en una carta a la comunidad universitaria sólo se preocupa de recalcar que Micco no sufrió censura pues alcanzó a dar su ponencia y que el ataque se produjo cuando ésta ya había terminado. ¿Alguna palabra contra sus estudiantes y las agresiones? Ninguna. ¿Alguna palabra de disculpas o al menos de preocupación por el académico de la escuela de gobierno de su propia Universidad? Ninguna.
La pusilanimidad de las autoridades frente a la violencia estudiantil no es nueva. Lo escuchamos en los mandamases de colegios emblemáticos como el Instituto Nacional o el Liceo Aplicaciones en reiteradas ocasiones, nunca una mano firme, siempre había alguien a quien culpar, sabemos como eso terminó. El deterioro total. A eso se arriesgan quienes como Ruiz-Tagle prefieran poner por delante la tranquilidad en su relación con el estudiantado antes que ejercer con autoridad el cargo para el cual ha sido electo. Un declive acelerado de instituciones que por años fueron señeras dentro de la República.
Quienes pisparon algo de esto fue el Colegio de Abogados, quienes haciendo eco de la carta gringa le hicieron ver al señor decano que lo que él trataba de normalizar simplemente no era normal en una escuela de derecho. Un raspacacho, probablemente sin repercusiones, pero más que merecido.