Opinión
J.J.Jinks: "Los convencionales han aportado su cuota para facilitar la campaña del rechazo"
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Cualquiera que haya tenido la oportunidad de presenciar una obra del Teatro del Silencio, compañía formada por el mimo y actor Mauricio Celedón, ha disfrutado de una obra de alto nivel. Ahí convergen bailarines, acróbatas y músicos en una síntesis entre el teatro gestual y el arte circense.
La trayectoria de Celedón está fuertemente marcada por los años de estudio y luego como asistente de Marcel Marceau, probablemente la figura más connotada en la historia del arte de la pantomima.
Recordé mis idas, hace ya basta tiempo, a ver obras del Teatro del Silencio a propósito de la difícil tarea en que parece estar empeñados los actores políticos de la derecha de cara al plebiscito del próximo 4 de septiembre. Parece existir la convicción que el alza en las encuestas de la opción rechazo sólo sería un veranito de San Juan si es que los rostros de la derecha se apropian del mensaje. Debe ser desalentador ser un profesional de la política y que todo tu sector te ruegue porque apliques la máxima de calladito te ves más bonito.
Es un desafío mayúsculo y cuesta pensar que pueda ser exitoso. Las tentaciones son fuertes y ya hemos visto los primeros casos de figuras que buscan capitalizar para sí este temporal apoyo mayoritario de la opción rechazo. Estamos frente a un clásico problema de free rider, el político que se escapa del piño puede pretender no pagar los costos que su acción tiene para el colectivo.
La tesis es que serían los ciudadanos organizados quienes se articularían para ser los rostros en la dura campaña que se viene por delante. Cómo se hará eso, está por verse, lo único claro es que no la tienen fácil y además tendrá a un contenedor que contará con la ventaja de estar sentado en el asiento del piloto del aparataje estatal.
Pese a estas dificultades, debemos reconocer que los convencionales han aportado su cuota para facilitar la campaña del rechazo. Más allá del contenido del texto constitucional seguramente en los próximos meses la campaña nos recordará a quienes fueron parte de la construcción del mismo.
Muy probablemente volveremos a visitar las historias del señor Rojas Vade y su vergonzante mentira, el espectáculo de los disfraces de Pikachu y un dinosaurio azul (le pido disculpas si es un personaje reconocido que yo ignoro) en los salones del ex Congreso Nacional, el señor que nos deleitaba con el pluriChile es tu cielo azulado, el señor pasado de copas en la comisión de medioambiente, el señor que votaba desde la ducha entre medio de las risillas nerviosas de algunas convencionales, Stingo y su emblemática “no es tu platita” y muchas otras que seguramente se me escapan.
Una cosa es la campaña visual que seguramente estará condimentada con algunas de estas sandeces, pero otra es la campaña territorial y ahí la cosa se pone cuesta arriba. Las redes y tentáculos de los partidos políticos son esenciales a la hora de movilizar gente a votar. Es cierto que esta vez cuentan con el aliado del voto obligatorio para el plebiscito de salida.
Sin embargo, la tarea de trabajar activamente para la opción rechazo, pero al mismo tiempo mantener un riguroso silencio frente a la opción pública es una tarea digna de Marcel Marceau y los mimos que uno suele ver son más bien malitos.