Opinión
J.J. Jinks: "Los municipios y su deteriorada probidad son una puerta ideal para la entrada de los carteles al Estado chileno"
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La comisión de expertos que redacta el borrador de Constitución con el cual trabajarán los convencionales electos recibió esta semana al académico Patricio Zapata.
En una brillante exposición sobre costos y beneficios de diferentes tipos de sistemas electorales de diversas naciones a través de la historia, Zapata hizo especial hincapié en la oportunidad única que existía para el sistema democrático chileno de establecer un proceso electoral sin el conflicto evidente de la participación de los incumbentes. Al final, los parlamentarios en ejercicio nunca están dispuestos a poner en riesgo su peguita en aras del bien común, por lo que la redacción de una nueva Constitución se transforma en la instancia perfecta para pensar en Chile sin la molesta interrupción de la cara más humana de los humanos.
Mi bagaje constitucional está en las antípodas de Zapata, ya que cuento solo con modestas intuiciones. Una de ellas es que así como el sistema político hizo aguas tras la proliferación de una pléyade de partidos que hicieron prácticamente imposible gobernar, hoy hay una crisis de gran magnitud a nivel municipal que requiere de ser abordado con una mirada limpia y no cruzada por intereses electorales coyunturales.
Esta semana hemos asistido al vergonzoso espectáculo que se ha dado en la Municipalidad de Santiago con el intento fallido de adquisición de una clínica con sobreprecio donde intervino toda la estructura del Partido Comunista buscando que se aprobara a como dé lugar.
En la tarea intervinieron incluso altos funcionarios gubernamentales, por supuesto correligionarios de la alcaldesa Hassler, mostrando desembozo y llamativo mal juicio. El botín era al parecer lo suficientemente apetitoso como para perseguirlo con denuedo sin detenerse en cuidar las apariencias.
Este hecho se viene a sumar al robo hormiga (hormigón más bien) durante años denunciado en Vitacura con todo tipo de detalles escabrosos ligado a la gestión cuasi monárquica de Torrealba, el desastre financiero en Viña y Maipú con cientos de millones perdidos, los nubarrones negros que se ciernen sobre las cuentas de Las Condes con un desorden que huele peor aún que Dinamarca.
Donde uno pone el ojo y escarba un poco sale pus. Tampoco podemos olvidar al encantador alcalde Jadue y las donaciones recibidas de la empresa Itelecom en medio de la licitación de luminarias. En fin, si hay algo que es transversal es la corrupción, el soborno y el mal uso de recursos públicos a nivel municipal.
En una especie de pelea de payasos los políticos salen a denunciar al contrincante cuando es pillado sabiendo que tampoco pueden arrojar más que unos terroncitos pues el tejado de vidrio delgado los acompaña a todos. La putrefacción ha ido descendiendo y se empiezan a escuchar a vecinos que empiezan a utilizar frases importadas del otro lado de la cordillera del tipo “roba pero hace” a la hora de evaluar a una gestión alcaldicia.
En momentos que hay razonable preocupación por los tentáculos del narco en nuestra sociedad, los municipios y su deteriorada probidad son una puerta ideal para la entrada de los carteles al Estado chileno. Un appetizer de ello tuvimos con el caso Aguilera en San Ramón.
Hay una necesidad importante de descentralizar, pero a la vez la realidad nos muestra que el sistema actual está desfondado y que no podemos sólo confiar en que llegue una persona proba al sillón alcaldicio. Es hora de repensar el sistema completo creando una institucionalidad que nos proteja de las debilidades terrenales, hoy tenemos una oportunidad para ello, ojalá se aproveche.