Opinión
J.J.Jinks: Nadie sabe para quién trabaja
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El surgimiento espectacular en las encuestas del polemista televisivo y radial devenido en candidato presidencial por la extrema derecha en Francia, Éric Zemmour, terminó por deshilacharse obteniendo solo un siete por ciento en la primera vuelta.
Zemmour, acostumbrado a lidiar en el mundo de las comunicaciones, desplegó una campaña basada fundamentalmente contra la inmigración y cómo esta estaba cambiando el corazón de Francia. El crecimiento del islam dentro del país fue atacado duramente y sin ambages por Zemmour, encontrando eco en bolsones importantes de la población rural.
La fallida incursión en política de Zemmour sería solo una más entre muchas si no fuera por el efecto colateral que produjo. La gran beneficiada del discurso abierto de extrema derecha fue su competidora por el espacio, Marine Le Pen.
Hoy, Le Pen es vista por la población francesa como alguien mucho más republicana y moderada que lo que fue tradicionalmente, no porque haya cambiado su discurso sino porque tuvo a su derecha a alguien haciendo el trabajo sucio.
Si bien Macron lleva la delantera en las encuestas, la probabilidad de que gane Le Pen está muy lejos de ser insignificante y lo que está en juego no es solo una visión distinta de la sociedad francesa. Los efectos en Europa serían enormes, partiendo por la cercanía de Le Pen con Vladimir Putin, lo que cambiaría totalmente la dinámica de la guerra.
Nunca está de más recordar que Francia es la única potencia nuclear dentro de Europa. Una cosa poca.
Mientras tanto en Chile, el excandidato presidencial del Partido Comunista, Daniel Jadue, insiste con sorprendernos. No contento con un más que rápido cuestionamiento a las labores del gobierno, apareció esta semana en Venezuela rindiendo pleitesía a Maduro y a las Fuerzas Armadas venezolanas.
Los límites de lo posible se corren día a día, pero ver la soltura de cuerpo con que un político chileno hace genuflexiones a una narco dictadura que ha pulverizado su país, perseguido a sus opositores y generado un proceso migratorio de millones de venezolanos solo se puede calificar de repulsivo.
Jadue no es cualquier persona, es el rostro de un partido fundamental en la coalición de gobierno y si bien la canciller Urrejola ha buscado separar aguas calificando las opiniones como las de un alcalde más, no hay que ser un gurú de la ciencia política para saber que Jadue está muy lejos de ser un alcalde más.
Sus constantes provocaciones incomodan al gobierno de Boric –en un momento donde la luna de miel no existió y las encuestas dan cuenta de un sostenido deterioro en el apoyo–, y lo último que quiere el gobierno es desangrarse por el lado izquierdo.
Sin embargo, esto también abre una oportunidad para el presidente Boric y los suyos: el que el alcalde de Recoleta concentre los delirios de extrema izquierda, le permite al gobierno mostrarse centrado y republicano sin necesidad de dar mayores pruebas de ello.
Solo por efecto de contraste el Presidente podría verse beneficiado, después de todo en política, tanto en Chile como en el resto del mundo, nadie sabe para quién trabaja.