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Opinión

J.J. Jinks: "Un eventual triunfo estrecho del Apruebo quedará inexorablemente vinculado al intervencionismo del gobierno"

J.J. Jinks: "Un eventual triunfo estrecho del Apruebo quedará inexorablemente vinculado al intervencionismo del gobierno"

Nosotros que hemos sido campeones para importar las cosas malas de los argentinos -los carretes que parten a la hora nona y las barras bravas en los estadios- parecemos hoy destinados a importar la grieta. Más allá de las profundas diferencias ideológicas de los distintos gobiernos siempre les hablaron a todos los ciudadanos. Hoy al gobierno de Gabriel Boric parece no importarle que una parte importante de los chilenos,

Por: J.J. Jinks | Publicado: Sábado 30 de julio de 2022 a las 21:00
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En el rocambolesco día a día en que habitan nuestros vecinos argentinos se ha instalado una división profunda en la sociedad tanto en lo político como en lo cultural a partir de los colectivos kirchneristas y la reacción antikirchnerista.

La cleptocracia organizada por Néstor y perpetuada por Cristina ha sido, sin duda, un proyecto político muy exitoso a costa de la ruina del país, pero quién tiene tiempo para preocuparse de detalles cuando estás dedicado a lo importante. Los argentinos siempre acertados e ingeniosos a la hora del uso de las palabras han etiquetado la fractura de la sociedad argentina a propósito del kirchnerismo como: la grieta.

La grieta representa dos mundos que no conversan y no tienen ninguna pretensión de hacerlo pues se desprecian unos a los otros. Los representantes principales de la división son hoy CFK y Macri, cómo olvidar ese momento maravilloso de política latinoamericana en que Cristina decide no asistir al cambio de mando cuando Mauricio asumía el poder.

Los nombres pueden cambiar, Cristina tiene a Máximo, ese joven encantador y laburador, como heredero y el antikirchnerismo tiene varias cuerdas para simbolizar al mal, están Rodríguez Larreta, Mariú Vidal, Pato Bullrich entre otros y otras. Lo importante no son los nombres sino el sentimiento que cruza a un país donde se le habla solo a los propios y el resto que se joda.

Nosotros que hemos sido campeones para importar las cosas malas de los argentinos, los carretes que parten a la hora nona y las barras bravas en los estadios por dar dos ejemplos cotidianos parecemos hoy destinados a importar la grieta. Más allá de las profundas diferencias ideológicas de los distintos gobiernos siempre les hablaron a todos los ciudadanos, uno podía discrepar de la mirada o de una política pública específica, pero uno se seguía sintiendo parte del todo.

Hoy al gobierno de Gabriel Boric parece no importarle que una parte importante de los chilenos, quizás incluso mayoritaria, vea cómo el Estado se compromete en una serie de iniciativas que parecen hablarle solo a la fanaticada. Cómo se entiende el trato con guante blanco que se le ha dado hasta aquí a Héctor Llaitul quien amenaza y ejecuta a través de su organización actos de terrorismo a diario en la Araucanía.

A quién le hablan el Presidente y sus ministros cuando elaboran esa entelequia sobre no perseguir ideas, claramente no a los chilenos que sufren los embates de la violencia. Al parecer Llaitul marcó mal en alguna encuesta interna (surprise, surprise) por lo que se desdijeron una vez más, pero eso no alivia mucho el dolor.

La actitud tomada frente al plebiscito tampoco ayuda mucho. El ver al gobierno totalmente jugado hasta el punto en que una somnolienta Contraloría decide apersonarse en La Moneda para dejar de ser del todo irrelevante puede ser una huella imborrable dentro del avance de la grieta.

Un eventual triunfo estrecho del Apruebo quedará inexorablemente vinculado al intervencionismo del gobierno y si bien sería una gran victoria en el corto plazo, también puede significar la cristalización de una división que nos acompañe por décadas. En forma secreta siempre quisimos parecernos a los argentinos, elegimos mal por dónde aproximarnos.

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